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viernes, 20 de diciembre de 2019

NAVIDADES EN NAVIDAD


Lo sabemos…

En nuestra sociedad (por educación, por lo leído o escuchado, por transmisión cultural)… ¡todos sabemos lo que es la Navidad!


Cada año, cada 25 de diciembre, se conmemora el nacimiento de Jesús de Nazaret en Belén. Podría decirse que es como una celebración de cumpleaños de esa criatura que nació (poco más o menos) hace 2.019 años… en un pobre rincón de una perdida aldea de Palestina.



Ocasión para recordar-revivir la idea de que es fecha propicia para encontrarnos con las personas que apreciamos para compartir momentos felices alrededor de una mesa, para regalarnos detalles con los que demostrar nuestro aprecio…; ayudándonos mutuamente a ser un poco más felices. Sí, NAVIDAD es: querer vivir como Familia humana y atrevernos a dar el paso de abrirnos al Amor.




Y para conmemorar el hecho histórico y para avivar nuestro ánimo, adornamos las calles, decoramos de manera especial nuestros hogares, ponemos a la vista un árbol cargado de luces y detallitos, 
e incluso hasta un pesebre o belén.  




Pero ¿qué sentido tiene todo esto de gastar dinero en adornos o colocar un montón de figuritas sobre una tarima o una mesa? Incluso ¿qué queremos decir cuando le deseamos a las tantas personas con las que nos encontramos eso de “feliz Navidad” o “felices pascuas”?




Esta solemnidad es también una invitación a pararnos a pensar: Navidad es recordar-conmemorar el hecho de que Dios ha querido hacerse uno de nosotros. Que Dios no ha querido quedarse lejos de sus criaturas, allá en su Cielo; sino que se ha encarnado para estar CON NOSOTROS.




Y eso nos ha de llevar a reflexionar: ¿a ese Dios cercano…, cómo le voy respondiendo yo?, ¿su propuesta de vida, según la ley del amor solidario y la confianza la hago mía?



Ojalá no se nos pase esta Navidad sin más y aprehendamos a hacer en nuestras vidas una propuesta visible de misericordia viva, de esperanza contagiosa, de gozosa alegría.



miércoles, 18 de diciembre de 2019

AÑO VIEJO... ¡AÑO NUEVO!


PROPÓSITOS

Se acerca el fin de año. Una ocasión ideal para hacer un repaso de todo lo bueno, lo menos bueno, regular o malo 
que hemos vivido. Todo ello forma parte 
de nuestra más reciente “historia personal” 
y ¡todo! lo hemos de considerar una riqueza 
(si sabemos aprende lo adecuado de cada lección 
que nos regala la vida).

  

Y, enseguida ¡un nuevo año por delante! Ocasión única para plantearnos algunos propósitos. Quizás, a veces, nos hemos descubierto incapaces de cumplir cuanto nos planteamos (culpa, quizás, de que no medimos adecuadamente nuestras posibilidades o fuerzas) de que nuestra “caducidad moral” es tan imperante que ¿para qué proponernos nada…? Triste razonamiento; pues pareciese que ya hemos dejado de creer en nosotros mismos. Y eso va a dañar gravemente a nuestra auto-estima.


¡Hay que hacer propósitos!, plantearnos metas, de vez en cuando.  Metas, propósitos… con fechas marcadas para su consecución.



Siempre es bueno hacernos propósitos, porque lo principal es el hecho de pararnos y pensar qué hay en nuestras vidas que no está del todo bien, que deberíamos corregir. 


Porque, aún quedándonos sin lograr cuanto nos propongamos, siempre hay una lección que aprender: ¡hacernos conscientes de “esas cosas” que nos gustaría cambiar… en nuestra vida!  Y que, ¿por qué no?, podemos seguir proponiéndonos hacer “el cambio” que nos llevará a sentirnos mejor con nuestra propia persona.