miércoles, 13 de junio de 2012

NOMBRES...


EL SENTIDO DE NUESTROS NOMBRES

Los nombres propios son sustantivos que se usan para mencionar a personas o lugares con un nombre singular.

Hacen referencia al efecto de “dar nombre”, o sea de designar o determinar con una o varias palabras algo o alguien de manera única e irrepetible.

La Biblia sostiene que habiendo formado el Creador de la Tierra a todos los animales del campo y a todas las aves del cielo, los llevó ante el hombre para que les diera un nombre, aceptando que fuera Adán quien diera nombre a la plural realidad de los seres vivos. Y, para que no cayera en la omnipotencia, le asignó a la mujer, a Eva, la tarea de nombrarlo a él (quizás porque, sin la ayuda femenina, el varón no fuese capaz de definirse propiamente).

Tener un nombre, humaniza. Lo creado, de alguna manera, no existe mientras no pueda ser nombrado. El nombre es, ciertamente,  un signo de identidad.

Por eso, un nombre propio no suele ser elegido simplemente al azar. Cuando los padres confieren un nombre a cada uno de sus hijos e hijas, lo hacen de manera consciente. Esa personita, de la que se espera que sea querida por mucha gente, se la quiere feliz cuando escuche que es llamada, cuando sea reconocida entre las personas amigas. Van a ser dos o tres sílabas entrañables que le harán sentirse él o ella, nombre con el cual se va a identificar, palabra o palabra que, al oírlas pronunciar, volverá la cara; porque es: su nombre.


Pero es que, de alguna manera, los nombres marcan la personalidad y la vida de las personas. Nunca será igual una mujer a la que llamaron Leocadia o Aspasia que si se llama Carmen o María, ni un varón al que sus congéneres le confirieron el nombre de Macrobio o Filadelfo, en vez de Antonio o Manuel. Ni si “estrena” nombre en su familia o es el que ya llevaron su madre o padre, abuela o abuelo.  

Quizá seamos quienes somos, por todo lo que nos confiere nuestro nombre; en la misma medida en que cada quien tiene su particular ADN.



Existen pueblos, como los aborígenes australianos (de los que da clara explicación Marlo Morgan en su libro “Las Voces del Desierto”), que consideran que una persona ha de tener tantos nombres en su vida como las edades o momentos que atraviesa; que por cada suceso importante que vive, o por cada función social que cumple, se merece una nueva nominación (así “Mujer de los Juegos”, o “amigo de loa Grandes Animales” hará, para ellos, siempre evidente de quien están tratando).

El origen de los nombres que se da a las personas, puede derivar de varias circunstancias, como una cualidad física (Blanca, Linda, Bella), de las circunstancias del nacimiento (Segundo, Nonato), por un reconocimiento y don (Víctor, Laura), por una cualidad o virtud (Esperanza, Irene, Amor), etc.

Los nombres propios (conocidos como “de pila”, por ser establecidos en el momento del bautismo, en español tienen tres orígenes históricos principales:

1. Los nombres hebreos vienen casi siempre del Antiguo Testamento (Daniel, David, José, Sara, Raquel, Rebeca). También existen nombres de origen arameo (Tomás, María, Marta).

2.  Los nombres germánicos se refieren en ocasiones a la guerra (Alberto, Álvaro, Eduardo, Gerardo, Luis, etc.)

3.   Los nombres griegos y latinos provienen en ocasiones de la mitología greco-romana. Muchos pertenecen a las tradiciones cristianas primitivas (Alejandro, Andrés, Cristóbal, Felipe, Mónica, etc.) o romanos (Antonio, César, Fabio, Marcos, Pablo, Diana, Laura, etc.)

En muchos países de América latina existe un número significativo de nombres procedentes de las culturas que sobrevivieron la expansión planetaria de la civilización europea. Tales como Lolbé (camino de flores), Pacha (tierra), Nahuel (jaguar), Sacha (árbol), Sannicté (flor blanca), Pacha (tierra), Xóchitl (flor), etc.

Personalmente pienso es que bonito saber sobre nuestro nombre pues, seguramente, cuanto más sepamos de su origen porqué nos lo pusieron nuestros padres, etc., más nos podremos identificar con él y, posiblemente, hasta nos resultará más gratificante ostentarlo. El nombre propio define a una persona, mi nombre me define a mí. Tu nombre te define a ti.



SIGNIFICADO DE NOMBRES

Si quieres saber sobre tu nombre, búscalo. Hay muchos libros en los que encontrarás cuanto deseas. De todos modos yo, también tengo mis cuadernos con información de muchos nombres…

Como camino fácil, abajo incluyo una dirección de internet que me parece bastante completa:







5 comentarios:

  1. Gracias por la reseña y por el link donde podemos encontrar información sobre el origen de los nombres. Siempre es un placer pasar por aquí.
    Un saludo José María.

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  2. Muy interesante entrada, siempre me ha gustado saber sobre el origen de los nombres,un placer visitarte,un abrazo.J.R.

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  3. Me ha encantado saber de donde proceden algunos nombres. Me ha parecido todo muy interesante.

    Saludos

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  4. Los nombres hebreos vienen casi siempre del Antiguo Testamento (Daniel, David, José, Sara, Raquel, Rebeca). También existen nombres de origen arameo (Tomás, María, Marta)... Y estos del antiguo egipcio, lengua de los faraones... por ejemplo SARA es la hija de Ra, Maria, de Miriam es la amada de Amon... hay muchos, Isidoro e Isidro, de Isis y Horus...
    Mas cosas interesantes en:
    http://ipotesis.blogspot.com.es/

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