Vistas de página en total

miércoles, 26 de noviembre de 2014

CON DESTINO ÚNICO


ROCES

 

Y hago la vida, cotidiana,

compartiendo roces

con la otra gente:

con el peluquero

que me coge la chaqueta,

con la camarera

que me retira

la botella vacía de cerveza

o me sirve la ración

de boquerones fritos.

 
Y también con el cartero

que me entrega,

en la mano,

esa carta que esperaba

y me llegó certificada…

       

Pero es que, además,

hay roces

que, aún sin yo notarlos

están ahí, en mi vida,

aunque ni me atreva

a percibirlos:

cada vez que pellizco

el trozo de pan

que luego va a mi boca,

estoy rozando las manos

del panadero que hizo la masa

de la harina amasada

con el agua de su jarra

y con su esfuerzo.

            

Y al morder el sabroso queso

que me regala su sabor

al masticarlo…,

estoy rozando los dedos

de quien ordeñó la cabra

y llevó la leche

al taller de cuajadas…

                                 

¿Qué es la vida, si no

un rozarnos, permanentemente,

los unos con los otros y las otras

(aunque, acaso, lo hagamos en silencio)?

        

 Nos tocamos,

aún sin desearlo.

Porque somos

universo de roces

sin fronteras,

vida que se comparte,

día a día,


 

tocándonos, rozándonos sin miedo

y con la confianza

de saber

que, todos, estamos

unidos… ¡destinados

a encontrarnos!

 

      José-María Fedriani (26-11-14)

 




lunes, 24 de noviembre de 2014

LACRA INACEPTABLE


¡¿POR QUÉ?!

El 25 de noviembre fue declarado día Internacional contra la Violencia hacia la mujer en el 1er Encuentro Feminista de Latinoamérica y del Caribe celebrado en Bogotá (Colombia) en julio de 1981.

En este encuentro las mujeres denunciaron la violencia de género a nivel doméstico y la violación y el acoso sexual a nivel de estados incluyendo la tortura y los abusos sufridos por prisioneras políticas.
 

Se eligió el  25 de noviembre, para conmemorar el violento asesinato realizado a tres hermanas, Patricia. Minerva y María Teresa Mirabal, que eran activistas políticas, y por eso fueron asesinadas el 25 de noviembre de 1960,  por la policía secreta del dictador Rafael Trujillo, en la República Dominicana y, luego, sus cadáveres destrozados fueron echados al fondo de un precipicio.
 

Para el movimiento popular y feminista de República Dominicana históricamente estas mujeres han simbolizado la lucha y la resistencia.

En 1999, la ONU dio a esta fecha carácter oficial, siempre con el propósito de concienciar sobre este repulsivo hecho que no ha dejado de repetirse día tras día.

Estamos en 2014 y esta locura no tiene solución. Dicen los datos (conocidos) que cada 18 segundos una mujer es maltratada, en algún lugar del mundo. Y (es lo más triste) en la mayoría de los casos es de manos de sus parejas.
 

El machismo es una lacra intolerable. Y lo peor de todo es que está tan metido en muchas de las culturas que imperan por el mundo, incluso la nuestra occidental. Hombres y mujeres somos iguales en dignidad y derechos.

Haber nacido hombre o mujer es una circunstancia tan nimia que, en absoluto, somos diferentes; sólo nos lleva a ser complementarios, mutuamente atrayentes… ¡como polos de un mismo imán!
 

Buscar muchas diferencias es lo mismo que establecerlas, pues casi todo lo que nos distingue es más cultural que biológico (algunos cromosomas y una hormona, poco más).

Ciertamente hay unas características que nos hacen no ser del todo iguales-iguales. Y es en esa “diferencia” en lo que nos “com-pletamos”. Y es eso lo que nos hace atractivos a unos y a otros. También, seguramente, por las características intelectuales de unas y otros. Y no podemos decir ni que ellas sean más inteligentes que ellos, ni al revés. Porque todo depende del rasero con que nos midamos los varones, las midamos a ellas o viceversa. Las mujeres suelen ser más emocionales, más sensitivas, más intuitivas, más cercanas y misericordiosas, quizás más crédulas; a la vez que más capaces de “globalizar” e inter-relacionar todo lo que sucede en sus vidas. Mientras que la otra mitad de la humanidad vamos por la vida racionalizándolo todo, comprobándolo todo, no fiándonos ni del teorema de Pitágoras y, desde luego haciendo de nuestra vida un montón de “departamentos” en los que situamos cada una de nuestras actividades, sin que (como norma general) converjan las unas con las otras (el trabajo, la familia, las aficiones, etc. tienen su espacio y su tiempo determinado), nada tiene que inter-actual sobre otra faceta de la vida.

