viernes, 28 de febrero de 2014

JUNTO AL MAR...

 
 

         LA AVENTURA            DE IR A LA PLAYA
 

 
Ir a playa

es siempre una aventura

y siempre es positiva;

aunque sea largo el camino

o nos entre arena en los zapatos.

 

Porque es abrirse al sol

y al contacto real

con el aire, el agua

y la brisa del mar.

 
 
 


Y también es, desde luego,

aceptar ser

lo que se es:

aprehender a amar

el propio cuerpo

y hasta reconocer

que hay belleza

en cuanto no está acorde

con los cánones ya clásicos

de la estética o el arte.

 

Mirando al mar, enseguida

vemos que, sorprendentemente,

no hay dos olas iguales;

ni tampoco, siquiera,

el rítmico movimiento de las olas

llega, nunca, a ser rutina,

ni el mecánico sonido

de unos golpes provocados.

Es, quizás, como el latido,

ritmo vital de un corazón;

nunca la respuesta tecnocrática

a una programada fórmula matemática

que alguien pensó

e impuso sin más.

 
 
 


Mirando al nuestro propio

y a los otros cuerpos,

es hermoso descubrir

que lo más hermoso está

en lo plural

de todo lo que es tan natural.

 

¡Tanto coleto diferente!

en todo, y todos hermosos:

senos exuberantes y carnosos,

pechos pequeños, tetas diminutas;

unos vientres planos y otros obesos;

sexos peludos o pubis depilados

que hacen imaginar

locas pasiones no frenadas,

entregas totales para carnal placer

y también tiernos deseos amorosos

y afectos delicadamente íntimos,

regalados sin más prisa

que ser grata complacencia...

 
 
 
 


Variedad plural, así mismo,

en las espaldas y las nalgas:

hombros robustos

que inspiran segura fortaleza

y también redondos y suaves

que trasladan mi mente

a un baño de sensual masaje

o a un sutil abrazo

acompañando el ritmo armónico

de una dulce melodía...

E igualmente bellos aparecen 
 
esos culos hermosos

que evocan las costas del Caribe

o aquellos otros que se notan

trabajados, labrados hasta domados

de educación física y deporte.

 



La playa...

¡qué conjunto tan completo

de placeres

en relación con todos

los que son nuestros sentidos

despiertos a colores, olores,

sabores, caricias, rumores y sonidos.

 

Es tremenda la ofrenda

que nos hace, cada vez

que elegimos vivir una jornada

o, acaso, dedicar un rato...

para, descanzando nuestros piés

y quitándonos el ropaje

de andar por las urbanas calles

que nos llevan a los tantos

quehaceres cotidianos,

meternos en ese espacio único

de arena y sol,

de agua y brisa...

que es ¡la playa!

 

                   (en ADN)










1 comentario:

  1. HOLA,BUENAS NOCHES,HE LEIDO,HE VISTO LA COMBINACION DE LAS PINTURAS CON LO ESCRITO Y REALMENTE LO FELICITO,LASTIMA ESTAR TAN LEJOS SINO LE ESTRECHARIA SU MANO Y ME SENTIRIA ORGULLOSA! GRACIAS POR COMPARTIRLO! SALUDOS!

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