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domingo, 31 de marzo de 2013

LA OPCIÓN MÁS VÁLIDA



LO QUE EL MUNDO ESTÁ NECESITANDO  ES AMOR

Lo han dicho mucha gente, a través de los miles de años de la existencia de la humanidad sobre el globo terráqueo y (de una u otra manera, con unas u otras palabras) en las más diversas civilizaciones… Pero no parece sino que, aun estando tanta gente de acuerdo en ello, a tan sólo unos locos se les ocurrió vivir según la ley del Amor.

Porque esta es la idea: que el único y fundamental problema que el mundo tiene es: la falta de Amor.

Si hubiese más Amor, la fraternidad universal sería una realidad, las enfermedades psicológicas y psíquicas (que son la causa de una gran mayoría de dolencias y quizás sea lo más grave que está en el fondo de toda enfermedad) no existirían.

El mundo sería mejor. Los hombres y mujeres se respetarían, se ayudarían, se amarían. No habría graves problemas de ninguna índole. El mundo sería como “un paraíso terrenal”.

Sí. Ciertamente algo utópico sí que es. Pero lo es, esencialmente, por la gran carga de egoísmo que tenemos los humanos en lo adentro de nuestros corazones.

Las cuatro “opciones” que, en un ciclo de reuniones con un grupo de jóvenes inquietos sobre “Los derechos humanos”, que estuve acompañando, encontrábamos como alternativas y solución al problema de nuestra desestructurada sociedad eran: el progreso de las empresas o de la economía política, la cultura, el amor y la preocupación por la cuestión social.   

Pues bien, todas las opiniones de los jóvenes se centraron frente a las dos únicas opciones del desarrollo cultural del pueblo y del amor.

La justicia social, de la que tanto se habla; así como el asunto del desarrollo económico, que parece que es lo que, hoy por hoy, centra la atención de la mayor parte de la gente, se quedaron casi sin partidarios.

Parece increíble, pero es real: la juventud (por lo menos este grupo en cuestión) ve la solución a los problemas del mundo en el progreso cultural de los pueblos y, sobre todo, en el establecimiento de la praxis del Amor.

¿Caso curioso? Puede ser que no sólo eso. Yo, sinceramente, también pienso que la gente, el hombre de la calle o de la empresa, la mujer de la casa o la oficina, quienes trabajan en el comercio, y también la gente más sencilla y hasta todas esas personas que pasan necesidad con un trabajo precario o con una mala vivienda en el más abandonado suburbio… ¡esperan más del Amor que de otras cosas! Y si es que no esperan del Amor… es que ya no esperan nada: es que han dejado de esperar alguna solución, han dejado de soñar y esperar algo en la vida.

La gente, aun los más jóvenes, sabe que toda búsqueda de soluciones para “salvar” los problemas que aquejan al mundo de hoy, todas son utópicas; pero que si alguna puede ser válida, habrá de ser el Amor: ¿de qué sirven el progreso técnico, económico, social y hasta cultural de las personas, si no viven inmersas en el amor?, ¿es que, en algún lugar de la tierra, ha vivido, alguna vez, alguien que haya logrado ser feliz sin haber encontrado el amor?, ¿pero es que nos merece la pena vivir sin aprender a amar y sin nunca haber sentido que alguien nos haya amado alguna vez…? En todo caso, a lo que se llegaría sería a “vegetar” lujosamente, pero no más; como la flor que crece en una maceta de porcelana o una golondrina que viviese enjaulada entre elegantes barrotillos de plata…

Sólo en Amor creemos. En el amor esperamos. Sólo la fuerza del Amor, tiene la suficiente energía como para salvar al mundo.

Y sin embargo…, en lo cotidiano de nuestras vidas, en lo que llamamos nuestro vivir de cada día… ¿por quién optamos?, ¿damos, de verdad, nuestro voto de confianza al Amor?

¿Nos atreveremos a sacar nuestro corazón del cascarón que lo aprisiona y no lo deja expandirse a cabalidad?

La tarea está por hacer. Toda esa ventaja tenemos: toda la tarea está por llevar a cabo: desde el principio… hasta la utopía.



jueves, 21 de marzo de 2013

EN EL DÍA MUNDIAL DE LA POESÍA


Hoy quiero ofrecer, a quienes tengan el gusto de leerme, unos cuantos poemas de mi recital de anoche. 
Espero sean del agrado de todos.



EL ÁRBOL DE LA VIDA


Ramas de un árbol somos
y nuestra tarea es crecer 
para llegar a lo Alto.

Frutos son
aquellas cosas
que hacemos y sabemos ofrecer
a los demás:
cuantas acciones logramos
llevar a cabo...
¡esos son
nuestros frutos!
Todo cuanto es un compartir
el don de la vida...

A veces es como dar sombra,
otras como limpiar el aire
que nos rodea,
o también servir de espacio
de acogida para las aves,
o incluso, aunque nos duela,
saber sacrificar algo de nosotros
para, rompiéndonos,
saber arder, ser leña...

Siempre es el servicio
lo que nos hará alcanzar
el  digno prestigio de ser útiles.

