VALORES
EQUIVOCADOS
Es evidente que muchos de los
valores tradicionales de todos los tiempos, hoy están cuestionados o en crisis:
el valor del bien común, el respetar la naturaleza, la honradez; y también, cuando hablamos de valores, hablamos de libertad,
paz, respeto, justicia, amor…
Los
valores son inherentes al ser humano, expresan su esencia y determinan la forma
de actuar y de ser. Los valores definen cómo es la sociedad, creada por quienes
viven en ella. Cada sociedad, por eso, desde su cultura, potencia y transmite
unos valores.
Las crisis de valores se producen
cuando su significado comienza a perder sentido y utilidad práctica en la vida
de una sociedad. No podemos negar, porque lo vemos y sentimos cada día, que en nuestras
sociedades (¿”occidental-democrática-burguesas”?), muchos de nuestros valores
pueden estar en crisis.
Son
valores que, muchas veces (demasiadas), vemos que mucha gente obvia… al
centrarse en “vivir bien”, disfrutar de todo lo disfrutable, sin pensar si con
esas posturas egocéntricas (egoístas) estamos seguramente perjudicando a tanta
gente o poniendo en riesgo el bienestar de próximas generaciones.
Pero si
tenemos por delante una crisis que supera a todas creo que es la enviar el
valor que tiene la vida de los seres humanos, de todo ser humano, sea cual sea
su condición, raza, edad, pensamiento. Y vemos cómo hay quien se puede gastar
miles de euros en cosas muy muy superfluas, mientras tiene al lado a
conciudadanos pasando muchas necesidades; o quien valora más la vida de un
perro vagabundo que la de unas criaturitas que se las maltrata o, simplemente,
se las sacrifica en una de esas clínicas en las que se venda la “interrupción
voluntaria del embarazo".
Pero también, cuando se obvia el
riesgo que tiene una acción caprichosa que pone en riesgo la vida de las
personas, la propia o la ajena. Porque si es inmoral atentar contra la propia
vida, quizás lo sea más hacerlo contra los otros, acaso desconocidos, que
pueden sufrir las consecuencias de nuestros actos o indolencias.
En
un contexto de crisis como el que vivimos actualmente, cada valor cuenta, pero quizás
nunca podamos dejar atrás el valor de la solidaridad.
Y ¿a
qué me quiero referir en esta ocasión? Pues a algo que está sucediendo justo a
unos metros de donde yo vivo: en la esquina de las calles Pagés del Corro y San
Jacinto existe un enorme ficus (muy hermoso ficus, casi un
símbolo de nuestro barrio) que, ha quedado demostrado que es un ser muy
peligroso: ya ha atentado, en más de una ocasión, contra la vida de algunas
personas.
Sea quizá el más significativo el caso, ocurrido hace poco más de un
año, de que una de sus ramas golpeó e hirió a varias personas entre ellas a una
vendedora de la ONCE que, habiendo perdido el bazo y haber estado meses
hospitalizada, aún está padeciendo dolencias por culpa de aquel tremendo golpe.
Lo hemos dicho mil veces: seguramente
desde hace ya unos cuantos años, pero cada vez más ¡se ha convertido en un
peligro público! Así pues, aunque sea una belleza, está siendo necesaria su
tala, pues está ubicado en un espacio
urbano muy concurrido de personas mayores y también de colegiales.
Siempre será más justo sacrificar
a un árbol, que seguir arriesgando vidas humanas.
Es lo que yo, José-María Fedriani,
pienso.