martes, 13 de enero de 2015

¿CASUALIDAD, SUERTE, CAUSALIDADES...?


UTOPÍAS  POSIBLES


 (VIVENCIAS ACERTADAS)

 
Hay quien nunca encontró un trébol de cuatro hojas. Hay quienes piensan que es imposible hallarlos, que no existen. Sin embargo, quienes los han encontrado, saben que existen. Incluso hay personas que han sabido encontrar varios en un mismo día. Y... ¿qué es lo que hay que hacer para encontrarlos?  ¡Muy fácil! Hay que buscarlos. Difícilmente encontrará alguno quien no los busque. 
 
La suerte no cae del Cielo, no es algo fortuito que nos llega...

sino que es el resultado positivo de una acción positiva.

No llega en razón a la casualidad, sino que es causalidad.

La suerte del arquero que acierta (dando con su flecha en el centro de la diana)..., no es tal suerte. Es el resultado de un esfuerzo: de un entrenamiento, de un aprendizaje, de una concentración y, en última instancia, de algunas otras causalidades consecuentes...

Pero..., bueno. Quizás, acaso, tal vez, puede ser... que la suerte exista.

Bien, si es que la suerte existe, podríamos decir que Bonifacio tuvo suerte en la vida. Sus padres eran unos trabajadores, pero pudieron darle estudios a sus hijos, a Bonifacio y a Ana. Y luego, las coyunturas laborables les fueron favorables. Sobre todo a Bonifacio que, en unos años, se convirtió en una persona exitosa como economista y asesor empresarial; por lo que, siendo aún relativamente joven, consiguió atesorar todo un capital, un buen patrimonio. Además, como había recibido una educación basada en ideas firmes como creyente, con unos buenos principios éticos y solidarios bastantes sólidos, pues estaba bien considerado y era apreciado desde muchos ámbitos de la sociedad.

Empezando a triunfar en su vida laboral, había conocido a Irene, una inteligente y linda chica muy valiosa, con muchas inquietudes sociales, y también muy aficionada a la vida sana y armónica con todo lo natural.  Tanto que, después de acabar su carrera de sociología, Irene quiso algo más y realizó los estudios para hacerse trabajadora social. Dejó sus clases en un Colegio y se puso a trabajar en una ONG de acogida a inmigrantes; para dedicarse, sobre todo, a dar apoyo a los niños, hijas e hijos de estas personas a las que atendía la ONG. Según ella, sobraban burocracias, pero también era un trabajo que le daba muchas satisfacciones.

Bueno, Bonifacio e Irene se conocieron, se gustaron, conectaron, se hicieron novios. Todo ¡un flechazo!. Y, en unos meses, se casaron. Tuvieron tres hijos, buscados y queridos. Fueron alegría para ellos y para sus abuelas y abuelo.

Y hablando de abuelas..., la madre de Irene, estaba viuda, era un poco excéntrica y aficionada al juego. El caso es que, como la lotería es una cuestión matemática, estadísticamente las posibilidades de acertar son mayores para quienes juegan más... Y, así, en una de estas, a doña Irene le tocó un primer premio en la lotería. Fue lo único que le faltaba para dedicarse a viajar por todo el mundo... y a comprar obras de artes por todas partes donde iba...

Habría que decir que no se lo gastó todo, en estos afanes, porque tuvo un accidente que la llevó a estar postrada unos meses en una silla de ruedas y a morir, posteriormente, quizá porque no quedó bien del todo, o porque le faltó la ilusión por vivir.

Los quehaceres, profesionales y familiares, iban bien. La economía, magnífica. Los hijos crecían, sin dejar de necesitar de atención y cuidado. Bonifacio estaba demasiado ocupado. Pero no menos lo estaba Irene, aún teniendo ayuda en casa.

Sus vidas, a veces, parecía que se les escapaban de su control...

Una noche, después de ir al teatro y cenar con unos amigos, de vuelta a casa..., surgió la pregunta ¿y... somos felices así?, ¿qué estamos haciendo con nuestras vidas?, ¿se nos estará escapando, acaso, lo más importante?

