Cada año, llega esta
fecha-icono en la que la gran mayoría de gente se reúne, en torno a una mesa
festiva, para celebrar… ¿qué?
Para algunas personas,
significativamente, la noche de la nochebuena es la celebración (el cumpleaños)
de aquel Niño que se cree que nació en Belén, al que históricamente se le
conoce como Jesús de Nazaret.
Y es un “cumpleaños” no
ajeno; pues, para quienes creen (creemos) que Jesús es Hijo de Dios, tiene
mucha importancia.
Este acontecimiento único, en
el que al hacerse hombre el Hijo de Dios, al encarnarse en la naturaleza
humana, nos llevó a toda la raza humana a convertirnos en hijas e hijos del
Padre Dios.
La nochebuena es la víspera
de la Navidad, es la conmemoración de la
llegada de la Salvación.
Pero esta creencia, esta
trascendental creencia, es algo asumido por sólo una pequeña parte de quienes
nos reunimos, cada 24 de diciembre, para comer y beber, cantar y brindar…,
alrededor de una mesa.
Así, no todas las familias
que se reúnen para “celebrar” este acontecimiento histórico que sucedió (salvando
los errores de cálculo hoy conocidos) aproximadamente hace 2.015 años, viven,
conscientemente, esta creencia (tantas veces más cultural-sociológica-popular
que profunda y personal).
Y entonces ¿qué es lo que,
mayoritariamente, se celebra por estos días, aquí como en otros muchos países (de
nuestra sociedad más occidental y también más orientales), en nuestras calles,
en nuestras instituciones, en nuestros centros comerciales, nuestros hogares…?
¿Es, simplemente, la fiesta
del consumo y del derroche?, ¿es la ocasión
única para comprar y regalar, para despilfarrar comprando todo tipo de
alimentos y manjares (hasta en demasía) que, a lo largo de todo el año, acaso
nunca asoman a nuestras mesas cotidianas?
¿O, tal vez, nos paramos a
pensar que si todo el mundo quisiera… ¡el mundo podría ser mejor!?
Si queremos, podemos. Y si
podemos, debemos. Ya es hora de ¡celebrar
que la Paz, el Amor, la Esperanza y la Alegría son posibles!, de creernos y
comprometernos porque hasta la Libertad y la Justicia son alcanzables.
Eso
es CELEBRAR LA NAVIDAD. Es NAcer a
la VIDA Diferente.
Y
todo el mundo puede colaborar con ello, aunque sea con pequeños gestos.
Quienes quieren y pueden
(creyentes y no creyentes, buscadores de la verdad y pasotas, agnósticos y
ateos…) se encontrarán estos días, para compartir una horas con su familia y
amistades.
Unos y otros, se sienten
impelidos a entrar en la tradicional costumbre de celebrar algo único, aún sin
saber…
Bueno, históricamente se sabe
que, desde la más remota antigüedad, se celebraba la fiesta del nacimiento del
sol: para los romanos era el sol invencible (asociado a Apolo); para los
germanos y escandinavos, era el del sol naciente, la lluvia y la fertilidad; los
aztecas celebraban la llegada del dios sol, mientras para los incas era la
fiesta del renacimiento de Inti. Efemérides que siempre eran por estas mismas fechas.
El sol siempre alienta a la vida vegetal natural que empieza a rebrotar…
Por otro lado, el día de
Navidad resulta una fecha mágica: pues el 25 es 2+5=7 y el 12 es 1+2=3; y, a su
vez 7+3=10, que es lo mismo que 1.
Actualmente hay quienes,
reclamando una “cultura laica” frente a una de “cristiandad” seguramente
bastante trasnochada, reivindican que lo que es de celebrar en estos días no
sea la Navidad (importante fiesta del cristianismo), sino el Solsticio de
invierno (en el Hemisferio Norte) o el de verano (en el Sur).
Aunque, pienso yo, no hay que
dejar de reconocer que, como tantas cosas que se han dado a lo largo de la Historia
de la Humanidad, que la llenan de irónicas bromas, esto no deja de tener
también su gracia; pues lo que hizo la Iglesia (en el siglo III) no fue más que
“cristianizar” otra fiesta anterior idólatra, al establecer la Natividad del
Señor Jesús en una fecha en la que, entonces, se celebraba la ancestral
costumbre pagana de adorar al sol…
Seguramente el mundo seguirá
cambiando. Y muchas costumbres establecidas, antes o después irán cambiando.
Ojalá que siempre sepamos guardar lo mejor de todas las herencias que,
generación tras generación, recibimos todos cuando llegamos a la vida.
Respecto a la Navidad, bien
estará que nos quedemos con celebrarla como un canto a la Vida, sabiendo que la
vida es el regalo con el que contamos; que es el camino que, a cada quien, nos
lleva a la felicidad. Y que, certeramente, la clave para llegar a ser felices
es aprehender a saber amar y a sentir que alguien nos ama.
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datos en:
Lindo e interesante post. Gracias por dejárnoslo leer. Y feliz Navidad, poeta.
ResponderEliminarGracias Nidia, feliz Navidad.
EliminarBuena entrada José María.
ResponderEliminarOjalá la Navidad se manifestará todos los días de nuestra vida con las buenas obras.
Un gran abrazo
Gracias Cecilia Codina, gran poetisa desde la vida religiosa. Feliz Navidad.
EliminarBien dicho. Y sí, es verdad: el Hijo de Dios se hace hombre, en realidad no nació, sino que se encarnó. Lo que celebramos es la llegada del Niño Dios a la Tierra, su querer hacerse hombre. No es nacimiento de Dios, que vive desde la Eternidad.
ResponderEliminarFelicidades.
Me encantó llegar a tu casa esta Navidad Jose Maria. leer y disfrutar tu reflexión, te felicito
ResponderEliminarUn abrazo y espero que hayas pasado una feliz Noche buena y dia de Navidad
Un abrazo
Carmen
Sábete bien recibida. Felicidades.
EliminarOlá, José Maria, felicitações para um ano de 2016. Que seja de saúde, paz e prosperidade.
ResponderEliminarAbraços, Sandra May.
Gràcies per seguir el meu blog, Jose-Maria.
ResponderEliminarAquesta entrada m'ha agradat molt. La humanitat encara és molt lluny de celebrar un Nadal com Déu mana, hi ha massa misèria al món.