Elevarnos es nuestro destino;
pero no podemos 
pensar sólo en crecer
y crecer... que también
son imprescindibles las raíces:

que nadie
nos ha de respetar
si no somos útiles,
si no sabemos regalar
nuestros dones: haciendo
la felicidad, ella recaerá
sobre nosotros,
queriendo
a los demás, ellos otros
igualmente nos amarán...

La vida es don
que vive del don nuestro
de darnos, de amar.
Y amar...  siempre 
es más... y más todavía.
Crecer es nuestra tarea,
mas el camino es: darnos.
Sólo si sabemos servir,
hacer de nuestra existencia
un don (un don gratuito)
estaremos, realmente,
creciendo a lo más Alto,
nuestra tarea y meta.



VIVIR

No soñar,
sino ser soñador;
no desear lo imposible,
sino vivir
todo lo posible.
No dejar pasar
ni los años ni los días,
ni las horas
ni un minuto.

La vida hay que hacerla:
buscándonosla,
proyectándonosla,
construyéndonosla.
Se trata
de querer ser
quien se es.

La vida
es un regalo.
Una gracia del Cielo,
que todos recibimos.
Pero puede trocarse
en amargura...,
cuando no la vivimos
alegrándonos, cada día,
de tenerla;
sabiendo que es
una y única,
personal e irrepetible.

Nadie puede vivir
por ningún otro:
sólo uno mismo ha de escribir
su propia historia,
aunque, entre todos, hagamos
la del mundo.

Algo
he aprendido
en la vida:

Hay muchos caminos
pero sólo uno
para cada viajero;
como sólo hay
un corazón
para cada ser viviente.
Hay mil formas
de pensar;
pero, siempre,
sólo hay una
que nos convenza
de verdad
a cada quien.

Vivamos la vida
cada uno, todos,
lo mejor que sepamos.
Y vivámosla
con mucha alegría,
queriendo siempre que sea
nuestra vida.



                 VAMOS ANDANDO

Vamos andando.
Sin saber
muchas veces
hacia dónde...;
vamos andando,
sin más,
por la vida nuestra
cada día.
Vamos andando
seguros
con paso firme,
o con temor
y temblor en las piernas.
Vamos andando
sin saber, siquiera,
si avanzamos
o retrocedemos...
Vamos andando
en la duda de saber
si crecemos,
si nos elevamos,
o si, acaso, nos hundimos.
Vamos andando
y así hacemos la vida;
la vida nuestra de cada día
que es la propia
historia de cada uno...

Yo te pregunto:
¿piensas, tú, acaso,
que merece la pena
vivir sin saber
a dónde vamos...?

Con el corazón
en la mano
te lo digo:
Yo, de verdad, creo
que no merece la pena;
no merece vivir
sin saber
a dónde van
nuestros pasos,
a dónde nuestro vivir.




LA  OLA

Yo sé
que esa ola
viene contra mí.
Viene
a romper
sobre mi cuerpo.
Viene
a tirarme
y arrastrarme...
Lo sé
y no puedo hacer nada
para evitarlo.

La veo venir.
No me cogerá desprevenido.
Pero... nada
puedo hacer.
Resistir.
Tan sólo eso...
Resistiré.
Quizás si aguanto    
que la ola no me acabe,
que me empuje,
que me tire,
pero
que no
acabe
conmigo... 
El momento que me viene
es difícil...
Tal vez,
pero también es
la mejor
aventura
de mi vida,
la que tengo
aquí,
ahora,
ya,
que arrostrar...:
la ola viene...
Tengo
que aceptar
la realidad,
mi realidad:
no puedo escapar.
Y es...
ya.
¿Huir?
¿luchar?
¿arriesgarme?
¿Y qué es la vida
si no,
sino arriesgarse y luchar?
¿Y qué es la vida
sino un vivir la aventura
del momento presente...
sin saber si habrá
un después,
un luego, un...
tal vez, puede ser...?

La ola,
feroz,
llega ya...
La noto
presente...
Y...
¡A por ella voy!
A contra corriente,
la buscaré
de frente.
Si es preciso
me meteré
dentro de ella 
y, con ella,
iré
hasta las rocas...
o quizás 
volveré a la mar.
Volveré...
Lo sé,
volveré.
Resistiré.
Nadaré. No me hundiré.
¿Por qué he
de renunciar a vivir
si la vida
es lo que más deseo
en el mundo?.
La ola
ya me llegó.
Aquí estoy.
Vivo.
La ola está.
Yo estoy.
Somos ola...
y  ¡resisto! 



 Y QUISO Y LO HIZO

Allá en el principio,
creó Dios los Cielos y la Tierra.

Quiso hacerlo, y lo hizo.
Y quiso que fuera la luz, y la hizo.
Y quiso las aguas, y los campos...,
y los hizo.
Y quiso la hierba y los árboles
que dan flores y frutas, y los hizo...

Y Dios quiso los días, y las noches,
y los amaneceres y atardeceres
que los acompañan...

Y con cada cosa que hacía,
se sentía feliz de haberlo hecho...

E hizo a los animales vivientes,
e hizo al ser humano: al hombre y a la mujer,
con las capacidades de amar y ser amados,
de ser creativos y creadores...

