La vida está en constante movimiento y transformación (por eso es vida).
La tierra, abastecida por el agua, el sol, el aire... da constantemente frutos. Las personas, abastecidas por estos mismos elementos (agua, luz y calor, aire...), y también por la calidez de las relaciones humanas vamos creciendo como personas...
La vida, toda vida, es nacer, crecer y crecer, reproducirse o no y morir...
Los humanos, vivimos igual que las plantas y los animales... pero además de que lo sabemos, también, nos relacionamos, nos comunicamos, sabemos sentir y podemos expresar nuestros sentimientos, nuestros deseos, nuestras emociones. Nos manifestamos y nos entendemos: damos y recibimos cariño y amor... ¡Estamos llenos de vida!
Somos una Familia, vivimos en el planeta Tierra, que es nuestra casa... y crecemos: vamos camino de los 7.000 millones de seres humanos, de hermanos.
Pero NO nos basta con existir, con tener vida. Yo, tu, él, ella, todas y todos queremos SER PERSONAS.
Cada una de nosotras, cada uno de nosotros, podemos soñar y comprometernos con causas justas que nos lleven a transformar la realidad a mejor.
Siempre, todas y todos, podemos hacer algo por avanzar, crecer, y transformar la realidad a mejor; aunque sólo sea gota a gota, sorbo a sorbo, paso a paso, escalón a escalón... ¡TENEMOS VIDA!
Lo mismo sucede en la realidad social: si “la realidad” está viva, hay movimiento, hay vida, y existen lo que se están llamando “MOVIMIENTOS SOCIALES”. Son el feminismo, son objetores e insumisos, son gays y lesbianas, son los ocupas, son muchas minorías “alternativas”...
Podemos estar o no estar de acuerdo con estas “movidas” o “movimientos”, pero ahí están. Y también están haciendo historia.
Todas y todos tenemos la misma dignidad, y los mismos deberes y derechos, y la misma capacidad para crecer como personas y para ser felices. Si somos diferentes no es para separarnos, sino para buscarnos y encontrarnos, para complementarnos e integrarnos.