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jueves, 31 de diciembre de 2015

CONFESIÓN Y ACCIÓN Y GRACIAS


ES LA HORA...

Si supiéramos vivir…, verdaderamente, creo que, cada día, desde el amanecer, estaríamos dando gracias por el único y precioso don de nacer (renacer) esa nueva jornada…

“Ser o no ser”, decía el dramaturgo y poeta Shakespeare. “Es la cuestión”.

Aunque se puede ir por la vida haciendo mil (y más) cosas y no encontrar…; no encontrarse a sí mismo nunca.

La existencia es más que estar en el mundo, vegetando, comiendo, bebiendo, trabajando para tener un sustento, cubrir las necesidades vitales y poco más.

Muchas veces, se nos puede pasar la vida, sin más. No llegar a la existencia: vivir sin existir, sin ser.

Y es triste, muy triste, cumplir los años, pasar las hojas de la agenda personal sin llenar de sentido cada página de nuestra historia: días vacíos de contenido, espacios de tiempo que no son nada…

No es gratificante, como si fuésemos relojes, cambiar de año… sin cambiar nada. La existencia humana tiene que ser un recorrido (“currículum vitae” que decían los romanos) que nos lleve a ir avanzando como personas día a día, semana a semana, mes a mes, año a año.


En este punto de mi reflexión compartida, yo siento la necesidad de pararme y hacerme unas preguntas interiores…

Antes de que sea más tarde, no quiero dejar de, mirando mi interior, preguntarme:

¿Cuál es, cuál ha sido la razón de mi existencia? ¿Para qué he vivido, para qué…, a qué causa debo entregar lo que me queda de camino hasta llegar a la Meta final…?

Porque, si de algo no he sido del todo consciente…, pero sí que ya es hora de que lo sea es: de que toda vida tiene un sentido, una razón de ser.

Todos los seres humanos hemos venido al mundo, a la esta existencia, para algo. Y esa empresa es un cometido personal que o lo hacemos cada uno de nosotros o ya nadie lo hará… Será deber incumplido, misión no realizada. Una falta que dejará un hueco sin cubrir en el mosaico global de la humanidad.


Yo no quiero que la pieza de mi vida quede en blanco; que sea como un espacio vacío... en esa obra maestra que ha de ser completada entre todas y todos quienes conformamos el género humano.

Bendita sea la obra bien hecha y completada íntegramente, con la completa colaboración de tantos; en la que todos hemos sido co-creadores con el Iniciador de la Historia.

La vida es eterna en cada minuto. Y sumando minutos… ¡hacemos la historia de la humanidad!, que, reunida, es toda eterna.



Por fin, porque creo que hay que dar reconocimiento a quien se lo merece, yo doy gracias (y lo hago con gozo) al Dios de la Vida, todos los días de mi existencia, por el regalo único de poder yo disfrutar de este don grande que es estar vivo. Y también a cuantas personas han coincidido con mí en este maravilloso recorrido y me han aportado ¡tantas cosas!, para (con ello) llegar a ser quien soy.


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