EL NECESARIO RESPETO
A LA DIGNIDAD
DE TODA PERSONA
HUMANA
El respeto
es uno de los valores morales
más importantes del ser humano, pues es fundamental para lograr una armoniosa
interacción social. Es un sentimiento positivo que se refiere a la
acción de respetar; es equivalente a tener veneración, aprecio y reconocimiento
por una persona o cosa.
La palabra proviene del latín “respectus”, que se traduce por “atención”, “consideración”. Podríamos
decir, pues, que tiene mucho que ver con el “reconocimiento positivo”.
Una premisa importante sobre el respeto es que para
ser respetado es necesario saber o aprender a respetar, a comprender a la otra
persona, a valorar sus valores, sus intereses y necesidades.
En este sentido, el respeto debe ser mutuo, y nacer de un sentimiento de
reciprocidad. Por esto, respetar también
nos lleva a ser tolerantes con quienes piensan de otra manera, son
diferentes o hasta deciden actuar de forma acaso extravagante para
diferenciarse.
El respeto a
la diversidad de ideas, opiniones y maneras de ser es un valor supremo
en las sociedades modernas que aspiran a ser justas y a garantizar una sana
convivencia.
La
palabra dignidad proviene del vocablo latino “dignitas” y del adjetivo “dignus”,
que significa “valioso”, con honor, merecedor. La dignidad es la cualidad de digno e indica, por
tanto, que alguien es merecedor de algo o que una cosa posee un nivel de
calidad aceptable.
La dignidad humana es
un valor o un derecho inviolable e intangible de la persona, es un derecho
fundamental y es el valor inherente al ser humano porque es un ser racional que
posee libertad y es capaz de crear cosas.
Se basa siempre en el
respeto y la estima que una persona tiene de sí misma y es merecedora de ese
respeto por otros porque todos merecemos respeto sin importar cómo somos.
Cuando reconocemos las diferencias de cada persona y toleramos esas
diferencias, la persona puede sentirse digna, con honor y libre.
Hoy en día se habla
mucho (pareciera que realmente nos preocupa) sobre la “violencia de género”,
sobre el “maltrato machista a las mujeres”, etc.
Y habría que
preguntarse ¿qué de machismo hay en actitudes de muchos varones-machitos que lo
que buscan es su bienestar, su comodidad y en el fondo lo que son es unos egocéntricos
(ciertamente egoístas) que se creen los reyes del mundo y piensan que “sus”
mujeres sólo están para servirlos?
Pero y ellas ¿por qué
se dejan tratar-maltratar? ¿Qué concepto de sí mismas tienen?, ¿se respetan
verdaderamente cuando se dejan “manipular” por “sus” hombres?
Las relaciones hombre-mujer
tienen que ser como en política (sin mayoría absoluta): se necesita el consenso.
Si admitimos que “el poder” esté sólo en manos de una parte, siempre existirá
el peligro de gobernar tiránicamente… Suele suceder que quien alcanza el poder
se “apodera” de todo lo que “puede”.
A veces se empieza por
la manera de hablar: el marido dirá “mi mujer”; la esposa (¿esposada?) dirá “el
cabeza de familia”. Sí, hemos de tener mucho cuidado con el uso del posesivo “mi”.
O… ¿qué os parece?
Quizás si aprendiésemos
a respetarnos unos a otros, siempre, dándonos el valor que tiene nuestra propia
persona y considerando que todo el mundo tiene nuestra misma dignidad, como ser
humano que es… ¡la clave de una sociedad civilizada!
Pero la
dignidad, ese sentimiento que hace que cada persona se considere valiosa, sin
importar su vida material o social, es una cualidad propia de la condición de
persona y que cada ser humano tiene, más allá de cualquier circunstancia. Pero
no podemos renunciar (por nada, ni siquiera por amor) a que se nos valore y respete tal cual somos.
El necesario
respeto a todo ser humano consiste en reconocer que cada mujer, cada hombre, cada
anciano, cada niño… es alguien que merece un auténtico respeto, por el solo
hecho de ser persona.
Ahí está nuestra
dignidad: Todos, hombres y mujeres ¡tenemos derecho y obligación a SER!