domingo, 12 de junio de 2016

LA UNIÓN HACE LA FUERZA

UNIDOS…
Unidos podemos prometer el cambio,
matar palomas,
engañar a la justicia.

Unidos podemos despertar a la gente,
reírnos de todo,
intentarlo de nuevo,
gastar hasta en exceso.

Unidos podemos robar un  banco,
enderezar entuertos,
viajar a Grecia…

Unidos podemos quemar banderas,
impedir desahucios,
robar gallinas foráneas.

Unidos podemos vestirnos de águila roja,
desobedecer cierta norma establecida,
educar a la juventud de otra manera.

Unidos podemos tener un hijo,
pegar carteles,
tocar la flauta.

Unidos podemos romper uniones,
colgar chaquetas viejas,
caricaturizar al otro ciudadano.

Unidos podemos reclamar derechos,
olvidar promesas,
escandalizar a alguna piadosa,
deshacer muros.

Unidos podemos decir mentiras,
callar verdades,
contar historias bonitas.

Unidos podemos rechazar saludos,
lanzar bombas de humo cada día,
enterrar mil creencias religiosas.

Unidos podemos cortar el césped,
deshacer alianzas,
enorgullecer a un pueblo,
deambular en caravana.

Unidos podemos correr por el parque,
comernos un cordero,
pelar la pava.

Unidos podemos jugar al escondite,
sembrar un árbol,
regar mil semillas esparcidas.

Unidos podemos deshojar cien margaritas,
desenterrar resquemores del pasado,
tocar la guitarra sin camisa.

Unidos podemos subir al monte,
bajar impuestos,
subir los precios de las patatas.

Unidos podemos barrer la calle,
llenar las urnas,
regalar paraguas en verano,
protestar por tantas decepciones.

Unidos podemos no responder a las preguntas,
poner en marcha un gran proyecto,
esconder los dineros en Suiza,
quitar al rico lo que el pobre necesite.

Unidos podemos decir verdades,
callar engaños,
hablar mil cosas.

Unidos podemos vestir a los desnudos,
desvestir santos,
manosear reliquias.

Unidos podemos criar ovejas,
cambiar programas,
adelantar la hora en primavera,
romper esquemas.

Unidos podemos cambiar los nombres de las calles,
crear un millón de puestos de trabajo,
generar riqueza creciente,
montar en globo.

Unidos podemos soplar veletas,
asustar mucho,
envenenar al opositor,
resucitar a los caídos.

Unidos podemos parir programas,
asumir algún riesgo,
enmendar la plana ya corregida,
hacer más justicia.
Unidos podemos meter un enorme ruido,
limpiar aceras, 
prender fuego a un barrio,
fumar unos porros.

Unidos podemos hundir negocios incipientes,
boicotear iniciativas ajenas,
aborregar a las mareas indignadas,
tirar algunos monumentos.

Unidos podemos interpretar espectaculares roles,
guisar una tortilla española,
joder la marrana.

Unidos podemos decretar sinrazones,
negar realidades,
cambiar el nombre a Júpiter.

Unidos podemos repoblar pueblos enteros,
remover la mierda hasta que apeste,
vender folletos coloristas,
acoger refugiados de las guerras.

Unidos podemos criticar a los ricos,
envidiar sus riquezas,
esconder caudales.

Unidos podemos responder sin decir nada,
esconder informes,
embaucar al vecino,
anular acuerdos ya consensuados.

Unidos podemos cabrear al FMI,
ocupar casas vacías,
sacar los pies del plato.

Unidos podemos tomarle el pelo a la gente,
entonar himnos olvidados,
aplaudir insultos.

Unidos podemos gozar la vida sin trabajar,
arrinconar derechos,
manipular ciertos preceptos.

Unidos podemos pintar paredes,
liberar presos políticos,
ajusticiar al corrupto sin guillotinarlo,
inventar tragedias.

Unidos podemos enjaular a un ruiseñor,
desmantelar datos documentales,
maquillar los malos resultados.

Unidos podemos mostrar enfado,
llevar corbatas,
aparecer populacheros…   

O también pasar de todo,
sin asumir riesgos, no respondiendo
a ningún compromiso;
pues, para eso, estamos unidos.
 

JMF (junio 2016)

viernes, 3 de junio de 2016

HABLEMOS DE...


  POLITICA Y ALGO MÁS


(Capítulo 24 de mi libro “GRANDES REGALOS”)

La calle estaba invadida de propaganda política. Los jóvenes, ellas y ellos,  llegaron discutiendo sobre los programas y las candidaturas…

Algunos dijeron:

- Adalberto: ¿Y si hoy hablamos de política?, ¿votar, no votar, a quien votar?

