viernes, 5 de junio de 2015

NUESTRO MEDIO...

EL MEDIO AMBIENTE

Los seres humanos (como todo el mundo sabe, aunque a veces parece que a mucha gente se le olvida), vivimos en el planeta Tierra. Y parte de él somos. Esto quiere decir que todo cuanto nos rodea, nuestro entorno, nos afecta tan plenamente que condiciona toda nuestra existencia.

 

Así, entendemos por medio ambiente al conjunto de todos los componentes  existentes (en un lugar y en un momento determinado) físicos, químicos, biológicos, sociales, económicos y culturales capaces de ocasionar, sobre los seres vivos, efectos directos e indirectos, en un plazo más o menos largo.

Pero hablar de medio ambiente no sólo es pensar en lo que influye en la vida de los seres humano que estamos ahora presentes en nuestro planeta, sino también es tomar conciencia de que nuestras acciones repercuten en las generaciones futuras; pues el espacio en el que se desarrolla nuestra vida, es el mismo que dejaremos en herencia a las nuevas generaciones y a las venideras detrás de éstas.


Como cada año, al acercarse la época estival, al ver que los termómetros marcan temperaturas que invitan a salir a buscar espacios abiertos y dónde corra el fresco, quizás para retirarnos unos días a la montaña o acercarnos a alguna de nuestras hermosas costas…

Pero, sin querer ser pájaro de mal agüero, pensar en salir de vacaciones es recordar campos devastados por los incendios, playas sucias con desperdicios y basuras abandonas, gente que tira y derrocha bienes de primera necesidad, como es el agua. Y pensar que todos estos destrozos son, en su gran mayoría causados por la mano de lo que llamamos “seres racionales”, pero que al final son el resultado de una civilización falta de cultura y vivismo.


Tristes realidades… ante las cuales, pienso, se pueden y deben poner algunas medidas (¿drásticas o simplemente necesarias?):

1.- Hacer campañas de mentalización. Sí, volvamos a lo de “Si el monte se quema, algo suyo se quema”.  Porque, aunque lo que se queme sea del “señor conde”…, también al quemarse lo que es “propiedad privada”, todos nos perjudicamos. No sólo se daña el paisaje, también se estropea mucho del sistema ecológico: mueren animales, cambia el clima en la zona afectada, disminuyen las lluvias…


2.- Tomar medidas (las que sea, aún radicales si es preciso) para evitar que se sigan produciendo tantísimos incendios. Cada vez más hay más medios y posibilidades para ello; además de los tradicionales controles de guardas forestales.


3.- Mejorar los servicios de bomberos en las zonas con más peligros de incendios; pero que no se tengan que abandonar unas zonas para atender a otras. Puede ser que hasta haya incendios que se provocan con ese fin. Incluso contar con otros equipos de extinción, al margen del cuerpo de bomberos: helitrans-portadores, autobombas lanza agua, rayos láser, etc.  


4.- Repoblar nuestros montes y bosques. Nunca abandonar lo que es la repoblación. Esta es una medida fundamental que hay que tomarse en serio. Si consumimos y destrozamos nuestra arboleda ¡nos estamos auto-destruyendo!

Respecto a la repoblación, yo soy testigo de algo que conocí, ya hace unos años, en un país transandino como es el Ecuador, donde la superficie de selva y bosques es inmensa y los árboles crecen sin necesidad de ser sembrados. Allá, el gobierno, conocedor de la riqueza que representa esta riqueza, no la abandona. Y, cada año, aprovecha la mano de obra disponible que tiene de los soldados (o conscriptos) con los que cuenta en su período militar para sembrar pinos, u otras especies de árboles, en las zonas menos pobladas forestalmente, aquellas que cuentan con menos vegetación natural.  Con lo cual, veo que allá se piensa en el futuro y se hacen plenamente eficaces unos años de “servicio a la Patria”: además de “hacer la paz preparándose para la guerra”, se construye un futuro mejor, preparándose “para vivir la paz”.


Y, no con afán de crítica, sino más bien con la idea de sugerir soluciones a nuestros problemas de hoy y de mañana, digo yo: ¿no se podría emplear, en nuestro país, a tanta mano de obra libre-disponible-parada para sembrar nuestras muchas zonas del país tan faltas de flora y bosque…?, ¿no es mejor “emplear” a tanto personal ansioso de trabajo en enterrar piñones (preñados de esperanza para un mañana español mejor) que no entregarles un “subsidio paternalista”, nunca suficiente ni tampoco digno. Trabajo, por otro lado, que ocuparía a mucha e indistinta mano de obra (pues es algo que pueden hacer hombres y mujeres de todas las edades y condiciones) sin necesidad de emplear mucho capital; pero del que saldría luego una riqueza de valor incalculable.

Yo creo que esto es algo importante. Y también urgente. Que hasta lo pueden hacer jóvenes y niños, en vacaciones, en “campos de trabajo”, en “campamentos”, en “colonias de verano”… Educándoles, a su vez en la defensa de la naturaleza y en crear riqueza para los años por venir.




No hay tiempo que perder. Nos estamos quedando, en muchos lugares de nuestra tierra patria, sin el paisaje, sin riquezas naturales, sin estabilidad ecológica. Sin nuestra geografía viva.

Frente esta tragedia, tendríamos que planearnos, decididamente, organizarnos para llevar a cabo lo que tendría que ser una silenciosa guerra cívica…, en contra de la otra guerra incívica que se genera cada año (seguramente desde algunos incomprensibles e injustos intereses) en contra de todo nuestro territorio nacional y sus gentes, nosotras y nosotros que sentimos a España como algo nuestro.

Es un reto. O defendemos “lo nuestro” o lo habremos perdido para siempre. O nos decidimos a amar a nuestra tierra como es y hasta como puede llegar a ser (mejor) o dejaremos a quienes la vivan en años futuros a un lugar desértico y estéril.




Igual con nuestras costas y ríos. Hay tantas cosas que corregir y otras que son muy mejorables. Y se puede contar con manos dispuestas a trabajar y con mucha labor de voluntariado que, seguro, encontrará en la tarea de limpiar las playas, de recoger basura, de colaborar con la mejorar de senderos y caminos…

La participación, la verdadera democracia es “hacer realidad lo que es posible”, lo que nos es posible a cada persona. No hemos de esperar que nos venga todo hecho.

Si algo podemos, ¿no nos toca hacerlo?


Pero además, también es un derecho: ¿vamos a renunciar a tener un presente y un futuro mejor?

¿Por qué?

Hemos de tomar conciencia. Se trata de nuestra casa, de LA TIERRA. Tener una visión de futuro no es soñar, es creer que hay muchas cosas que son posibles, si se desean de verdad y se trabaja por lograrlas. 




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