¿QUIÉN SE ATREVE A AMAR… DE VERDAD?
La vida es un don del Creador, un regalo (gratuito, que no
superfluo) recibido del Dios de la Vida. Como también lo son el amor, la fe y
la esperanza.
Recibimos estos dones para ser felices y para que hagamos
posible la felicidad de cuanta gente vayamos encontrándonos por el mundo.
Dios es Amor. Quien nos creó es todo Amor: su obra creadora es
obra de Amor que engendra Amor.
Así, nos hace a todos los humanos capacitados para amar, personas
dignas y libres para que vivamos amando…
Pero el Amor no es simplemente un sentimiento o una apetencia
vital. El Amor es, sobre todo, una opción. Para amar de verdad ¡hay que querer
hacerlo!, libremente.
Porque el amor es esa excelente actitud que nos lleva a actuar
pensando en el bien de las otras personas, tanto como en el nuestro propio.
No es cruel impiedad, es generosidad. No es renuncia a ser, para
dejarse manejar por los otros o el “sistema establecido”; sí es crecer como
persona, para mejor servir al prójimo misericordiosamente.
Pero siempre desde nuestra voluntad de hacerlo… Porque el Amor
ha de ser una actitud libre: el amor no es exigencia, es don. Amor por
obligación ya no es amor, sino que es cumplimiento de un deber.
Para vivir nuestra existencia con gozo, es importante saber ser
conscientes de que somos amados.
Por eso: recibir la gracia, el don de la vida con la capacidad
de amar, nos lleva a vivir la existencia gozosamente.
Y esto es un regalo y también una tarea a desarrollar.
Pero, para ello, hemos de buscar ser verdaderamente libres.
Hemos de luchar por acabar con las falsedades (aunque, a veces, se quiera
aparentar que son verdad grandes mentiras). Por eso, es de justicia compartir la
luz que vamos descubriendo cada día. Por eso, saberlo es entender que hemos
nacido para darnos, para amar, para buscar la felicidad de quienes nos rodean.
No es ningún secreto que hay personas que exigen amor, favores,
constante atención y acaban haciéndose molestas, hasta temidas, ¿por qué?
Porque el amor ha de ser siempre entregado, no exigido (amor robado no es
amor): no hay don en la obligación.
¿Quién se atreve a amar de verdad? Quien antes se sepa capaz de
ello y, reitero, libremente opte por regalarse, por entregarse: el amar de
verdad ha de ir acompañado de la libertad.