- Vale (dijo). Si queréis, podemos hablar de política; pero sabed que lo que yo opino sobre la política no es, precisamente, muy “políticamente correcto”.

Pero, bueno, de acuerdo: hablemos. Y eso quiere decir que vosotras y vosotros también vais a decir aquí lo que pensáis…, sin bien nadie debe sentirse ni dolido ni atacado por lo que otra persona diga, por ninguna opinión que se aporte o defienda la contraria a la suya ¿vale?

Y, si os parece, para empezar, yo propongo un par de premisas aclaratorias al tema:

Primero: La palabra “política” viene del griego, de “politikós”, o sea “ética de la ciudad”, o lo que es lo mismo: búsqueda del bien común de la ciudadanía; que la convivencia de la ciudadanía sea la correcta en todo momento.

Pero si utilizamos la política (y es lo que suele suceder en mucha “clase política”) para alcanzar “poder” que lleva a quien lo tiene a “no hacer” lo que se puede hacer, sino a imponer normas a la ciudadanía para que haga lo que “quien tiene unos ciertos poderes” diga lo que se tiene que hacer…, entonces estaremos imponiendo lo que se llama “tiranía” y, por desgracia, eso es algo que vemos todos los días, y en demasiados lugares de la Tierra: quien manda, piensa y decide por los demás, lo impone con sus criterios (acertados o erróneos) sobre la ciudadanía.

Todo lo contrario de lo que debiera ser. Porque lo que el pueblo, la “polis” necesita es que alguien, que algunas personas, gestionen ciertas cosas para que el orden público reine, y no que se dediquen a “marear la perdiz” para que nadie sepa nunca ni la hora que es.

Segundo: No existe ningún modelo político perfecto, sólo más o menos correcto. Entre otras cosas porque todos son llevados a cabo por seres humanos y nadie es perfecto; pero es que, además, como todos somos distintos, lo que a una persona le parece correcto, a otra le parece un disparate. Y el llegar a acuerdos…, es muy muy difícil. Así, tantas veces, se llega a los “consensos” por cansancio más que por convencimiento.

Pero si es que la mayoría de la gente no sabe lo que quiere en la vida ¿cómo le vamos a pedir unos criterios firmes para que decida, de la noche a la mañana, quien debe llevar las riendas de una población o de un país?

Así que, hoy por hoy, no existe un “sistema de gobierno” que pueda considerarse “el bueno”. Y lo que para un lugar del mundo, en unas circunstancias concretas, puede ir bien, no será mínimamente válido para otras naciones.

Pero, aparte de todo esto, pensemos: la ciudad, una población, un país… son como una familia.

Y ¿de qué se trata?

Pues de convivir en paz y armonía, haciendo que cada persona tenga y disfrute de lo que necesita¸ ni más ni menos. Con mutuo respeto y capacidad de colaborar en el bien común (que es como se hacen las cosas, no criticando ni pretendiendo echar por tierra toda iniciativa ajena).

La madre naturaleza configuró a los humanos para la sociedad, seres sociables y capaces de convivir, con el deseo de agradar y alcanzar un entorno de armonía. Eso es ¡lo que nos pide el cuerpo! Lo común es una necesidad vital.

Si nos organizamos, para estar bien con quienes nos acompañan, en nuestro entorno, no es por moda, es nuestra predisposición natural: somos “animales políticos”.

Por eso, democráticamente, el pensar que las mayorías absolutas son buenas es el mayor de los errores. Lo correcto es, siempre, la pluralidad. Nuestra realidad es plural, no podemos encorsetar una grandeza en un embudo de estrechuras.

Pero bien, ahora os toca, decid, sin miedo, cuál es vuestra definición de política… Y, si os parece, manifestad vuestras posturas.

Y fueron diciendo, dando abiertamente sus opiniones:

- La política (empezó Elsa) es un negocio engañoso, como ciertas dietas que ofrecen un producto-milagro que luego nunca funciona. Dicen cosas bonitas, me ilusionan para que lo compre, pero luego ni me sirve ni lo puedo devolver…

-  A mí me da la impresión (siguió Luis) de que, como decía Francisco de Quevedo “Poderoso caballero es don Dinero”... Y ¿quién manda en Europa?, pues el mismo que en EEUU o en China, ¡Don Dinero!  Así que ¿para qué leer sus programas... o reflexionar mucho..., si al final va a ser lo único que puede ser, lo que ahora toca, lo que viene marcado por el momento histórico..., según los intereses de D.D.?