Nada de lo que creó lo hizo distantes,
ni ajenos, ni extraños entre sí:
ni el sol de la luna, ni la noche del día,
ni los mares de las tierras,
porque Dios siempre quiso
que todo tuviese la irresistible inclinación
a ampliarse, a unirse a todo lo demás,
a alcanzar la armonía en la plenitud...

Por eso, tenemos adentro
el deseo de comunicación.
Porque fuimos creados
a imagen y semejanza de un Dios
que es Comunicación, que es
Amor solidario y compartido,
que es Vida.

Quizá la luna sepa que ha de seguir al sol;
quizá la nube sepa que ha de seguir al viento;
quizá el agua sepa que ha de viajar
constante y perennemente;
quizá la flor presienta que ha de lucir
perfume y color ante la primavera;
quizás... ¡la Vida está para encontrarse!

Pero quizá los humanos aún no sepan,
o no lo sepan siempre,
o lo olvidan con frecuencia...
que estamos hechos para ir
en búsqueda mutua,
para seguirnos ¡hasta encontrarnos!
Y encontrarnos
para hacernos Comunión,
para ser, solidariamente,
vida compartida...

Sí. Todo es encuentro.
Todo es invitación permanente
a llegar a ser Unidad, universalmente.
Total. En plenitud.
Como Dios: que hizo lo que quiso,
y quiso lo que hizo.
Desde el su Amor vital 
que nos dio... ya para siempre.



VIVIR Y MORIR, EN MÁS Y EN MENOS

La vida es menos vivida
cuando se escapa de las manos
sin tener amigos
con quienes compartirla toda.

La vida es menos vida
cuando ella se consume
sin una inquietud constante
por transformar, a mejor, el mundo.

La vida es menos vivida
andándola atemorizadamente,
sin el corazón cargado de esperanzas
en la gente y en sus afanes.

La vida es menos vida
si está vacía de razones para el gozo;
cuando, sin apostar por ella,
se la vive corta en alegrías de vivir.

Se muere más
cuando se muere
sin haber conocido, siquiera una vez,
lo que es el auténtico amor...

Se muere más
cuando se llega a morir
sin dejar, al menos un hijo,
para el mundo que sigue...

Se muere más
cuando se muere
sin mil obras hechas, grandes o pequeñas,
aportadas a la historia humana...

Se muere más
cuando se llega a morir
sin confianza y comprensión de cada otro humano
y en los sus motivos de vivir o de morir.




 CON  AMISTAD

Yo tengo otros nombres
para las cosas importantes de la vida.
                                                                             
Y te las voy a decir
para que entiendas todo
lo que, acaso, te sorprendió de mí.

Cuando tú dices soledad,
yo digo “en paz”;
cuando tú dices miedo,
yo creo que “es hora de buscar”;
cuando tú dices es difícil,
yo “opto en libertad”;
cuando tú dices noche,
yo ya siento que “se acerca
un nuevo amanecer”...

Hay mil cosas a las que yo
quiero darles otro nombre;
porque no me gusta
vivir por los demás,
sino hacerlo por mí;
no solo, sino con los demás.

Si, para mí, la fe tiene
el nombre de “Confianza”;
si, para mí, la Esperanza
tiene el nombre de “Vamos
juntos, paso a paso”;
si, para mí, arriesgar
es “Dame tu mano
y miremos al frente...”

Si, para mí, la vida
tiene sentido “soñando con...”,
“buscando con...”,
“creyendo con...”,
“avanzando con...”

...es porque el Amor, para mí,
tiene el nombre de Amistad.



   PARA SIEMPRE, ME GUSTARÍA QUERERTE

Me gustaría quererte...
como el jardinero a sus flores,
como el marinero a su barca,
como el guerrillero a su fusil,
como la niña a su muñeca nueva.
Me gustaría quererte...
como el poeta a sus escritos inéditos,
como una anciana a sus recuerdos,
como el idealista a sus proyectos futuros,
como una bailarina a la ardiente ovación,
como el escultor a su obra más cargada de vida.

Me gustaría quererte...
como lo hacen dos amigos de siempre,
como una madre entregada a su hijo,
como conviven los hermanos
que aprendieron a jugar juntos,
como se lo demuestran dos jóvenes enamorados,
como se apoyan los camaradas
que luchan por una misma causa,
como todo creyente que ofrece, íntegramente,
su vida por los otros.

Me gustaría quererte...
cada día, cercanamente,
sabiendo, siempre,
que es posible vivir la vida
compartiendo muchas cosas y ratos contigo;
esperanzando muchos sueños junto a ti;
buscando y creyendo en la vida
que se hace
en compañía,
proyectando quehaceres
que puedan llegar a perdurar
por largo tiempo.

Para siempre...
Me gustaría
quererte...
Y para siempre.
Como la vida de un pueblo,
continuada de generación en generación;
como todo avanzar, sin prisas pero seguro,
por lograr una utopía.
Como la amistad que hacemos nuestra.
Para siempre
me gustaría quererte.
             

                         José – María Fedriani (en "ADN")