miércoles, 29 de julio de 2020

¿MODA O CRISIS DE IDENTIDAD?


LOS TATUAJES
Y OTROS DESPROPÓSITOS

Hay una realidad evidente. A lo largo de la historia, los humanos han buscado cómo decorar sus cuerpos. Seguramente como una manera de “significarse” delante de sus clanes, tribus, grupos. 


En los pueblos más primitivos era también utilizados. Podemos, pues, decir que se trata de un ancestral modo de expresión cultural o cultual.

Luego la evolución de las culturas los llevará a ir “aceptando” el propio cuerpo y considerar que lo importante no es la apariencia sino la realidad del ser. 

Incluso buscando en el vestir lo práctico, antes que la exageración en el ropaje. Los varones renunciarán a las pelucas empolvadas, a las chaquetas largas, las puñetas, las camisas almidonadas, etc., etc. Y las mujeres fueron dejando olvidados sus corsés, sus túnicas, etc. Y, cada vez más, casi todas ellas, hasta irán dejando las faldas y tacones sólo para ocasiones especiales.

Haciendo un poco de historia:

La evidencia más antigua de tatuajes en momias se encontró en una perteneciente a la Cultura Chinchorroen en la costa de Chile, datados en el año 2000 a. C. Inclusive, en la misma zona se ha encontrado evidencia arqueológica que datan de hasta 6.000 años de antigüedad que podrían representar herramientas para el tatuaje.


En un glaciar de los Alpes de Ötztal,  también se encontró una momia (es conocida como el  "Hombre de Hielo") con gran cantidad de tatuajes en su cuerpo, al que se le han calculado unos 5.200 años de antigüedad.


A través de la historia, desde épocas remotas, las distintas culturas que utilizaron el tatuaje lo hicieron de distintas maneras; tanto como  arte, en el sentido de creación de significados rituales o simbólicos (tal como en el Antiguo Egipto), para marcar o señalar a los criminales (así era en las antiguas Grecia y Roma) e incluso se cree que con un fin terapéutico, semejante a la acupuntura.






También parece ser que se utilizaba en algunas tribus, de diferentes culturas ancestrales, para diferenciarse los unos con los otros. Sea el caso de  tribus de la Polineasia que utilizaban el tatuaje como una ornamentación corporal, manteniendo su fuerte sentido comunal.

Y, a veces, se cree que algunos tatuajes conferían jerarquía, propiciando el respeto comunal a quien los llevaba en su piel.

En Egipto eran sobre todo las mujeres quienes se tatuaban; conferían al tatuaje funciones protectoras y mágicas: un carácter sobrenatural del tatuaje al que se le otorgaba un poder de protección divina.



En América del Norte, los indígenas utilizaban los tatuajes como parte del ritual de paso: de la pubertad a la  adultez, con el fin de proteger su alma.

En América Central, las tribus utilizaban los tatuajes a modo de conmemoración de los caídos en batalla y como forma de adoración de los dioses.









   


En el hemisferio sur del continente americano, tribus indígenas también pintaban sus cuerpos, pero no de manera permanente; a base de pigmentos creados con flores y grasas vegetales como de animales, que acompañaban sus rituales de manera temporal con significados igual de profundos y espirituales, de los cuales se despojaban una vez terminaban el rito. También se pintaban para celebrar casamientos y durante el duelo tras un fallecimiento.

En Japón existía la costumbre de destinar el tatuaje para marcar a los delincuentes en sus brazos con líneas gruesas en par u otro tipo de formas, tatuando en ambos brazos entre el codo y la muñeca en todo su alrededor. La marca tenía el objetivo de hacer de las personas que desobedecían la ley individuos repudiables para toda su vida y en todos lados: al llevar “la marca de la vergüenza” consigo. Debido a esto, los delincuentes marcados por tatuajes vergonzosos, comenzaron a tapárselos con otros tipos de diseños más mitológicos, en ocasiones llegando a cubrir casi toda la totalidad del cuerpo.





                



Más modernamente, durante la Alemania Nazi (hecho muy conocido) se utilizó el tatuaje para marcar a los prisioneros de los campos de concentración.

