QUIETUDES
E INQUIETUDES
La paz interior
puede que tenga mucho de quietud.
Porque la armonía personal necesita del silencio, de saber alcanzar el desapego a tantas cosas que nos inquietan (que acaso nos intranquilizan, que nos desasosiegan).
Porque la armonía personal necesita del silencio, de saber alcanzar el desapego a tantas cosas que nos inquietan (que acaso nos intranquilizan, que nos desasosiegan).
Pero también es
quietud la desgana, la falta de interés por todo lo que sucede a nuestro
alrededor… ¡es la total falta de inquietud por hacer algo para el bien (propio
o de la sociedad en la que vive)!
Muchas veces, las
quietudes son lo contrario de las inquietudes. Son como “herramientas” que
paralizan (drogan, distraen, atemorizan, impiden vivir auténticamente).
Por eso, para mí, la
inquietud, las inquietudes ¡son necesarias, son signos de vida!
Porque…
Tener inquietudes no es
ser persona nerviosa,
que no puede permanecer
sentada media hora…
escuchando
una conversación;
tener inquietudes no es
estar siempre
buscando en qué gastar
el dinero que le quema
en las manos
(o en la tarjeta bancaria);
tener inquietudes no es
vivir deseando que ya
sea mañana, o el mes que viene
para que haya pasado
todo cuanto ahora sucede;
tampoco es matar el pasotismo
criticando todo cuanto
hace la gente o sale en la tele,
por ejemplo…
Tener inquietudes es
soñar con un Mundo Mejor.
Es tener el convencimiento
de que el curso de la Historia no es
como una leyenda
escrita hace siglos
(convertida en tradición),
que se transmite
de generación en generación
pero que siempre es la misma;
sino que es sentir vibrar
los acontecimientos…
Inquietud es vivir:
sentir la necesidad
de participar, activamente,
en el desarrollo de la Historia
humana.
Saber, cabalmente, que existe
todo un abanico
de posibilidades,
en las que se puede intervenir;
cada quien según
sus capacidades. Porque
eso es lo que da sentido a una
existencia.
Porque así estaremos, siempre,
sabiendo,
sintiendo, que somos