Seguramente por los “roles aceptados”, a ellos les cuesta más trabajo aceptar la madurez. Y es fácil encontrar “niños” (muy inmaduros) en cuerpos de hombres de edad bastante avanzada.

Las chicas maduran antes, bastante antes; si bien, tantas veces, maduran antes de lo que les correspondería, obligadas a hacerlo (como manzanas arrancadas del árbol antes de tiempo).
 

La inmadurez los lleva, a ellos, a ser más intolerantes, más fanáticos y agresivos, más obsesivos, incluso. La madurez las lleva, a ellas, a ser más generosas, más complacientes, más dispuestas a relativizar muchas cosas que no son tan importantes. Podría decirse que son inteligentemente más prácticas. Aunque también (no se puede ocultar) muchas veces lloran o se vuelven locas por nimiedades.

Y aquí es donde se agarran algunos, muchos (también algunas, bastantes) para considerar que hay, por ejemplo, trabajos que no son propios de mujeres y sí de hombres; o lo contrario, quehaceres que son los que corresponden a las mujeres y no a los varones. ¿Empezará aquí el machismo?

De machistas es pensar que los hombres podemos volver la cabeza para mirar el culo a las mujeres que se nos cruzan en el camino, pero que ellas no pueden hacer lo mismo cuando ven a un tío bueno…

Y de machistas es enfadarnos cuando la que es mirada es esa mujer que, acaso, consideramos “de nuestra propiedad”…

Hay mucha gente (hasta mujeres) que no acepta tener una jefa en el trabajo o que prefieren ser tratadas por un ginecólogo o tocólogo antes que con una doctora de la misma especialidad. ¿No es esto machismo?

Sin embargo también existen hombres (como es mi caso) que preferimos ir a la estomatóloga antes que al dentista; o que, alguna que otra vez, nos encanta ir a una peluquera en vez de dejarnos cortar el cabello por el peluquero de siempre. ¿Por qué no ser atendidos por quien, acaso, lo hace con más delicadeza y semejante profesionalidad?
 

Creo que, muchas veces, aunque no lo queramos reconocer, hacemos violencia hacia la mujer (¡contra tantas mujeres vamos!), cuando actuamos marcando unas diferencias que no son justas, limitando lindes que ya no existen y que no debieran haber existido nunca.

Ojalá, cada año, el 25 de noviembre, celebramos el día Internacional contra la Violencia hacia la mujer, avancemos hacia una sociedad más armónica y equilibrada; en la que mujeres y hombres nos sepamos compañeros.




Y, para acabar este post, un poema:
 
Vamos,
amiga;
la realidad no es otra
que la nuestra:
que ésta que tenemos
por delante...
La vida nos ha puesto,
a ti y a mí,
tan cerca,
tan coincidentemente cercanos,
que tenemos
que aceptarnos compañeros...
y comprender
que este encuentro
es, verdaderamente,
una invitación del Cielo
para que nos cojamos de la mano,
o acaso entrelacemos nuestros brazos
y, juntos,
vayamos por la vida
a andar esa aventura
que, abierta,
nos espera...
 

(del libro “El Hemisferio Olvidado”
que tengo escrito junto a Blanca G. Reillo)



miércoles, 19 de noviembre de 2014

NO PODEMOS ESPERAR


¡RETRETES PARA TODO EL MUNDO!

Aunque parezca una cochinada, hoy toca hablar de retretes: el 19 de noviembre, cada año (desde julio de 2013) ha quedado establecido como DÍA MUNDIAL DEL RETRETE.
 
Parece algo cómico pero ¡hay pesadas razones! para aplaudir su celebración que, ineludiblemente, la pretendida es también una clara ocasión para concienciarnos.

 
Porque el saneamiento es una prioridad de los Objetivos de Desarrollo del Milenio; ya que (aunque parezca mentira) más de la tercera parte de la población del Mundo (unos 2.500 millones de seres humanos) no dispone ni de retretes ni de letrinas y se ve obligada a defecar al aire libre, como animales.



 
Cuestión que, paralelamente, al privar de intimidad a    muchas mujeres y niñas se enfrentan a la amenaza de la violencia sexual, imperante todavía (muy desgraciadamente) en tantos lugares.


El Día Mundial del Retrete, con el lema  “No Podemos Esperar”,  es una ocasión única para llamar a la acción y resaltar la imperiosa necesidad de abandonar la práctica de la defecación sin higiene ni intimidad.
 
 
La Organización Mundial de la Salud ha propuesto, como objetivo para 2030, en que nadie tenga que defecar al aire libre.


sábado, 8 de noviembre de 2014

¿QUÉ CELEBRAMOS?


