martes, 18 de agosto de 2020

CRISIS CONCEPTUAL



RAZONES 
Y  SINRAZONES 
DEL  PIROPO

La palabra “piropo” viene del griego “pyropus” que significaría “fuego rojo”, y aparece ya en el libro del Cantar de los Cantares.

Si tomamos las palabras en su exacto sentido, un piropo es una galantería y por lo tanto es algo agradable a quien lo escucha. El piropo es una lisonja, un requiebro, según nos dice la Real Academia.

Y si un piropo es una galantería, un cumplido, un halago, una lisonja que va dirigido a una persona (casi siempre una mujer) para exaltar su persona, su belleza... ¿a qué hay que tener miedo?, ¿dónde está el delito?

No puede ser delito lo que es bonito.  Pues ¿a qué mujer no le gusta que se le diga que está muy guapa?, ¿o que le digan que con sus andares va rompiendo corazones? ¿A qué hombre no le resulta agradable que le digan que tiene un aspecto interesante?, ¿que se le aprecia su caballerosidad o que se le ve elegante?

¿A quién puede molestar un piropo elegante y fino?, ¿acaso a alguna gente envidiosa a la que nunca le han dicho una galantería con salero? Puede que sean esas personas las que consideran que los piropos provocan más rechazo que aprecio y que no existe lado “positivo” en el piropo. Una de mis hermanas, siendo jóvenes, me decía que eso se llamaba “envidia verde”…

Piropear, algo tan propio de nuestra cultura, algo tan considerado siempre como algo normal, ahora resulta que hay quienes piensan que “supone una invasión a la intimidad de las mujeres”, pues nadie tiene derecho a hacer un comentario sobre el aspecto físico de nadie.

Quienes son más artistas, logran hacen de un sentimiento un verso, un poema. Pero no todo el mundo acierta a decir lo quisiera con la palabra acertada. ¿No os parece?

Pero hay quienes lo ven “de otra manera”:

No hace mucho, la presidenta del Observatorio de Violencia Doméstica y de Género del Poder Judicial, doña Ángeles Carmona, planteó que se debe eliminar el piropo a las mujeres. E indica que, aunque tradicionalmente el piropo ha sido una actitud permitida y asumida como algo normal en la sociedad, "lo cierto es que es una auténtica invasión en la intimidad de la mujer", que hay que erradicar. Ella dice "que nadie tiene que tener derecho a hacer un comentario sobre el aspecto físico de una mujer porque supone una invasión" y ha dicho que en algunas ciudades como El Cairo las mujeres van por la calle con auriculares o tapones en los oídos "para no oír comentarios de ese tipo". Y, por eso, "aunque (el piropo) sea bonito, bueno o agradable consideramos que es una auténtica invasión", ella ha insistido en que se trata de "actitudes absolutamente permitidas" en la sociedad y que "deben ser erradicadas". Pues, considera ella, que es denigratorio hacia la mujer y que supone una violación de su intimidad.

Miedo me da. Las ideologías “de género” parece que va a acabar con los buenos modales entre sexos y en parte la elegancia, la distinción y la caballerosidad.

El piropo es un valor cultural que es necesario mantener. Pienso yo que hasta habría que considerarlo como “·patrimonio cultural” de nuestro pueblo español.

Triste será que (por extrañas motivaciones o resentimientos) vayamos a acabar con la galantería, para llegar al “trato” para (por ejemplo) ir a la cama como “negocio” (más o menos rentable).¿Realmente alguien puede creer que el grave problema de la violencia de género mejorará porque dejen de soltarse piropos? Cuesta creerlo.

Seguramente, si el Observatorio para la violencia de género se dedicase a hacer propuestas razonables, en lugar de planteamientos tan estrambóticos que son ridículos, quizás podríamos pensar que tal organismo público sirve de algo. Pero oír excentricidades de este calibre no resulta admisible.

A lo mejor lo próximo que se propone desde este organismo es que las mujeres bonitas que tengan que salir a la calle lo hagan con el rostro totalmente tapado. 

Por favor ¿a dónde vamos a llegar? Algunas personas creemos que es absolutamente ridículo que un organismo dedicado a combatir la violencia de género se dedique a banalidades como esta.

Si todo el mundo (incluida la señora Carmona) reconoce que el piropo resulta halagador para la mujer que lo recibe, no se entiende que  se diga que debe erradicarse porque supone una intromisión en la intimidad.

Bueno y, según este razonamiento, dar los buenos días, o señalar “me gusta” en facebook ¿también supondría una vulneración de la intimidad?

Prohibir o “erradicar” los piropos me parece una solemne tontería, cuando estos son galantes, delicados e ingeniosos. ¡Toda una idiotez!