- Eso es verdad, nos hacen creer que tenemos una democracia, que decidimos “algunas cosas” con nuestros votos... pero ¡todo es mentira! Todo (o casi todo) está programado..., hasta nuestros votos. Se nos dice (de una u otra manera) lo que tenemos que hacer y a quien nos toca “votar”, en cada momento. Mientras, ellos (quienes gobiernan)  que están “de acuerdo” en este juego de la política... saben bien lo que tienen que hacer y “representan”  muy bien “su papel” (unas veces les toca “gobernar”,  otras cuestionarlo todo, oponerse a lo que hacen quienes tienen la digna tarea de llevar para adelante “su programa”... Así son las “reglas” de este “arte”. Y punto.

- La política es un virus que modifica la genética de las cosas, hasta cargárselas; así a una madre, que es lo más sagrado que existe, le ponemos el virus y la hace suegra, y a una hermana, cuñada… ¡tampoco ya es lo mismo!

- Dicen que tenemos “democracia”; pero yo por democracia, o sea “gobierno del pueblo”,  entiendo otra cosa, consecuencia lógica de mi concepto de política que es trabajar por “hacer realidad lo que es posible” y no un “arte de gobernar”.

- Por eso, pienso que no debemos seguir votando a quienes ya nos han defraudado ¡demasiadas veces!..., aunque ellas y ellos sean la fuerza política que más votos resta a “esos otros” que no queremos, por nada del mundo, que vayan a conseguir la mayoría...

- Pero eso de plantear la política en términos “simétricos” de izquierda, centro o derecha es algo muy pasado, esa dialéctica forzada del siglo pasado está muy obsoleta, anticuada. Hoy no existen ni las derechas ni las izquierdas, eso es una manera de esquematizar las opciones políticas totalmente inadecuada. Todos los que llegan al poder se hacen “conservadores”, pues quieren “mantener” lo que tienen; así como los que están fuera del gobierno, pues quieren que la cosa cambie, ¡darle la vuelta a la tortilla!

Bien (dijo entonces Adalberto). Pues partiendo de todas estas interesantes opiniones de las que se podrían sacar algunas conclusiones, aunque no es lo que creo que pretendíamos, ¿a quién le corresponde, entonces, la acción política?

Y continuaron (comenzando ahora por Jorge Andrés), dando opiniones:

- El compromiso democrático, pienso yo,  no puede reducirse a ir a votar... cuando nos toque hacerlo. A veces, quizá demasiadas veces, esto es dejadez. Sí, porque si, con nuestros votos, hacemos que unas personas lleguen a tomar las riendas de nuestro país, eso nos implica... No es lo mismo “dejar” que sean unos u otros quienes decidan tantas cosas (quizá demasiadas) para unos cuantos años.

- Si hemos dicho (siguió Natalia) que de lo que se trata es de colaborar en lograr el bien común, pues eso debe corresponderle a todo el mundo.

- Pero ¿tú crees que todo el mundo está capacitado para ello? Habrá que pensar en quienes tienen actitudes y cualidades o aptitudes para ello, a gente preparada, con conocimientos y experiencia… ¿no os parece?

- Pues yo pienso (intervino Esperanza) que lo principal es tener la voluntad de hacerlo…

- ¿Debería ser una acción voluntaria y gratuita? (preguntó Susana).

- ¿Y por qué no? (repuso Tirso). Si hablamos que la marcha de un pueblo, una ciudad, un país es como una familia, pues todos deben implicarse en la buena marcha del “hogar común”…

- Vale, vale, pero ¿todos deben hacer de todo?, ¿o no será mejor que cada quien se encargue de aquello para lo que esté mejor capacitado?

- Seguramente, pero eso no quiere decir que nos tengan que gobernar un grupo de personas de una misma ideología, pues a lo mejor no todo ese “grupo político” tenga personas capacitadas para todo lo que hace falta…

- Claro, y ahí está el gran fallo de nuestro “sistema” actual, al que yo llamaría “partidocracia”; peor aún si en unas elecciones consiguen tener la mayoría y gobiernan en solitario…

- Pues sí (apostilló Luis). Pero, además, eso de las mayorías absolutas, ya hemos comprobado que tampoco es nada bueno... ¡para nadie! (bueno, a excepción de quienes la consiguen, que ya sabemos todo el poder que les otorga).

