EL
MEDIO AMBIENTE
Los seres humanos
(como todo el mundo sabe, aunque a veces parece que a mucha gente se le olvida),
vivimos en el planeta Tierra. Y parte de él somos. Esto quiere decir que todo
cuanto nos rodea, nuestro entorno, nos afecta tan plenamente que condiciona
toda nuestra existencia.
Así, entendemos por
medio ambiente al conjunto de todos los componentes existentes (en un lugar y en un momento
determinado) físicos, químicos, biológicos, sociales, económicos y culturales
capaces de ocasionar, sobre los seres vivos, efectos directos e indirectos, en
un plazo más o menos largo.
Pero hablar de
medio ambiente no sólo es pensar en lo que influye en la vida de los seres
humano que estamos ahora presentes en nuestro planeta, sino también es tomar
conciencia de que nuestras acciones repercuten en las generaciones futuras;
pues el espacio en el que se desarrolla nuestra vida, es el mismo que dejaremos
en herencia a las nuevas generaciones y a las venideras detrás de éstas.
Como cada año, al
acercarse la época estival, al ver que los termómetros marcan temperaturas que
invitan a salir a buscar espacios abiertos y dónde corra el fresco, quizás para
retirarnos unos días a la montaña o acercarnos a alguna de nuestras hermosas
costas…
Pero, sin querer
ser pájaro de mal agüero, pensar en salir de vacaciones es recordar campos
devastados por los incendios, playas sucias con desperdicios y basuras abandonas,
gente que tira y derrocha bienes de primera necesidad, como es el agua. Y
pensar que todos estos destrozos son, en su gran mayoría causados por la mano
de lo que llamamos “seres racionales”, pero que al final son el resultado de
una civilización falta de cultura y vivismo.
Tristes realidades…
ante las cuales, pienso, se pueden y deben poner algunas medidas (¿drásticas o
simplemente necesarias?):
1.- Hacer
campañas de mentalización. Sí, volvamos a lo de “Si el monte se quema, algo
suyo se quema”. Porque, aunque lo que se
queme sea del “señor conde”…, también al quemarse lo que es “propiedad privada”,
todos nos perjudicamos. No sólo se daña el paisaje, también se estropea mucho del
sistema ecológico: mueren animales, cambia el clima en la zona afectada,
disminuyen las lluvias…
2.- Tomar medidas
(las que sea, aún radicales si es preciso) para evitar que se sigan produciendo
tantísimos incendios. Cada vez más hay más medios y posibilidades para ello;
además de los tradicionales controles de guardas forestales.
3.- Mejorar los
servicios de bomberos en las zonas con más peligros de incendios; pero que no
se tengan que abandonar unas zonas para atender a otras. Puede ser que hasta
haya incendios que se provocan con ese fin. Incluso contar con otros equipos de
extinción, al margen del cuerpo de bomberos: helitrans-portadores, autobombas
lanza agua, rayos láser, etc.
4.- Repoblar
nuestros montes y bosques. Nunca abandonar lo que es la repoblación. Esta es
una medida fundamental que hay que tomarse en serio. Si consumimos y
destrozamos nuestra arboleda ¡nos estamos auto-destruyendo!
Respecto a la
repoblación, yo soy testigo de algo que conocí, ya hace unos años, en un país transandino
como es el Ecuador, donde la superficie de selva y bosques es inmensa y los
árboles crecen sin necesidad de ser sembrados. Allá, el gobierno, conocedor de
la riqueza que representa esta riqueza, no la abandona. Y, cada año, aprovecha
la mano de obra disponible que tiene de los soldados (o conscriptos) con los
que cuenta en su período militar para sembrar pinos, u otras especies de
árboles, en las zonas menos pobladas forestalmente, aquellas que cuentan con
menos vegetación natural. Con lo cual,
veo que allá se piensa en el futuro y se hacen plenamente eficaces unos años de
“servicio a la Patria”: además de “hacer la paz preparándose para la guerra”,
se construye un futuro mejor, preparándose “para vivir la paz”.
Y, no con afán de
crítica, sino más bien con la idea de sugerir soluciones a nuestros problemas
de hoy y de mañana, digo yo: ¿no se podría emplear, en nuestro país, a tanta
mano de obra libre-disponible-parada para sembrar nuestras muchas zonas del
país tan faltas de flora y bosque…?, ¿no es mejor “emplear” a tanto personal
ansioso de trabajo en enterrar piñones (preñados de esperanza para un mañana
español mejor) que no entregarles un “subsidio paternalista”, nunca suficiente
ni tampoco digno. Trabajo, por otro lado, que ocuparía a mucha e indistinta mano
de obra (pues es algo que pueden hacer hombres y mujeres de todas las edades y
condiciones) sin necesidad de emplear mucho capital; pero del que saldría luego
una riqueza de valor incalculable.
Yo creo que esto
es algo importante. Y también urgente. Que hasta lo pueden hacer jóvenes y
niños, en vacaciones, en “campos de trabajo”, en “campamentos”, en “colonias de
verano”… Educándoles, a su vez en la defensa de la naturaleza y en crear
riqueza para los años por venir.
No hay tiempo que
perder. Nos estamos quedando, en muchos lugares de nuestra tierra patria, sin
el paisaje, sin riquezas naturales, sin estabilidad ecológica. Sin nuestra
geografía viva.
Frente esta
tragedia, tendríamos que planearnos, decididamente, organizarnos para llevar a
cabo lo que tendría que ser una silenciosa guerra cívica…, en contra de la otra
guerra incívica que se genera cada año (seguramente desde algunos incomprensibles
e injustos intereses) en contra de todo nuestro territorio nacional y sus
gentes, nosotras y nosotros que sentimos a España como algo nuestro.
Es un reto. O defendemos
“lo nuestro” o lo habremos perdido para siempre. O nos decidimos a amar a
nuestra tierra como es y hasta como puede llegar a ser (mejor) o dejaremos a
quienes la vivan en años futuros a un lugar desértico y estéril.
Igual con
nuestras costas y ríos. Hay tantas cosas que corregir y otras que son muy mejorables.
Y se puede contar con manos dispuestas a trabajar y con mucha labor de
voluntariado que, seguro, encontrará en la tarea de limpiar las playas, de
recoger basura, de colaborar con la mejorar de senderos y caminos…
La participación,
la verdadera democracia es “hacer realidad lo que es posible”, lo que nos es
posible a cada persona. No hemos de esperar que nos venga todo hecho.
Si algo podemos,
¿no nos toca hacerlo?
Pero además,
también es un derecho: ¿vamos a renunciar a tener un presente y un futuro mejor?
¿Por qué?
Hemos de tomar
conciencia. Se trata de nuestra casa, de LA TIERRA. Tener una visión de futuro
no es soñar, es creer que hay muchas cosas que son posibles, si se desean de
verdad y se trabaja por lograrlas.
Son muy buenas propuestas, ojalá se pusieran más en práctica. Saludos.
ResponderEliminarEs cuestión de QUERER.
Eliminar