NUESTRO  DÍA

(ONOMÁSTICA Y CUMPLEAÑOS)
 
 
Hay costumbres hermosas que, desde hace mucho, estaban arraigadas a un estilo de vida y cultura más basada en tradiciones o hasta en creencias religiosas, como es la de la celebración (muy presente en bastantes regiones de España y algunos otros países dónde influyó poco la reforma luterana), de los días de los santos.

 


En nuestra sociedad más laicista que religiosa, y también influenciada por costumbres de otros países donde el “nombre de pila” no es motivo de celebración o importadas claramente de Estados Unidos, pretendiendo quizás obviar cosas que huelen y saben a rancio; unas veces pensando que hay que renovarse, otras por no seguir manteniendo esquemas vinculados a creencias que son más del pasado que del hoy. 

 

Así, sabemos que hay quienes, pensando actuar más “asépticamente”, prefieren y valoran más celebrar los años que hace que vieron la luz; cosa que realmente es importante pues marca el inicio de nuestra vida, pero que también nos vincula a la otra creencia popular: la de los signos zodiacales (cuestión que, por cierto, ahora nos toca corregir, al aparecer en la rueda del Zodíaco el decimotercer signo de Ofiuco (o Serpentario).

 

Si es verdad que nuestra onomástica hace referencia a una persona que fue ejemplar en sus días y, por eso, se le consideró santa o santo (y se dice “elevado a los altares”, en nuestra cultura cristiana), el cumpleaños también (en nuestra cultura) hace referencia a un año determinado que se cuenta desde la llegada de Jesucristo a la Tierra (o lo que es lo mismo. Año de la Era Cristiana).

 

Con lo cual, habría que concluir que quien no quiera “estar conforme” con la “herencia cultural” recibida…, que renuncie a vivir en sociedad, que se escape a una isla perdida del pacífico o (más acertadamente) a otra galaxia…

 
Yo lo que pienso (y creo) es que estamos en este Mundo para ser felices. Y eso se logra, repartiendo y compartiendo momentos de gozo con las personas con las que convivimos.


En esa clave, a tanta gente, nos parece también muy importante tener una fecha anual dónde celebrar el día en que todas las personas que son reconocidas con el mismo nombre propio (que les identifica ante quienes les conocen y frente a todas sus relaciones en general) y que, por eso, se les recuerda de una manera especial.


 

Nombre, que por otra parte, tiene tanta significación en nuestra personalidad que nos hace ser, de alguna manera, ser como somos; pues, como ya tantas veces yo ya he dicho, no es lo mismo llamarse Pepe que Rufino, ni María que Gertrudis, ni Macrobio o Antonio o Ernesto... que Carmen o Proustiana o Teresa; aparte de su significación: nunca será igual la personalidad de quien se llama Leticia (Alegría) o Irene (Paz) o Laura (la que triunfa) que Dolores o Martín (guerrero) o Mauro (oscuro). Como tampoco lo es si se nos puso el nombre de los abuelos o el que aparece en el santoral del día en que nacimos.  Todo lo que conlleva esa “palabra” que nos identifica marca, siempre, lo queramos o no, en nuestra personalidad.  Más que el signo zodiacal, seguramente.
 

Pero, bueno, pues eso: que de lo que se trata es de encontrar ocasiones para pasarlo bien, sabiendo que hay quienes (aunque sólo sea una vez al año) nos tienen muy especialmente presentes (el día de nuestro cumpleaños o el de nuestra onomástica) y nos desean felicidad. Es muy de agradecer.

 

Aunque, también, como siempre decía mi madre, es importante motivo de sentirnos felices el maravilloso hecho de, cada día, cumplir un día más: ¡estar vivos!

 


 

lunes, 3 de noviembre de 2014

LA "MUJER MARINERA" ES UN SÍMBOLO PERMANENTE


 
   LA   ESPERA

A la mar salió,

a la mar se ha ido,

hace días, su marido.

 

Ella quedó aquí, esposada

a la tierra,

como buena esposa,

esperándolo…,
 
 
 

sin saber si, acaso,

volverá esta noche,

ya con la luna

medio llena, creciente
 
 

(como ese amor que, tantas veces,

se prometieron, ella y él,

siempre creciente…)

o mañana o, tal vez,

después de muchas semanas

o nunca.

 
 


Y así

un día con su noche

y dos con sus noches,

y una semana

y dos… y cinco.

 
 
 
Y pasaron meses y años

y ella, esposa,

esposada a su casa;

sigue esperándolo.

 
 
 
 
(Fotografías del monumento a Dona Marinera en Lloret de Mar)