sábado, 21 de abril de 2012

A PROPÓSITO DE...



El avestruz cree que no viendo, no vive. El avestruz no sabe… ¡que la historia sigue… y es peligroso negarse a ver la realidad.

Cuando nos negamos a ver la realidad, estamos eludiendo el aceptarla; que no quiere decir que siempre estemos de acuerdo con ella, pero no podemos negarla. Yo creo que es muy peligroso no reconocer las cosas como son. Es como apuntarnos a “permanecer en la ignorancia”.


Y si es importante saber ver nuestro entorno, aún más lo es el saber mirarnos, el atrever a observar nuestra propia persona, nuestro ser. Tener conciencia de que nunca voy a saber, realmente, quien soy yo (lo que valgo, mis virtudes y carencias) si no soy capaz de mirarme, de arrostrar mi propia realidad (desde el ir observando “esos espejos” en los que me reflejo, diaria, cotidianamente).

Comunicarse eficientemente con las personas con las que nos relacionamos, con precisión y empatía, y dejando un poso de imagen positiva ante nuestros interlocutores, es uno de los cometidos clave en una vida en sociedad.

Se trata de un proceso complejo, en el que debemos articular habilidades aprendidas y talentos naturales (como el dominio del lenguaje oral y gestual, el don de la oportunidad, la adecuada gestión de las emociones, el encanto personal…). Y en el que hemos de combinar la tolerancia necesaria para aceptar y entender al otro, con la capacidad de expresar nuestras opiniones o preferencias.

Todo esto tiene mucha relación con LA ASERTIVIDAD. Esa habilidad de comunicación interpersonal y social que nos lleva a SER quienes somos y a VIVIR como creemos que debemos.

Pero ¿qué es llegar a ser una persona asertiva?

Es aquella que tiene la capacidad de saber transmitir hábilmente sus opiniones, intenciones, posturas, creencias y sentimientos.


La habilidad de la ASERTIVIDAD consiste en crear las condiciones que nos permitan conseguir todos y cada uno de los siguientes objetivos:

EFICACIA: conseguir aquello que nos proponemos.

SENTIRSE BIEN, al hacerlo: no sentirse incómodos en situaciones en que existe un conflicto de intereses.

SIN CREAR PROBLEMAS: ocasionando las mínimas consecuencias negativas ni para uno mismo, ni para la otra persona, ni para la relación.

En situaciones de aceptación asertiva, ESTABLECER RELACIONES POSITIVAS con los demás.


Como elemento muy importante en la habilidad está el saber decir “NO”.

En realidad, hay dos cosas que a muchas personas les resultan problemáticas o difíciles: una es de pedir o solicitar favores, y la otra, decir “no”.

Centrándonos en esta última cuestión, dar respuestas negativas supone un esfuerzo, empeñados como estamos en querer “caer bien”, en resultar tolerantes, comprensivos, amables y diligentes. La timidez y el déficit de autoestima son problemas añadidos a la hora de decir que no.

Hemos de saber diferenciar entre no contrariar a nuestros interlocutores porque, alguna vez, no coincidimos con sus propuestas, opiniones o planteamientos y entre hacerlo por sistema, siempre y en cualquier circunstancia.


Si no manifestamos nuestro desacuerdo cuando discrepamos en cuestiones importantes, o si hacemos lo que consideramos inapropiado o lo que resulta perjudicial para nuestros intereses, estaremos anteponiendo las necesidades, opiniones o deseos de los demás a los nuestros; lo cual no suele ser lo mejor.

Esto puede causarnos, además de los previsibles perjuicios de índole práctica, problemas de autoestima, y puede trasmitir de nosotros una imagen de personas con poco criterio.

Tras una conducta “complaciente” puede hallarse la creencia de que llevar la contraria o no aceptar tareas que consideramos incorrectas o que no nos corresponden conduce a que se nos vea (o hasta nos veamos) como egoístas o insolidarios. Mucha gente piensa que eso es casi lo peor que les pueden llamar, hasta tal punto tienen asumido que la generosidad, la compasión, la empatía y la incondicionalidad son atributos positivos, y del todo contrapuestos al egoísmo natural (y hasta cierto punto, lógico) de todos los humanos.

Algunas personas tienen miedo a decir NO: sufren cada vez que se han de negar a algo, bien sea por miedo a defraudar las expectativas de otras personas, bien por temor a no dar “la talla”, o a no saber argumentar su negativa; o por simple pereza y comodidad. Se trata, en definitiva, del miedo a no ser valorados y queridos.

Nuestra necesidad de ser valorados, atendidos y tenidos en cuenta, puede llevarnos (desde el espejismo que crea una autoestima poco asentada) a mostrar una constante disponibilidad “a todo”, lo que nos hace caer en una dependencia no sólo de los demás, sino de esa imagen desde la que actuamos, dejando de ejercer nuestro derecho a decir “no”.