Desde finales del siglo XX, el tatuaje ha sido popularizado e incorporado progresivamente a la sociedad y hoy día éste cumple funciones sobre todo estéticas: una “expresión artística” que no distingue entre sectores sociales, aunque en ciertos ámbitos sigue teniendo connotaciones negativas o se considera como una extravagancia y, en algunos ámbitos sociales, hasta está prohibido o limitado a zonas no visibles.


Con todo esto, podemos llagar claramente a la conclusión de que los tatuajes no se puedan considerar una moda, pues llevan siglos haciéndose; aunque seguro que habrá personas que los llevan “por moda”, pero es su problema si después “su moda” pasa..., quedarán “pasados de moda”.


Hoy en día, ciertamente, los tatuajes son algo más que ''marcas'' (aunque etimológicamente la palabra  “tatuaje”  posiblemente proviene del vocablo  samoano «tátau», que significa “marcar”) que antiguamente sólo lo llevan gente como presidiarios, marineros y artísticamente eran muy pobres, hoy en día tenemos auténticas obras de arte sobre la piel.








Podríamos decir que los tatuajes son ya un auténtico fenómeno social y estético. Desde que pasaron de los ambientes carcelarios a las pasarelas de moda y a todo tipo de grupos demográficos en la mayoría de países occidentales, se han normalizado tanto que ya no resultan algo extraño, tal y como sucedía hace pocas décadas. Aunque todavía hay bastantes personas que miran dos veces cuando ven a alguien con un tatuaje.






Bueno ¿por qué la gente se tatúa? Yo personalmente, no entiendo a la gente que juega con su cuerpo (¡el gran tesoro de la Madre Naturaleza!), sin pensar cabalmente en sus consecuencias. Además de que pareciera que no acepta “el regalo” recibido, que no goza con él, me parece muy absurdo hacer algo para que los demás digan…






El caso es que, mientras nuestras sociedades van entrando en la actual “crisis de valores”, una mayoría de gente llega a andar perdida, con consecuentes “crisis de identidades” … Y vuelven las “necesidades” de significarse. Así, quien más carencias afectivas tiene, quien más problemas encuentra al definir su sexualidad o hasta la razón por la que vivir… ¡más necesitará de “destacar” ante su tribu! Sintiendo la obligación de aparentar ser quien no se es; siguiendo la moda de alguien que goza de fama: futbolista, cantante…










También surge (puede que debido a un debilitamiento de otros valores culturales e intelectuales) el “culto al cuerpo”, la pija devoción por la ropa de última moda… y deseo de aparentar como “modelos de moda” cada día (cayendo en las redes del consumismo).

Y aquí entra de lleno “la moda tattoo” en nuestra vida cotidiana. ¿Es algo razonable, es despropósito?






Hacerse uno o varios tatuajes no es exactamente como cortarse el cabello de una forma, pintarlo, usar una ropa específica. El plantearse hacerse un tatuaje es algo bastante más serio porque es algo que se va a quedar marcado de por vida y si solo se hace por moda, puede convertirse en una experiencia desagradable más adelante. El “porque lo lleva todo el mundo” o “porque está de moda” no parece que deban ser motivaciones muy adecuadas.

En principio, se supone que un tatuaje representa una manifestación que hace la persona para dar a conocer un gusto, una idea, una creencia. Y tal vez, se pueda considerar un derecho, pues todos somos libres de expresarnos como queramos sin dañar a nadie.


Aunque, seguramente, y sin criticar nada, pero quienes que se hacen tatuajes con un determinado significado, no deberían hacerlos sólo porque estén de moda…; porque, caso, con el paso del tiempo, se puedan sentir arrepentidos.

¿No es arriesgado tatuar algo en el propio cuerpo… para toda la vida?

Quizás por ello, no todo el mundo tiene la disposición necesaria para “escribir” algo en su cuerpo. Ya sea una expresión cultural de pertenencia, una devoción, un amor que se promete eterno, acaso por rebeldía... Pero ¿cómo garantizar que eso, sea lo que sea, va a ser para toda la vida?

