lunes, 22 de noviembre de 2010

LA HISTORIA DE LA VACA


Una historia que explica por que muchas personas nunca alcanzan el éxito por su conformismo y mediocridad, pero una vez se logra eliminarlo.

Aunque se desconoce el autor de la historia, el escritor, Camilo Cruz escribió un libro sobre esta, donde afirma que: “el verdadero enemigo del éxito no es fracaso, como muchos piensan, sino el conformismo y la mediocridad.

Dice que la historia de la vaca simboliza todo aquello que nos mantiene atados a una vida de mediocridad. Representa toda excusa, habito, creencia o justificación que nos invita al conformismo y nos impide utilizar nuestro potencial al máximo”.

La Vaca:

Un viejo maestro deseaba enseñar a uno de sus discípulos la razón por la cual muchas personas viven atadas a una vida de conformismo y mediocridad y no logran superar los obstáculos que les impiden triunfar.

Para el maestro la lección más importante que podía aprender el joven discípulo era observar lo que sucede cuando finalmente nos liberamos de aquellas ataduras y comenzamos a utilizar nuestro verdadero potencial para alcanzar el éxito.

Para impartir su lección, el maestro decidió que aquella tarde visitaran juntos algunos de los lugares más pobres de la provincia. Después de caminar un largo rato encontraron el vecindario más triste y desolador de la provincia y se dispusieron a buscar la más humilde de todas las viviendas.

Encontraron una casucha a medio derrumbarse, que se encontraba en la parte más alejada del caserío sin duda era, la más pobre de todas. Sus paredes se sostenían en pie de milagro aunque amenazaban con venirse abajo en cualquier momento; el improvisado techo dejaba filtrar el agua, y la basura y los desperdicios se acumulaban a su alrededor dándole un aspecto decrépito y repulsivo.

Sin embargo, lo más sorprendente de todo era que en aquella casucha de apenas seis metros cuadrados vivían ocho personas. El padre, la madre, cuatro hijos y dos abuelos se las arreglaban para acomodarse de cualquier manera en aquel reducido espacio.

Sus ropas viejas, remendadas, la suciedad y el mal olor que envolvía sus cuerpos, eran la mejor prueba de la profunda miseria que ahí reinaba. Sus miradas tristes y sus cabezas bajas no dejaban duda de que la pobreza y la inopia no sólo se habían apoderado de sus cuerpos sino que también había encontrado albergue en su interior.

Curiosamente, en medio de este estado de hambre y pobreza total la familia contaba con una sola posesión extraordinaria, una vaca. Una flacuchenta vaca cuya escasa leche le proveía a la familia un poco de alimento para sobrevivir e intercambiar por algunos escasos alimentos a las personas pobres en la zona. La vaca era la única posesión material con la que contaban y lo único que los separaba de la miseria total.

Allí, en medio de la basura y el desorden, pasaron la noche el maestro y su novato discípulo. Al día siguiente, muy temprano y sin despertar a nadie, los dos viajeros se dispusieron a continuar su camino. Salieron de la morada y antes de emprender la marcha, el anciano maestro le dijo a su discípulo: “Es hora de que aprendas la lección que has venido a aprender”.

Sin que el joven pudiese hacer nada para evitarlo, el anciano sacó una daga que llevaba en su bolsa y degolló la pobre vaca que se encontraba atada a la puerta de la vivienda, ante los incrédulos ojos del joven.

Maestro, dijo el joven: “¿Qué has hecho? ¿Qué lección es ésta, que va a dejar a esta familia en la ruina total? ¿Cómo has podido matar esta pobre vaca, que representaba lo único que poseía esta familia?”

Haciendo caso omiso a los interrogantes del joven, el anciano se dispuso a continuar la marcha, y maestro y discípulo partieron sin poder saber que suerte correría aquella familia ante la pérdida de su única posesión.

Durante los siguientes días, una y otra vez, el joven era confrontado por la nefasta idea de que, sin la vaca, aquella familia seguramente moriría de hambre.

Un año más tarde, los dos hombres decidieron regresar nuevamente por aquellos senderos a ver que suerte había corrido aquella familia. Buscaron la humilde posada nuevamente, pero en su lugar encontraron una casa grande. Era obvio que la muerte de la vaca había sido un golpe demasiado fuerte para aquella familia, quienes seguramente habían tenido que abandonar aquel lugar. Entonces ahora, una nueva familia, con mayores posesiones, se había adueñado de aquel lugar y había construido una mejor vivienda.

¿Adónde habrían ido a parar aquel hombre y sus hijos? ¿Qué habría sucedido con ellos? Todo esto pasaba por la mente del joven discípulo mientras que, vacilante, se debatía entre tocar a la puerta y averiguar por la suerte de los antiguos moradores o continuar el viaje y evitar confirmar sus peores sospechas.

