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viernes, 23 de septiembre de 2022

OTRO OTOÑO, NUEVO OTOÑO

 

ADIÓS AL VERANO... 

             Y SALUDO AL OTOÑO

Casi sin darnos cuenta… los cielos se visten con nubes grises, los árboles se desnudan de hojas amarillas, las jornadas se llenan de nuevas tareas que arrostrar. 

                     

¡Nos toca decir “adiós” al verano!

Empiezan a salir los paraguas; ya llueve y volverá a llover; caen todas las hojas que el sol abrazó hasta cambiarlas de color… 

                                     

Luego el viento juega con ellas y las arrastra produciendo alfombras de hojarasca por calles y parques.

                                           

Al ritmo de las golondrinas viajeras, la gente decide ir pasando más horas dentro de las casas y se recuperan los mejores espacios de tertulia alrededor de una mesa de hogar o de cafetería; 

                            

mientras el viento llora y canta…, como un niño con hambre, como una niña a la que se le rompió su muñeca, como una mujer sufrida, como el obrero que sufre el paro demasiado tiempo, como un anciano mal atendido; mientras se preparan las tormentas para romper los silencios de las noches que, poco a poco, irán siendo más frías.

                    

Adiós verano, adiós. Bienvenido otoño, posibilitador de espacios de paz y armonía para nuestros corazones. 

                              

Ojalá que con la luz grisácea del sol que nos ilumina detrás de las nubes, sepamos encontrar motivos para compartir cariño entre quienes nos rodean. 
     

sábado, 30 de julio de 2022

IDEA CREATIVA PARA EL VERANO

 

                        

ESTAMOS 

EN TEMPORADA 

DE FRUTAS

No hace mucho me sugirieron una idea que me parece bastante bonita: dado que estamos en temporada de muchas frutas (cerezas, albaricoques, melones, sandías, naranjas, pomelos, limones, manzanas, melocotones, ciruelas, etcétera). 

                                     
                           
Y desde una conciencia medioambiental, sería bueno no tirar las semillas a la basura, sino lavarlas, secarlas (al sol) y guardarlas en una bolsa de papel.  

                                                                                       

Luego, cada vez que salgamos al campo, o a zonas verdes en la ciudad,  cojamos la bolsa con las semillas y vayamos tirándolas en los terrenos baldíos desocupados, por la carretera, en la rivera de los ríos, de los caminos o estanques.

                     

                      

Con este simple acto, podremos aportar al menos un árbol por cada temporada.

             
                               
                           

Está claro que a todos nos gustan comer fruta, durante todo el año y aún más en el tiempo estival; pero… para cosechar hay que sembrar. Ciertamente hay quien siembra y luego las cuida para que luego se puedan conseguir frutas de calidad para consumir. 

                                                                                       

Pero ¿por qué no poner algo de nuestra parte, ofreciendo a la Madre Naturaleza la posibilidad de dar más frutos…?

                                                                  

El hacer que este mundo sea más verde, puede suceder con nuestra pequeña colaboración.

                

De nada sirve quejarse del calor, si no hay árboles que den sombra y oxígeno.  Tenemos que hacer algo de nuestra parte.

         

 

                  ¿Qué os parece?

 

 

viernes, 8 de julio de 2022

UN CUENTO PARA TRIANEROS DE TODAS LAS EDADES

 


EL ÁRBOL INDIGNADO 

Era muy pequeñito cuando, viajando desde América, dentro de una caja de cartón en la maleta de un joven fraile, llegó a Sevilla. Enseguida cayó en una tierra fértil, delante de un templo católico. Se sabe que era el año de 1913 cuando sintió el abrazo de un trozo de tierra junto a una cruz de mármol colocada en el cruce de dos importantes y transitadas calles del barrio de Triana.

                 

Y, como es el árbol de mayor edad de la zona, ha estado... junto a la cruz de mármol, siendo durante muchos años el fiel testigo de muchos eventos, de cabalgatas, de desfiles procesionales, de citas de grupos de amistad, de cuitas de amor…  

Ahora tiene añoranzas de su ayer; pues, siendo más joven todo era diferente: daba su sombra, sin ocultar nada del entorno e incluso se dejaba abrazar.

                          

Luego, después de unas décadas, se marchó el jacarandá (árbol amigo tropical americano, bien frondoso lleno de flores azules y moradas) desapareció la palmera (orgullosa ella… pero que sabía alegrar el espacio con el baile de sus ramas cuando las movía el viento). Se quedó sin otra compañía forestal en el compás del inmenso templo del siglo XVIII. 

El enfado del viejo árbol es grande. Ya nadie lo mira mientras reza una oración delante de esa cruz que él acompaña hace tanto tiempo… Ya no suben chiquillos a sus ramas pues se ha hecho tan grande que ya da miedo acercase a él.

Le duele esta Sevilla secularizada, donde ya nada sagrado se valora… ¡ni siquiera la vida humana!

