Otro
concepto discutible.
En Lisboa, en el Barrio de Belem, hay un Monumento (impresionante y de gran belleza, por cierto) a los Descubridores.
El monumento tiene aspecto de nave
que se adentra en el río. Construido en 1960, para celebrar el quinto
centenario de la muerte del príncipe Enrique el Navegante. Aparecen veintiún personajes
históricos relacionados con los descubrimientos.
Pero… el Monumento a los Descubridores,
desde luego, representa todo un concepto de cultura que, nos parezca bien o no,
en este siglo XXI, bien podría ser ocasión para cuestionarnos algunas cosas.
Pero volviendo al concepto que
ilustra el monumento: ¿a qué me vengo a referir?
Lo que vemos, con admiración y
fotografiamos…
Es una valoración del imperialismo,
reconocimiento de un hecho histórico que siempre ha sido aceptado, valorado y elogiado
como si realmente se tratara de algo muy digno de admiración y hasta de
alabanzas…
Algo que, desde que éramos niños, se
nos hizo valorar, en la educación-instrucción que recibíamos.
Pero hoy, yo me planteo (y abro mi
pregunta a quienes me leen): ¿hasta dónde son plausibles un tipo de actuaciones
como éstas?
Pues conquistar… ¿qué entendemos por
conquistar?
Según mi diccionario se trata de
«Adquirir algo por la fuerza de las armas»; también de «Ganar la voluntad de
una persona o atraerla a un partido u opinión»; o lo que es lo mismo: lograr
cambiar el pensamiento, la opinión y hasta la voluntad de otra persona. ¿Cómo
es ese convencimiento?
Y cuando hablamos de la seducción
amorosa, ¿qué se entiende por “conquistar”?, ¿acaso robar el corazón? Pero (insisto
en mi duda conceptual), ¿y robar es, también, un valor de nuestra cultura?
Conquistar…, un concepto discutible, desde luego. Y ¿es aceptable
en nuestros esquemas culturales de hoy, algo que tan poco o nada tiene que ver
con el valor supremo de la libertad?
¿Es, acaso, un acto de justicia el
sometimiento, a base de la fuerza de las armas y, en el mejor de los casos, del
engaño?
No quiero tampoco juzgar a quienes se
dejan seducir, de tal manera que sus sentimientos son ganados o “conquistados” y
llegan a “rendirse”… ante el “usurpador”, u “osada bandida”, capaz de adueñarse
de la propia libertad; pues dicen que “en el amor y la guerra todo vale”. Pero
sí dejo aquí, abierto, el tema.
Junto al monumento está, forjada en
hierro, “la rosa de los vientos”… Quizás es un canto a que, a veces, tantas
veces, ¡hay que echar a volar muchas viejas “valoraciones” y transformarlas a nuestros
nuevos valores!