Los Magos de Oriente
Varias tradiciones se han ido formando, a través de siglos de historia, para dar respuesta al interrogante de ¿quiénes fueron los Magos de Oriente?
Estos enigmáticos personajes, en
realidad, eran astrónomos, sabios, magos y posiblemente reyes.
El Evangelio de san Mateo
es la única fuente bíblica canónica que menciona a unos magos que venían
del Oriente y se presentaron en Jerusalén, diciendo: «¿Dónde está el Rey de los
judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a
adorarle», pero no dice que estos fuesen Reyes, ni siquiera
especifica sus nombres y tampoco si aquellos hombres que buscaban al recién
nacido eran tres. (Cf. Mt. 2, 1-11).
Es tradición que Melchor, Gaspar
y Baltasar visitaron, en tiempo del Rey Herodes, al Rey de los judíos, al
niño Dios, reconociendo su realeza; que «entraron en la casa, vieron al niño
con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres
y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra».
Según cuenta el evangelio, «se
pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente
iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba
el niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría».
Y ¿en
realidad eran magos?
El término «mago» en griego no
hace referencia solo a un hechicero, sino que, en este caso, se utilizaba para
hablar de un «hombre sabio», más concretamente de un «hombre de ciencias», por
lo que, junto al hecho de que los magos de Oriente fuesen guiados por una
estrella, hace pensar que eran, en realidad, astrónomos. Pero ¿y quiénes
se podían dedicar a mirar las estrellas en aquella época? Ciertamente, tendrían
que ser personas poderosas y sin muchas ocupaciones laborales…
Por otro lado, Quinto
Séptimo Tertuliano, padre de la Iglesia en el siglo III, creyó encontrar una
mención de los Reyes Magos en el Salmo 72 del Antiguo Testamento que dice «que
los reyes de Sabá y Arabia le traigan presentes, que le rindan homenaje todos
los reyes».
Tiempo más tarde, en el siglo V, el papa León I El Magno, estableció oficialmente el número tres para los Reyes Magos, aunque este número ya se asociaba debido al número de regalos que se presentaron.
Curioso e interesante es lo que,
en el mismo siglo V, San Juan Crisóstomo
dijo, referente a ellos: “No se pusieron en camino porque hubieron visto una
estrella, sino que vieron la estrella porque se habían puesto en camino”.
Sin embargo, los armenios suponen que fueron 12 los magos y les asignaron doce nombres distintos. Para los armenios la leyenda cuenta que una estrella apareció en el cielo nocturno y doce reyes del este se reunieron en Hah, al suroeste de Turquía, pero tres fueron elegidos para ir a Belén con regalos para saludar al niño Dios recién nacido.
A mediados del siglo VI,
en la iglesia de San Apolinar el Nuevo, en Rávena, Italia podemos
contemplar un mosaico en el que por primera vez podemos observar la
mención de los tres Reyes Magos de oriente con los nombres de Melchor, Gaspar y
Baltasar.
Y hacia el año 700 el monje benedictino Beda El Venerable, doctor de la iglesia, recoge en sus textos los atributos de estos personajes: Melchor era un anciano de blancos cabellos y de larga barba del mismo color, Gaspar era más joven y rubio y Baltasar, un señor de tez morena. Además, Beda les consideró representantes de Europa, Asia y África, es decir, del mundo conocido hasta ese momento, para acentuar la soberanía universal de Jesús. También, según el Catalogus Sanctorum del siglo XV, los Magos venían a representar tres edades del Hombre: 60, 40 y 20 años.
Al
preguntar dónde estaba el rey de los judíos que había nacido, indica que
no eran de raza judía. Convirtiéndose así,
en los primeros gentiles que
reconocieron a Jesús como Dios (“representantes” de los tres Continentes
conocidos en aquella época de la historia).
Tiempo después, Baltasar empezó a representarse como un hombre de raza negra y tras el descubrimiento de América se comenzó a representar a este rey mago con los rasgos faciales y la vestimenta de los habitantes del nuevo mundo e incluso hubo intentos de incluir un cuarto rey mago.
Con el tiempo, en los países de
tradición católica, se adoptó la costumbre de celebrar el mismo día que la
Epifanía del Señor, es decir el 6 de enero, la adoración de los Reyes Magos en
la que es tradición hacer regalos a los niños (especialmente) al igual que lo
hicieron los Magos llevando presentes al Niño Jesús.
Con ello, cada quien tiene la oportunidad de hacer su “manifestación” de amor y amistad que también se expresa con “signos”…
Sin duda, otros de los protagonistas
de este relato es la estrella fugaz… que guio a los Magos de Oriente hasta el
niño Jesús. En el pasaje bíblico san Mateo escribe: «La estrella que
habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo
encima del lugar donde estaba el niño», y será el pintor Giotto quien en 1305
representa por primera vez a la estrella que guio a los Magos en su
obra “Adoración de los Reyes Magos”, pero en realidad, el dibujo
representaba el cometa Halley que se vio en el cielo europeo en aquella
fecha.
Mas, como, más recientemente, nos
dirá José L. Martín Descalzo: “Si la estrella se encendió o no en el cielo, no
lo sabemos con exactitud. Lo que sí sabemos es que se encendió en su corazón. Y
sí pudieron verla.”
Y también opina que: “Nunca, ningún ser humano emprendió aventura más loca que la de estos tres buscadores. No sabemos si el camino fue corto o largo. Pero el camino es siempre largo para todo el que avanza entre dudas o tinieblas.”
Es experiencia que seguro hemos tenido, cualquiera sea nuestra condición, quienes alguna vez nos hemos lanzado a vivir una aventura de la que no conocemos el final, a dónde nos llevará la supuesta meta en nuestra búsqueda.
Claro que, según razona el mismo
Martín Descalzo, “Quizá sólo el hecho de ser tres se lo hizo soportable. Porque
lo difícil no es creer, sino creer a solas. Una locura compartida, en cambio,
es ya de por sí media locura.”
Esta historia sin duda nos enseña
muchas cosas: aunque no lo creamos esta historia tiene que ver con nosotros en
este siglo XXI.
Por ejemplo:
- Nadie
que se encuentre con Jesús ha seguido exactamente el mismo camino que los demás,
sino uno bastante (acaso completamente) diferente.
- Sólo las
personas que realmente son sabias, buscan a Jesús para reconocerlo como su rey.
Y podemos
pensar y también preguntarnos: ¿acaso el Hijo de Dios vino a la Tierra, como un
Signo de su Amor solidario y universal (empujado por su indignación para con el
violento desorden establecido en la Tierra) para llamarnos a la búsqueda de un
Mundo Nuevo más humano y más fraterno?
¡Ojalá
que sepamos ser EPIFANÍA, manifestación a todo el mundo, compartiendo de ese
amor con alegría!
nE GUSTARIA QUE FUERAN REA\LES
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