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domingo, 31 de agosto de 2014

SERENAMENTE...


Paseando por el Barrio de Santa Cruz



























El Barrio de Santa Cruz es uno de los barrios más emblemáticos y pintorescos de la ciudad de Sevilla,  correspondiente con la antigua judería medieval. Está ubicado en el casco histórico de Sevilla. Sus límites quedan entre la calle Santa María la Blanca (al norte), la Catedral (en su oeste), los jardines del Alcázar (al sur) y los de Murillo (al este).











Está lleno de casas encaladas, señoriales, palacios familiares, humildes patios repletos de flores y sobre todo, leyendas, duelos, amoríos y recuerdos, encanto y belleza.



















De ensueño son sus estrechas y sinuosas calles y callejones (todo un laberinto de estrechuras con muros que se hacen sombra unos a otros) como las viejas juderías para librarse del abrasador sol del verano, creando corrientes de aire fresco, que terminan en plazas que parecen alejadas del centro urbano), con hermosas casas de estilo sevillano, casi siempre albergadoras de patios señoriales y balcones, adornados con barandillas de hierro forjado y macetas con flores de múltiples colores.









































El barrio tiene su origen  en la antigua Judería,  cuando el rey Fernando III de Castilla conquistó la ciudad y se concentró en Sevilla la segunda comunidad judía más importante de España, tras la de Toledo.






 










 






 


 

Con la expulsión de los judíos en 1483, el barrio que ocupaba lo que es el Barrio de Santa Cruz y San Bartolomé, quedó muy abandonado hasta que, con motivo de la Exposición Iberoamericana de 1929, se procedió a la recuperación y remodelación del barrio, dirigida por el arquitecto municipal Juan Talavera y Heredia; abriendo la Calle Mateos Gago (la única calle relativamente ancha del barrio) y a la reurbanización de la plaza que lleva el nombre de Plaza de Santa Cruz; lugar donde había estada ubicada la Parroquia de la Santa Cruz, que dio originalmente su nombre a este barrio. Iglesia que fue derribada durante el gobierno de ocupación francés (1811) y en el solar resultante se estableció la Plaza.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Encontrarse con alguien conocido, en el paseo, siempre es agradable; pero si se trata de una amiga, el encuentro es aún más grato. Y aún es mejor si son más de una.
 





 

 


Pero es que, para mi gozo y para el disfrute de quienes puedan ver mis fotografías, creo que, siempre, si al pasear por una ciudad como Sevilla, yendo con la cámara colgada, nos encontramos con alguna mujer bonita… ¡todo parece más lindo! Y es que, realmente, ¡es más hermoso el recorrido!

 
 
 
 
 
 
 


Y si, alguna de las chicas se ofrece a posar… ¡el reportaje resulta mejor que mejor! ¿No os parece?


 
 
 
 

                                  Mi agradecimiento a  Raquel Herrera y María José Carrasco,  por no importarles dejarse fotografiar por este aficionado de fotógrafo.