En general (dicen quienes han estudiado el fenómeno actual) se ha llegado a la conclusión de que quienes se hacen tatuajes, responden a una tipología determinada de personalidad:


- Personas extravertidas, que dependen mucho de los estímulos externos en el entorno inmediato. Tantas veces se convierte en una necesidad para quienes van por la vida con una tan baja autoestima, necesitadas de recibir la atención de quienes le rodean: el hecho de recurrir a esta clase de recursos estéticos y simbólicos puede ser visto como un intento por construirse una identidad frente a los demás; tener la oportunidad de poder contar algo a través de historias trazadas por la tinta que decora el cuerpo.




- Suelen ser personas que tienen una significativa tendencia a recibir con alegría las nuevas experiencias; todo lo relacionado con la aventura y con la posibilidad de asumir un cierto grado de riesgo (¿novelería?). No importa lo que se, cualquier ocasión es buena para “salir de la rutina”.




- Gente a la que le gusta destacar, que con ello experimentan un cierto placer. La motivación que manifiestan tener para hacerse tatuajes es simplemente que les gustan o porque tienen un significado que ellas conocen más que nadie; pero en general, quienes deciden tatuarse la piel muestran una significativa motivación por destacar entre el resto.






- Y quienes se dejan guiar (o manipular) por la moda: se lleva, está de moda, “toca” hacerlo. Tampoco me convence el razonamiento. Según la opinión de Tihamér Tóth (a quien yo leía siendo joven) que “seguir las modas” porque sí, denotan poca personalidad.

Yo soy de ese grupo de personas que nunca ha estado de acuerdo con esa “opinión” tan común de “yo soy dueña (o dueño) de mi cuerpo” que utilizan, a menudo, quienes hacen barbaridades con él. Porque (yo así lo creo) todas y todos somos “patrimonio de la humanidad”: somos un bien social universal y lo que hacemos o dejamos de hacer repercute en los demás; empezando por quienes nos rodean, pero sin poner fronteras a nadie.


Pero quizás sea que yo no tengo una motivación fuerte para "marcar" mi cuerpo.

Y ¿cuáles pueden ser esas razones?

Es de suponer que quienes se tatúan habrán de hacerlo por algo ¿o no?


Según apuntan quienes han investigado sobre el tema, las razones más populares por las cuales a la gente les merece la pena pasar por la aguja y es que esos diseños pueden representar momentos importantes vividos (recordar un cambio importante en la vida), querer estar “a la moda”, ayudar a superar malas experiencias, a buscar cómo recordar algo para siempre (marcar un logro alcanzado), o como motivación para seguir luchando por un sueño. Acaso también es un modo de pensar que algunos tatuajes pueden funcionar como amuletos, buscando tener suerte o bienestar en la vida. Y todavía hay quienes lo hacen por pura coquetería, buscando algún motivo bonito para lucir en la piel.

Como también hay quienes encuentran razones para nunca hacerse un tatuaje: lo que para muchas personas es un arte, para otras es un peligro que, después de gastar un dinero, puede causar problemas de salud si no se tienen los cuidados necesarios o si aparece algún tipo de alergia. 
A parte de ello, puede traer complicaciones en algunos trabajos (pues hay empleos en los que no es permitido tener tatuajes, ya que no son bien vistos).


Pero bien: vivimos en una sociedad que posibilita que cada quien se exprese y viva según le apetece, siempre que no perjudique a los demás. Aunque la libertad hay que considerar que tiene una doble vertiente: quien actúa haciendo su voluntad tiene que admitir que los otros también lo hagan, no vale imponer criterios propios sobre el resto de la gente.


Y también, yo pregunto y me pregunto: ante estas expresiones tan anómalas, pero tan abundantes, ¿habrá alguna razón más honda que las motive?, ¿es sólo una moda o no será que en esta generación se está viviendo una profunda crisis de identidad?

Aunque, ciertamente, es realidad que hay que aceptar. Sabiendo que tanto si hablamos de creencias como de arte, lo que hagamos puede ser aplaudido o no, alabado o criticado.  


Seamos consecuentes con nuestros actos y ojalá que todo el mundo haga lo mismo. Ojalá.