Esa “dependencia” dificulta nuestra evolución personal, dinamita nuestra autoestima e imposibilita el libre ejercicio de la responsabilidad que propicia unas saludables y equilibradas relaciones de interdependencia con los demás, en las que decimos “sí” cuando lo consideramos adecuado y en las que mantenemos vigente la posibilidad a decir “no”.


Se trata de saber decir “no” sin sentirnos culpables por ello.
Cuando deseamos algo y decimos “otra cosa”, o cuando queremos decir “no” y tampoco lo expresamos…, estamos quitándole valor a nuestras palabras; tanto a nuestras afirmaciones como a nuestras negaciones.

Y devaluar nuestra afirmación es hacerlo con nuestro crédito como personas que sienten, piensan y tienen criterio propio. Equivale a devaluarnos ante los demás y ante nosotros mismos.


Hemos de buscar un equilibrio que nos permita ser tolerantes y comprensivos, pero siempre habilitando un espacio para expresar nuestros matices o discrepancias. Si cedemos siempre, nos estamos haciendo daño. Si no somos capaces de decir “no”, pensaremos que a los demás les puede ocurrir lo mismo. Y cada vez que obtengamos una afirmación a algo que pedimos o comentamos, dudaremos de si realmente es una respuesta sincera, y paralelamente, si le importamos a nuestro interlocutor.

Conectar con nuestras necesidades, atender a lo que queremos y necesitamos, priorizar el cómo estamos en cada momento y situación, nos obliga a saber decir “no”.

En ocasiones, decir “no” nos resultará muy necesario para conocernos, para significarnos y mostrarnos al mundo tal como somos. Para ser, frente a nosotros mismos y ante el mundo que nos rodea, quienes realmente somos.

Desde la sinceridad empática (acercándonos a la situación del interlocutor o interlocutora), es como entablaremos unas relaciones de autenticidad; en las que impere un diálogo más auténtico, fluido y constructivo. Y podremos decir que sabemos con quién hablamos y cómo se encuentra la persona con la que lo hacemos.

Existen demasiadas relaciones vacías, formales, vestidas de cordialidad y buenos modales. Pero una cosa es la sociabilidad y otra muy distinta, la hipocresía del “quedar bien” a toda costa (aunque estemos cayendo en la falsedad).


Por eso es imprescindible que sepamos:

·       Decir  “no” cuando queremos decir “no”.
·       Sin que nos sintamos culpables por decir “no”.
·       Dando (adecuadamente) prioridad a nuestras necesidades, opiniones y deseos no es una manifestación de egoísmo, sino de responsabilidad, autoestima y madurez.
·       Diciendo “no” cuando lo consideramos justo o necesario es la mejor forma de comprobar en qué medida se nos valora y se nos quiere por cómo somos en realidad.
·       Permitámonos verificar que nuestras negativas no sólo no rompen vínculos con los demás, sino que plasman un compromiso de sinceridad, respeto (por los demás y por nosotros mismos), responsabilidad y autenticidad.
·       Porque la confianza se fortalece cuando el diálogo y la interacción no se sustentan en falsos asentimientos y condescendencias.
·       Y porque, además, si ejercemos nuestro derecho a decir “no”, podremos pensar que los demás hacen lo propio, y asentaremos una comunicación más fiable, veraz y fluida.


5 comentarios:

  1. Cuantas cosas interesantes se puede aprender de un Avestruz. Personalmente lo comparo con mi marido, A veces se niega a aceptar la realidad de las cosas y eso me atormenta; pero bueno, Cada cual es como es,. Un placer visitar tu blog, Muchas Bendiciones !

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  2. Jose...." A propòsito de...."

    Se decir NO , pero a veces es mejor quedar callados y escuchar, si no estamos de acuerdo en algo.
    Saber expresarnos para el buen entendimiento, que las palabras no sean
    distorsionadas.
    ¡¡¡ interesante lo que has publicado !!!

    un beso desde Argentina

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  3. La asertividad es una asignatura pendiente en muchas personas. No todo el mundo sabe decir "no", y eso solo genera malestar e insatisfacción. Pero es bueno conocer el tema y hacer un esfuerzo por ser cada vez más asertivos, practicar la crítica constructiva y no sentirnos culpables cada vez que consideramos acertado tener que negarnos a hacer algo.
    Gracias por toda esta guía y orientación

    Un saludo

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  4. Gracias por estar ahí, enriqueciendo mi blog. El tema tiene su importancia y creo que volveré a ofrecer más informaciones sobre el tema (lo tengo bastante trabajado, es material base en algunos de mis talleres).

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