Lo que pasa, también, es que el “arte de engañar” invade nuestras calles. Y gente resentida que va “en contra de todo” o muchas pseudo-feministas que no pretenden, en absoluto, defender a las mujeres, sino acabar (por lo que sea) con todo el “orden establecido”. De hecho, no hacen defensa de ellas; sino que, más bien, atacan su dignidad: la de ser favorecedoras de la vida, la de amar generosamente a su hogar y a su familia, etc.

Posiblemente, en el fondo lo hacen por puro rechazo al género opuesto, que suele ser de donde proceden los piropos.

Claro que, ya lo decía René Descartes “El sentido común es el menos común de los sentidos”, a lo que Einstein añadiría “Hay dos cosas que son infinitas: el Universo y la estupidez humana” (o sea, el problema no es nada nuevo).

Lo que sí ocurre (y, aunque tampoco sea tan nuevo, ahí sí que debería buscarse un delito) es que a la mujer, a veces (tantas veces, por la imagen que se presenta de ella en los “mass media” y mucha publicidad) es vista como objeto de deseo. Y las consecuencias son muy claras: un “objeto” placentero es “cosa”, no persona. Es hasta “negociable”.

Pero, por favor:  no debemos confundir los piropos, con esas ciertas expresiones groseras, bastas, soeces, bajas, en definitiva maleducadas, molestas y desagradables, que hieren la intimidad de la mujer. Y sí que deberían rechazarse socialmente las expresiones desagradables que ofenden a la mujer o a cualquier otro ser humano.

No se puede confundir un piropo con una grosería. Un piropo es una flor que se regala. Nunca ha de ser ofensa, acaso es reconocimiento a una persona digna de ser valorada. Digo yo...

Nunca se han considerado “piropos” los “dichos” y frases de mal gusto con las que se hacen alarde de insinuaciones o palabras hieren la intimidad de la mujer como persona viéndola como un simple objeto sexual.

Pero para erradicar el lenguaje soez y barriobajero no será nunca válido el Código Penal; la solución será cuidar el lenguaje en las familias, en las escuelas, en el trabajo y en las reuniones.

Pero, muchas veces, cuando se ataca esa secular manera de expresión que es el piropo, lo que se pretende es otra cosa (me parece a mí).

Cuando se quiere acabar con la cultura de un pueblo, se atacan las tradiciones, las creencias, las costumbres, las maneras de expresión.

De todos modos, hay que considerar muy seriamente que existen motivos por los que, a algunas personas, no le agradan los piropos (exceptuando esos que más que piropos son groserías que pueden resultar vulgaridades intimidantes, nunca aceptables): 

- Quienes no se valoran como persona, no se sienten con el suficiente atractivo físico como para gustar a alguien y piensan que se les piropea en pan de burla.

- Quienes que observan que todos los piropos van a para otras, para otros, con más encanto que ellas, que ellos (es “envidia cochina”). Normalmente son ellas las que llegan a sentir esto, pues a los hombres les suele preocupar bastante menos su belleza; pero no todos están exentos de coquetería o hasta “culto a su cuerpo”.

- Esas personas quienes, por timidez, al darse cuenta que están observadas, sienten vergüenza de sí misma (¿complejo de inferioridad?)

- Igualmente, quienes por falta de autoestima o inhibición (¿mojigatería?) temen poder convertirse en “objeto de deseo”.

Pero la solución (pienso yo) no está en prohibir, sino en educar, desde la infancia y la juventud (en los hogares y en los centros educativos) en habilidades sociales que nos leven a vivir con la suficiente autoestima y una alta dignidad por ser quienes somos.

Ojalá, algún día, sea así.















3 comentarios:

  1. Las mujeres prácticas de entonces sabíamos “distinguir”, lo que ocurría es que lo que más abundaba entre el género masculino era lo soez. Los hijos e hijas “niñ@s de la teoría y del prejuicio” se tendrán que atener a las consecuencias que sus ideas estén generando y eso a sus mayores no nos incumbe. Desafortunadamente no todos los individuos resultan permeables por igual a cierta educación familiar, aunque se trate de nuestros propios descendientes.
    En un mundo formalista las formas siempre cambian pero los fondos permanecen intactos durante siglos y siglos. Claro que si solo comparamos las formas intergeneracionales mal iremos, y así nos va y peor aún le irá a los sucesores.
    Todo realismo suele ser tachado de pesimismo, pero a veces elegir voluntariamente el autoengaño puede facilitar la existencia a los más ancianos!

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    1. Pues sí, bueno es que seamos realistas. Y si a alguien le parece que eso es ser pesimistas, pues peor para él.

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