EL JAZMÍN QUE NO DABA FLORES
Hacía años (más de diez) que había sembrado aquel jazmín. Estaba
hermoso. Sus ramas habían cubierto toda la tapia…, pero pasaban los años y
apenas florecía. Sólo algunas tímidas florecillas aparecían, en las ramas más
jóvenes, para enseguida quemarse.
Aquel jazmín era todo un engaño ¿qué si no es un jazmín sin dar
sus flores ni su olor?
Pero, cada verano, esperaba… Lo regaba, le echaba abono para
nutrir la tierra…, pero ¡nada!
Un día, desesperado, desesperanzado, cogí la tijera de podar y
corté sus ramas; luego, aserré sus troncos; por fin, arranqué, con la ayuda de
una azada, la mayor parte de sus ramificadas raíces.
Me daba mucha pena…, pero aquel jazmín ¡no era lo que tenía que
ser!, nunca lo había sido.
Hice un montón en medio del patio y le prendí fuego. Observé el
espectáculo como si estuviese asistiendo al funeral de un ser querido,
sintiendo que le estaba diciendo adiós a una vieja expectativa convertida en desilusión.
Luego, las cenizas (como movido por intuición) las volví al
lugar de dónde procedían, las deposité en el arriate, que dejé así, casi sin
querer mirarlo, algunas semanas.
Cayeron las primeras lluvias…
Por fin, un día decidí sembrar otra cosa en aquel espacio
baldío…, a ver si había más suerte que con el jazmín.
Y ¿por qué no? Y si probaba a sembrar… ¿unas buganvilias?
Eso es lo que hice: tres de tres colores diferentes.
Eché mantillo con alguna tierra nueva y humus de lombrices, para
mejorar a fondo la tierra. Y, pensando en que quedara cubierta la parte baja de
las plantas que habrían de crecer, sin duda, trepando por la tapia, al pié de éstas puse unos áloes…
En unos meses, empezaron
a crecer y a crecer: ¡eran rojas, amarillas y anaranjadas!
Pero… es que…, al llegar el mes de junio, empezaron a aparecer,
entre las arracimadas ramas de las buganvilias, unos hermosos jazmines blancos…
¡cómo los que yo había soñado hacía y tantos años!
(De mi último libro “EL FUTURO EN MIS MANOS - historias de
superación”)
Pura envidia del jazminero. Saliste ganando con las dos preciosidades.
ResponderEliminarUna vez planté una maceta de margaritas (de bola), se secaron y quedó la mata como muerta, paso un año y pasaron dos, y no se movía, aunque no la arranqué. A la tercera primavera rompió a florecer y fue el rincón mas bonito de mi jardín. Había estado creando raíces para asentarse bien.
A veces hay que saber esperar, sí señor. Pero otras tantas... ¡hay que optar por hacer cambios!
ResponderEliminarEl jazmín estaba tan solo...En cuanto vio alegría a su alrededor quiso salir de una timidez que casi le cuesta la vida. Menos mal, esperaba un final feliz. Ahora a disfrutar de un arriate lleno de belleza y buenos olores.
ResponderEliminar"El patito feo se transformo en un precioso cisne" ha sido un placer leer tu escrito.
ResponderEliminarUn abrazo.