Quizá este fue un momento determinante de sus vidas.  Irene y Bonifacio, a partir de este día, empezaron a pensar que, a lo mejor tenían que hacer algo por a romper son su estresante situación...

Decididos como estaban, se prometieron poner solución al “laberinto” de esta vida en la que estaban metidos y, aunque era una vida llena de privilegios, ellos no se sentían ni a gusto ni tan realizados como personas.

Sin dejar pasar la semana, buscaron un día libre...; o mejor dicho, buscaron la forma de tener un día libre y se fueron a pasear por una playa solitaria...

Ahí, sin posibles interrupciones, charlando largamente, llegaron a clarificar, consensuadamente,  qué es lo que querían: encontrar la felicidad desde la armonía con la naturaleza.  Sí,  la felicidad de vivir conforme a la naturaleza, que diría Epicuro.    

Y esto ¿cómo?, pues cambiando radicalmente su estilo de vida. Ahora tenían que buscar el lugar idóneo..., según una lista de prioridades que fueron haciendo esa misma tarde.  Y, desde luego, les tocaba hacer partícipes a sus hijos;  y luego, comunicarlo, también, al resto de la familia,  en sus trabajos, a sus amistades... 

Bueno, pero cada cosa a su tiempo, ordenadamente. Sin prisas, pero tampoco dejando pasar demasiado tiempo. La decisión estaba tomada.

Sólo unas semanas y había aparecido el sitio ideal... Con una casa grande, que pudiera estar abierta a los sus amigos y a los amigos de sus amigos. Con espacio suficiente para convertirse en lugar de encuentros y tertulias; donde también se pudiesen dar ocasiones para la reflexión compartida, la oración participativa, la búsqueda consensuada de valores para la vida de nuestro siglo...

Paralelamente, “LA UTOPÍA” (que sería el nombre que darían a la finca) sería un espacio de acogida para trabajadores campesinos, sin importar la nacionalidad de los mismos; sin pretender obtener unos excesivos beneficios, pero sin poner en riesgo la estabilidad del proyecto: no explotar a la gente, sino obtener beneficio para todos sin perjudicar a nadie. La idea era montar una especie de cooperativa agrícola; sin ceder la propiedad de la tierra, de la hacienda, pero organizada por y para los trabajadores, con el compromiso de ayuda mutua entre unos y otros.

Después de tan sólo unos meses, la hacienda “La Utopía” estaba en marcha.  Estaba cruzada por un riachuelo, a un lado estaba la casa de la familia; al otro lado, estaban las tierras de labor y, subiendo hacia la montaña, había un edificio de planta baja, tipo rancho, que serviría como lugar de acogida para quienes llegaran;  y, además, ya se estaban construyendo diversas casas para las familias de las trabajadoras y los trabajadores. También ya se habían venido a vivir y trabajar un buen número de personas, de entre las cuales había muchos inmigrantes de varios países del Sur, aunque no sólo vinieron extranjeros, pues también había personal autóctono. A la par que venían estas personas a trabajar, ya se habían ubicado, por la hacienda,  caballos,  un rebaño de ovejas y cabras, algunos gallos y un centenar de gallinas. 

La organización de trabajo, estuvo pensada y programada de la siguiente manera:

Habría como dos áreas de producción y consumo. La una zona que quedaba detrás de la casa central de finca “La Utopía”. La otra, más extensa, la que estaba al cruzar el río, hasta la montaña.

Aproximadamente el 20% del tiempo de horas de trabajo, estarían al servicio de la hacienda, considerando una jornada laboral de 35 horas semanales, o sea: 7 horas a la semana estarían al servicio de los patronos; mientras que las otras 28 horas serían para trabajar su tierra o huerto comunitario, al servicio de todos los obreros y sus familias: podían consumir o comercializar todos los rendimientos de la tierra o productos. El huerto era para ellas y ellos, si bien la propiedad no podía pasar a manos de otros.