Cual sería su sorpresa cuando del interior de aquella casa salió el hombre que un año atrás le diera morada en su vivienda. ¿Cómo es posible? preguntó el joven. Hace un año en nuestro breve paso por aquí, fuimos testigos de la profunda pobreza en que ustedes se encontraban. ¿Qué ocurrió durante este año para que todo esto cambiara?

Ignorante del hecho de que el discípulo y su maestro habían sido los causantes de la muerte de su vaca, el hombre relató como, coincidencialmente, el mismo día de su partida, algún maleante, envidioso de su vaca, había degollado salvajemente al animal.

El hombre continuó relatándole a los dos viajeros cómo su primera reacción ante la muerte de la vaca había sido de desesperación y angustia. Por mucho tiempo, la vaca había sido su única fuente de sustento. El poseer esta vaca le había ganado el respeto de sus menos afortunados vecinos, quienes envidiaban no contar con tan preciado bien.

Sin embargo, continuó el hombre, poco después de aquel trágico día, decidimos que a menos que hiciéramos algo, muy probablemente, nuestra propia supervivencia estaría en peligro. Así que decidimos limpiar algo del terreno de la parte de atrás de la casucha, conseguimos algunas semillas y decidimos sembrar vegetales y legumbres con los que pudiésemos alimentarnos.

Después de algún tiempo comenzamos a vender algunos de los vegetales que sobraban y con este dinero compramos más semilla y comenzamos a vender nuestros vegetales en el puesto del mercado. Así pudimos tener dinero suficiente para comprar mejores vestimentas y arreglar nuestra casa. De esta manera, poco a poco, este año nos ha traído una vida nueva.

El maestro, quien había permanecido en silencio, prestando atención al fascinante relato del hombre, llamó al joven a un lado y en voz baja le preguntó:

¿Tú crees que si esta familia aún tuviese su vaca, estaría hoy donde ahora se encuentra?

Seguramente no, respondió el joven.

¿Si ves? Su vaca, fuera de ser su única posesión, era también la cadena que los mantenía atados a una vida de mediocridad y miseria.

Al no contar más con la falsa seguridad que les proveía el sentirse poseedores de algo, así no fuese más que una flacuchenta vaca, debieron tomar la decisión de buscar algo más.

En otras palabras, la misma vaca que para sus vecinos era una bendición, les había dado la sensación de poseer algo de valor y no estar en la miseria total, cuando en realidad estaban viviendo en medio de la miseria.

Así es cuando tienes poco. Lo poco que tienes se convierte en un castigo, ya que no te permite buscar más. No eres feliz con ello, pero no eres totalmente miserable. Estás frustrado con la vida que llevas, más no lo suficiente como para querer cambiarla.

¿Ves lo trágico de esta situación?

Cuando tienes un trabajo que odias, que no suple tus necesidades económicas mínimas y no te trae absolutamente ninguna satisfacción, es fácil tomar la decisión de dejarlo y buscar uno mejor. No obstante, cuando tienes un trabajo del cual no gustas, que suple tus necesidades básicas pero no te ofrece la oportunidad de progresar; que te ofrece cierta comodidad pero no la calidad de vida que verdaderamente deseas para ti y tu familia, es fácil conformarte con lo poco que tienes.

Muchos de nosotros también tenemos vacas en nuestra vida. Ideas, excusas y justificaciones que nos mantienen atados a la mediocridad, dándonos un falso sentido de estar bien cuando frente a nosotros se encuentra un mundo de oportunidades por descubrir. Oportunidades que sólo podremos apreciar una vez hayamos matado nuestras vacas.



Comentario:

Las vacas, como dice la historia son: Ideas, excusas y justificaciones que nos mantienen atados a la mediocridad, dándonos un falso sentido de estar bien cuando frente a nosotros se encuentra un mundo de oportunidades por descubrir.

Es muy claro que muchas personas prefieren vivir toda su vida, en la
pobreza. En vez de tomar las oportunidades que nos da el universo y la vida para tener éxito y abundancia. Lo que hacen estas personas es Siempre darse excusas y justificaciones las cuales, le dicen, por que deben SEGUIR HACIENDO lo que HASTA AHORA HAN HECHO.

¿La solución?

Esta en la historia: Sólo podremos apreciar las oportunidades de la vida cuando hayamos matado nuestras vacas. Espero que tú logres hacerlo. Ya que así tendrás una vida prospera, plena, logras cumplir tus metas, deseos y te convertirás en una persona TRIUNFADORA.


3 comentarios:

  1. BUENISISIMA LA HISTORIA, Y QUE BIEN ME VIENE, GRACIAS

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    1. Ojalá sepas definir bien tus vacas ¡y las mates a tiempo!

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  2. Excelente postagem nunca tinha lido esse texto mas adorei, é fato quantas pessoas ficam presas as suas "vacas" e não saem do lugar por achar que nada de melhor ou até pior pode ocorrer, isso se chama medo de viver, como diz um outro texto que li, posso ter uma refeição mais ou menos, uma roupa mais ou menos, mas uma vida mais ou menos Jamais.

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