MALTRATADAS
Lo
peor del “machismo” es el maltrato que, justificado por la supuesta
superioridad del varón (del macho) pueda practicarse sobre el supuesto “sexo
débil” (la mujer); pero también es muy
grave (hasta tan grave como el maltrato
físico) el creérselo... : el llegar a aceptar como que es “ley de la
naturaleza” el que el varón es “ser racional”, frente a la mujer que es
“emocional”, “intuitiva”, “fecunda”, “productora” de quehaceres domésticos y de
placeres...
Aunque
también habría que no generalizar... Pues no siempre es el varón quien
maltrata: física y psíquicamente, también lo hacen muchas mujeres. Y lo hacen
incluso “en contra” de otras mujeres, y practican su violencia incluso
“maltratando” a sus propios hijos e hijas.
Lo cual es, por lo menos TAN
GRAVE como la violencia que se practica (tantas veces, es verdad) contra ellas.
Ya
va siendo hora (y no olvidemos que estamos en el siglo XXI), de que dejemos de
buscar diferencias... Y nos pongamos a
pensar, como decía la canción (de J.M. Cano) que “sólo soy una
persona”. Y que eso lo hagamos todos
(y todas): ni hombres varones, ni mujeres... ¡Seamos raza humana! Por favor,
SERES RACIONALES.
OTROS MALTRATOS
Nos maltratamos
queriéndonos así,
de esta manera:
Porque
no hay maltrato
sin complicidad.
Complicidad
por no gritar,
por resistir, aguantar,
esperar pacientemente
un imposible...
Yo, hombre,
soy un maltratador
desde que
te quiero mía.
Tú, mujer,
asumes tu rol
de maltratable
desde que te sientes mía.
Y eres maltratadora
desde el momento
en que piensas
que yo he de vivir
sólo pendiente de ti,
como si fuese
tu esclavo.
Yo me convierto
en objeto
y sujeto de sus caprichos
siempre que me creo
propiedad
de quien me quiere
y requiere.
Y si me siento propietario
de otra persona...
la hago cosa,
la maltrato
desde mi pensamiento.
Si tú te conviertes
en “mi mujer”;
si lo dices, si lo piensas...
¿no estás
asumiendo
que yo soy tu dueño,
que puedo hacer
contigo
lo que sea...
que a mí me venga
en ganas?
Me autorizas,
sutilmente,
que yo sea tu maltratador.
¿Por qué
lo haces, mujer,
si yo te quiero amar
sin maltratarte?
Amar no es una derrota,
no un rendirse
ante otra persona.
Amar es darse
cada instante,
en presente.
No es la respuesta
obligada
a un pacto acordado.
No es posesión,
es entrega.
Por eso te digo, compañera:
no me pidas
que te quiera, decídete
a que aprendamos
a amarnos,
sencillamente.