¿QUÉ CELEBRAMOS?
Y ¿POR QUÉ?
Acaba octubre saltando al mes de
noviembre, para mucha gente considerado “el mes de los muertos”. Un mes que
comienza con el día de Todos los Santos.
Algo que no suele pasar desapercibido
para casi nadie: Para unas personas, es una celebración cargada de recuerdos, añoranzas,
y congoja. Para otras, una fiesta cristiana (invitación al gozo). Y, para otra
buena parte de la sociedad, una celebración sin sentido religioso alguna (que
conocemos como “Haloween”), puesta de moda por los estadounidenses y que forma
parte de nuestra cultura consumista.
Bueno, en realidad, nada más lejos de la
verdad: quienes piensan que es una moda llegada
de América, están en un error, ya que ellos lo que hicieron fue mantener viva una
vieja tradición europea como era la
noche de Samhain.
La
noche de Samhain que, en la actualidad, se ha convertido en la noche de
Halloween.
Además de considerar
la noche de Hallowen como una tradición cargada de historias de fantasmas contadas
en ambiente misterioso, una noche bañada de magia y buscando que resulte algo
aterradora…; aunque, siempre, sin perder el ambiente de fiesta de buen humor.
Pero hablamos de una fiesta ancestral, reconvertida hoy para la sociedad actual del ocio. Acabando con que ya nada tiene que ver ya con los rituales de los druidas ni con los pueblos celtas que dominaron la mayor parte del oeste y centro de Europa durante el primer milenio antes de Cristo.
Sí, el origen de Hallowen es muy
anterior a la era cristiana; pues se remonta a los tiempos de los celtas que
celebraban el inicio del año ofreciendo sacrificios a Samhain, el Señor del
cielo y la tierra. Era la vigilia de Samhain. La imagen del dios pagano Samhain era un esqueleto que sostenía una guadaña, lo
que más tarde se identificó con la Muerte.
Los antiguos
pueblos celtas, llegado el final de octubre, solían celebrar una gran
fiesta para conmemorar “el final de la cosecha”, bautizada con la
palabra gaélica de Samhain. Significa, etimológicamente, “el final
del verano”.
Y el 1º de noviembre, los celtas
celebraban el Día de la Muerte, pues interpretando los fenómenos estacionales
(la caída de las hojas, la oscuridad, el descenso de las temperaturas, etc.)
como un decaimiento del dios Sol.
También se creía que Samhain se reunía con los espíritus, de
quienes habían muerto el año anterior, el 31 de octubre. Y, en esta ocasión,
les permitía regresar a visitar a los vivos.
Así, en esa
mágica noche de rituales, la noche de Samhain, se abría la puerta al
más allá y los vivos y los muertos tenían la oportunidad de poder
comunicarse. Para proteger a los vivos, el sacerdote dirigía
ceremonias de adoración a Samhain, para apaciguarlo, quemándole, como ofrendas
animales (caballos, gatos, ovejas negras, bueyes) y hasta seres humanos. Un
tremendo y macabro ritual que ha quedado patente en documentos de la época.
Fue en el año 800, la Iglesia católica
movió el día de Todos los Santos del mes de mayo al 1 de noviembre. Y,
paralelamente, con el auge del cristianismo, la fiesta pagana se cristianizó. En inglés Todos
los Santos es, “All Hallow´s Eve”, de donde procede la expresión de “Hallowe’en”).
Y ahora… ¡la
fiesta cristiana se secularizó!
Por lo cual yo
me atrevo a preguntar:
¿Somos los humanos animales
costumbristas?
A veces, pienso, nos metemos tanto en
las costumbres que ya nos parece que, cuando alguien deja de hacer “lo siempre
se ha hecho” está actuando mal.
Demasiadas veces, criticamos la manía de
las modas, pero también criticamos a quienes siempre van a destiempo, visten o
actúan de una cierta manera que no es la que está siendo habitual.
Bueno, y hablando de “estar a la moda”…
Hace años, era costumbre y a todo el
mundo le parecía bien, regalar frutos secos o reunirse para comerlos con motivo
del primero de noviembre.
Los “tosantos” (castañas, nueces, membrillos,
granadas, ciruelas, uvas, etc.) y los “huesos de santo” (ese magnífico rollito
repostero relleno de batata o dulce de yema).
¿Es posible que, detrás de todo, haya
intereses económicos? Por eso, creo que sería bueno que pensáramos, siquiera de
vez en cuando, en días como éstos:
¿Quién impone esas modas que, luego,
hacemos costumbres?
Y ¿quién maneja esas costumbres que
acaban siendo parte de nuestra cultura?
Podemos celebrar lo que queramos ¡pero,
por favor, no perdamos la libertad de elegirlo!
Gracias.