Irene y Bonifacio, vieron (y así estuvieron) rodeados de sus hijos y (con el paso de los años) cada vez de más y más amigos; viejos amigos, nuevos amigos, fueron viendo, y experimentando, que la vida es una dignidad a la que no debemos renunciar, y que es para vivirla con gozo, compartiéndola con otras personas y haciendo el bien a cada quién... pues sólo siendo útiles nos acercamos a la felicidad.

No podemos creernos que nuestro mundo es perfecto; pero el mejorarlo... depende de todos. De cada una, de cada uno, de nosotras y nosotros.

 

(De mi libro de relatos y leyendas “DESDE EL ALFÉIZAR”)
 

14 comentarios:

  1. Hola José María, un buen relato para reflexionar el ritmo de vida que hoy día llevamos, donde se aparca la manera de ser feliz, tras múltiples cosas.
    Gracias, es muy ameno.
    Un gran abrazo.

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    1. Gracias hermana Cecilia. Valoro mucho ese reconocimiento positivo considerando de quien viene. Me alegra tener noticias suyas.

      Propongámonos un 2015 feliz y solidario.

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  2. Hola, José María, Gusto saludarlo y a la vez felicitarlo por su escrito. Me encantó como si hubiera sido parte de él. Curiosamente tengo un finca pequeña con las característica de la finca Utopía, que describes. Comparto en buena parte el punto tu vista sobre la suerte.
    Maravilloso escrito con un lenguaje sencillo.
    Un abrazo, amigo.

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    1. Gracias. Y a mi me encanta tener un comentario de un sr. que se llama Adalberto, como el protagonista de mi novela "Grandes Regalos".

      Un cordial saludo.

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    2. Por cierto, puede saber algo del libro en:
      http://nuestroaquiyahora.blogspot.com.es/2013/11/fedriani-en-libreria-beta.html

      Y saludos a esa tierra linda, Colombia.

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  3. Olá Jose-Maria!
    Vim agradecer sua visita tão simpática ao meu Blog. Demorei mas cheguei aqui e tive a grata surpresa, seu Blog é magnífico rapaz!
    Voltarei sempre que puder. Um abraço.
    Regina

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  4. Qué relato entrañable! Felicidades por el libro y para el nuevo año! Un abrazo

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  5. Parabéns pelo livro, José Maria. e um 2015 pleno de sucesso e saúde.
    Bela mensagem transmite o livro, o esforço por melhorarmos nossas vidas, depende de nós!
    Forte abraço
    Sandra May

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  6. ¡Excelente!
    Me quedo con: No podemos creer que nuestro mundo es perfecto; pero el mejorarlo depende de todos.
    Un saludo

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  7. ¡Gracias por vuestros reconocimientos positivos!

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  8. Bunas Jose María,
    He llegado a tu blog por casualidad a través de otro blog sobre Córdoba y la verdad que me ha encantado. Escribes estupendamente, ¡aunque ya lo sabes y no hace falta que te lo diga yo!
    Yo estoy comenzando también por el mundo bloggero con un blog sobre actividades que hacer y visitar en Córdoba, datos de interés, opiniones sobre restaurantes, teatro, etc.
    Como ya te he dicho, estoy empezando pero me gustaría que te pasaras y te quedaras por allí conmigo: http://quehacerencordoba.blogspot.com.es/

    Nos vemos pronto

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    1. Gracias. Y... Córdoba ¡yo sigo enamorado-encantado con esa maravillosa ciudad!

      Un abrazo.

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  9. ¿Qué puedo decir? creo en todo lo de arriba... lo real, lo ficcional. El bien y el mal están habitando dentro de las personas... ellas deciden qué hacer con su fuerza, su pasión, su entrega. Sé que la envidia es el sentimiento más dañino del mundo y quien la padece no puede curarse... y se lleva consigo la vida y a los seres que le rodean. Primero que todo liberarse... de ello, luego mirar qué dones tenemos, y a continuación a ponerlos en práctica holísticamente, en pro del bien y de un actuar fraterno. Gracias! por este texto, cae encima de una manera intensa, es bueno, cuestiona el vivir. Saludos! En hora buena!

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  10. Causalidad , casualidad, todo es posible.

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