- A la hora de plantearnos nuestro voto (añadió Mamen), todo puede ser válido. Y me parece que tan democrático es ir a votar conscientemente como el negarnos a ir. Se puede “cumplir” yendo a “botar” nuestra papeleta, sin pensar lo que hacemos; como se puede ir a emitir (a través de esa papeleta) un apoyo a una candidatura, o una opinión, o hasta una protesta... Todo tiene, debe tener su lectura. Y los analistas deben saber entender que es importante leer tanto el grado de abstenciones o de votos en blanco, como la edad de la mayoría de personas que vota.  

- Y si no nos gusta ninguna lista (aunque hay suficientes posibilidades para que alguna nos parezca medio válida), pues tampoco está mal no votar a nadie ¿no? Siempre están las opciones de “no votar” (que no es lo mismo que “pasar” de ir) y la de “votar en blanco” (sobre vacío), que también es un “voto”  muy democrático, creo yo.

Tomó la palabra don Adalberto:

- Prosigamos: Votar o no votar, es sólo una primera cuestión. Porque hay otra segunda: ¿a quién votar?

Enseguida tomó la palabra Natalia, luego siguieron casi todos opinando:

- Yo, por ejemplo sé, de antemano, que los resultados que salgan... ¡no me van a gustar!, pues no llevarán al gobierno a nadie ni de mi total confianza ni con un “programa” acorde, a cabalidad, ni con mis ideas ni con lo que a mí me gustaría que fuese la política a desarrollar en los próximos años.

- Pero no podemos pasar: actualmente nos encontramos con muchas expectativas personales y sociales insatisfechas ¿algo habrá que hacer, no?

- Y, claro,  si “pasamos de ir a votar”, si nos abstenemos, o si votamos en blanco... acaso que luego nos podamos arrepentir de no haber dado ese “voto” al menos malo...; que en algún “programa” si que yo he “descubierto” algunas cosas que me gustan; hasta que están muy acordes con mis mejores sueños.

- Pero... ¿y si ese voto le da el “poder político” a  quienes luego lo hacen tan mal o peor que lo han hecho “los otros” en anterior legislatura y en sus peores actuaciones...?

Y, por fin, queriendo cerrar el tema, volvió el profesor a tomar la palabra diciéndonos:

- Y bien, yendo a lo concreto: ¿qué es lo que podemos y debemos hacer cada uno de nosotros? Porque para lograr el bien común, en nuestra sociedad, todo el mundo puede y debe aportar algo, apostando por una realidad mejor ¿estamos de acuerdo, cierto?

Atendedme (continuó), no hay que meterse en un partido político, tampoco no hacerlo; aunque es necesario que haya quienes lo hagan. Lo que sí es imprescindible es contribuir al bien común.

Ha sido estupendo vuestro “panel”. Ahora todas y todos sabemos más y tenemos más criterios, respecto al tema. Yo, sinceramente, os agradezco todo lo que he aprendido esta tarde.

De todos modos, antes de que marchéis, para acabar os diré, yo os invito a todas y a todos quienes estéis por acercaros a las urnas, a que meditéis vuestro voto...

Yo creo, repito,  que no hay que militar en ningún partido político pero considero que sí hay que estar comprometidos con la democracia de a pié. No tengo ninguna fórmula mágica que daros, pero creo que, todas y todos, tenemos que colaborar un poco. Cada quien en lo que pueda, aunque nos cueste algún sacrificio. La mejor forma de creer en el futuro ¡es crearlo! 

Y si queréis ser eficaces, yo os recomendaría:

A: Tenéis que centraros en un tema que os apasione (supongamos “la ecología”).

B: Ver qué es lo que se puede hacer. ¿Cómo se puede hacer realidad eso que creéis debe ser posible? Y luego:

C: Organizaos: ¿Quién se encarga de qué?, ¿qué pasos hay que dar? Para…

D: ¡Poneos a la acción! ¿Desde un partido político?, ¿organizando una Asociación o una ONG?, ¿buscando a quienes ya lo hacen y decidiros a apoyarles?, ¿creando opinión, mandando cartas o artículos a los medios?, ¿actuando cada quien, desde ya, en el propio entorno donde nos encontramos?, ¿acaso, inicialmente, perfeccionando vuestro conocimiento sobre esa materia que os preocupa y os debiera ocupar?

Y, por fin, recordaos algo que ya sabéis: Hoy puede ser un gran día… y, en gran parte, depende de cada una, de cada uno de vosotros.

- ¡Y mañana también! (apuntilló Natalia).

- Eso es. ¡Nos vemos!