                     

Inmenso, pero inmensamente dolido, fastidiado, enojado con su actual situación. Porque ahora es un ficus macrophylla que ha llegado a tener tan grandes dimensiones que hasta tapa el edificio de la Iglesia, que molesta y hasta ha llegado a ser mirado con recelo por bastantes personas que pasan a su lado; pues ya, en más de una ocasión, su enfermedad incurable que ataca su fortaleza interior... le lleva a perder algunas ramas cuando el viento las sopla.

Sólo la cruz lo acompaña. Esa cruz de mármol barroca (antigua más que él, pues data del siglo XVIII), puesta ahí para señalar un primitivo cementerio de fallecidos por la epidemia de la peste del XVII, que ya sufrió con la caída de una de sus ramas la rotura de un brazo; pero aún peor ha sido el daño que ha causado a seres humanos a los que, sin pretenderlo, ha herido en los últimos tiempos.

                          

Le duele que haya gente que lo quiere utilizar para ir en contra de la Iglesia y sus miembros más responsables y critica decisiones tomadas por el bien común, priorizando lo estético a lo ético. Su enfado es grande y ya no quiere seguir ahí, sufriendo y haciendo sufrir.

Sabe que hay que saber retirarse cuando se deja de ser útil, para dejar paso a otras vidas nuevas.

Como también sabe que, como todos los seres vivos, la existencia es limitada; pero se siente feliz de haber cumplido con su misión en sus más de cien años de existencia. 

Y está indignado con que haya quienes se empeñan en mantenerlo enfermo, llorando con cada trozo de su cuerpo arbóreo que se le cae, pero sin que nadie venga a consolarlo en su vejez, dándole gracias por todo el bien que ha hecho mientras estuvo ahí, saludable, digno, presente.


                                  José-María Fedriani 

                                   

 

 

 

 

sábado, 11 de junio de 2022

LO PRIMERO ES LA VIDA HUMANA

 

VALORES EQUIVOCADOS 

Es evidente que muchos de los valores tradicionales de todos los tiempos, hoy están cuestionados o en crisis: el valor del bien común, el respetar la naturaleza, la honradez; y también, cuando hablamos de valores, hablamos de libertad, paz, respeto, justicia, amor…

                             

Los valores son inherentes al ser humano, expresan su esencia y determinan la forma de actuar y de ser. Los valores definen cómo es la sociedad, creada por quienes viven en ella. Cada sociedad, por eso, desde su cultura, potencia y transmite unos valores.

                          

Las crisis de valores se producen cuando su significado comienza a perder sentido y utilidad práctica en la vida de una sociedad. No podemos negar, porque lo vemos y sentimos cada día, que en nuestras sociedades (¿”occidental-democrática-burguesas”?), muchos de nuestros valores pueden estar en crisis.

                              

Son valores que, muchas veces (demasiadas), vemos que mucha gente obvia… al centrarse en “vivir bien”, disfrutar de todo lo disfrutable, sin pensar si con esas posturas egocéntricas (egoístas) estamos seguramente perjudicando a tanta gente o poniendo en riesgo el bienestar de próximas generaciones. 

                               

Pero si tenemos por delante una crisis que supera a todas creo que es la enviar el valor que tiene la vida de los seres humanos, de todo ser humano, sea cual sea su condición, raza, edad, pensamiento. Y vemos cómo hay quien se puede gastar miles de euros en cosas muy muy superfluas, mientras tiene al lado a conciudadanos pasando muchas necesidades; o quien valora más la vida de un perro vagabundo que la de unas criaturitas que se las maltrata o, simplemente, se las sacrifica en una de esas clínicas en las que se venda la “interrupción voluntaria del embarazo".

                       

Pero también, cuando se obvia el riesgo que tiene una acción caprichosa que pone en riesgo la vida de las personas, la propia o la ajena. Porque si es inmoral atentar contra la propia vida, quizás lo sea más hacerlo contra los otros, acaso desconocidos, que pueden sufrir las consecuencias de nuestros actos o indolencias.

                             

En un contexto de crisis como el que vivimos actualmente, cada valor cuenta, pero quizás nunca podamos dejar atrás el valor de la solidaridad.

 
                             

Y ¿a qué me quiero referir en esta ocasión? Pues a algo que está sucediendo justo a unos metros de donde yo vivo: en la esquina de las calles Pagés del Corro y San Jacinto existe un enorme ficus (muy hermoso ficus, casi un símbolo de nuestro barrio) que, ha quedado demostrado que es un ser muy peligroso: ya ha atentado, en más de una ocasión, contra la vida de algunas personas. 

                                                

Sea quizá el más significativo el caso, ocurrido hace poco más de un año, de que una de sus ramas golpeó e hirió a varias personas entre ellas a una vendedora de la ONCE que, habiendo perdido el bazo y haber estado meses hospitalizada, aún está padeciendo dolencias por culpa de aquel tremendo golpe.

                              

                      

Lo hemos dicho mil veces: seguramente desde hace ya unos cuantos años, pero cada vez más ¡se ha convertido en un peligro público! Así pues, aunque sea una belleza, está siendo necesaria su tala,  pues está ubicado en un espacio urbano muy concurrido de personas mayores y también de colegiales.

                                  

Siempre será más justo sacrificar a un árbol, que seguir arriesgando vidas humanas.

   Es lo que yo, José-María Fedriani, pienso.