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viernes, 8 de julio de 2022

UN CUENTO PARA TRIANEROS DE TODAS LAS EDADES

 


EL ÁRBOL INDIGNADO 

Era muy pequeñito cuando, viajando desde América, dentro de una caja de cartón en la maleta de un joven fraile, llegó a Sevilla. Enseguida cayó en una tierra fértil, delante de un templo católico. Se sabe que era el año de 1913 cuando sintió el abrazo de un trozo de tierra junto a una cruz de mármol colocada en el cruce de dos importantes y transitadas calles del barrio de Triana.

                 

Y, como es el árbol de mayor edad de la zona, ha estado... junto a la cruz de mármol, siendo durante muchos años el fiel testigo de muchos eventos, de cabalgatas, de desfiles procesionales, de citas de grupos de amistad, de cuitas de amor…  

Ahora tiene añoranzas de su ayer; pues, siendo más joven todo era diferente: daba su sombra, sin ocultar nada del entorno e incluso se dejaba abrazar.

                          

Luego, después de unas décadas, se marchó el jacarandá (árbol amigo tropical americano, bien frondoso lleno de flores azules y moradas) desapareció la palmera (orgullosa ella… pero que sabía alegrar el espacio con el baile de sus ramas cuando las movía el viento). Se quedó sin otra compañía forestal en el compás del inmenso templo del siglo XVIII. 

El enfado del viejo árbol es grande. Ya nadie lo mira mientras reza una oración delante de esa cruz que él acompaña hace tanto tiempo… Ya no suben chiquillos a sus ramas pues se ha hecho tan grande que ya da miedo acercase a él.

Le duele esta Sevilla secularizada, donde ya nada sagrado se valora… ¡ni siquiera la vida humana!

                     

Inmenso, pero inmensamente dolido, fastidiado, enojado con su actual situación. Porque ahora es un ficus macrophylla que ha llegado a tener tan grandes dimensiones que hasta tapa el edificio de la Iglesia, que molesta y hasta ha llegado a ser mirado con recelo por bastantes personas que pasan a su lado; pues ya, en más de una ocasión, su enfermedad incurable que ataca su fortaleza interior... le lleva a perder algunas ramas cuando el viento las sopla.

Sólo la cruz lo acompaña. Esa cruz de mármol barroca (antigua más que él, pues data del siglo XVIII), puesta ahí para señalar un primitivo cementerio de fallecidos por la epidemia de la peste del XVII, que ya sufrió con la caída de una de sus ramas la rotura de un brazo; pero aún peor ha sido el daño que ha causado a seres humanos a los que, sin pretenderlo, ha herido en los últimos tiempos.

                          

Le duele que haya gente que lo quiere utilizar para ir en contra de la Iglesia y sus miembros más responsables y critica decisiones tomadas por el bien común, priorizando lo estético a lo ético. Su enfado es grande y ya no quiere seguir ahí, sufriendo y haciendo sufrir.

Sabe que hay que saber retirarse cuando se deja de ser útil, para dejar paso a otras vidas nuevas.

Como también sabe que, como todos los seres vivos, la existencia es limitada; pero se siente feliz de haber cumplido con su misión en sus más de cien años de existencia. 

Y está indignado con que haya quienes se empeñan en mantenerlo enfermo, llorando con cada trozo de su cuerpo arbóreo que se le cae, pero sin que nadie venga a consolarlo en su vejez, dándole gracias por todo el bien que ha hecho mientras estuvo ahí, saludable, digno, presente.


                                  José-María Fedriani 

                                   

 

 

 

 

15 comentarios:

  1. Me hizo acordar su relato, bien tejido, de la canción, MI árbol y yo, del cantautor, Alberto Cortez. Un abrazo. Carlos

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  2. Triste pero real, aquel fraile pensaba que traía un gato para tenerlo en casa y resulto ser un león.El arbol está fuera de lugar y provocando más daño que beneficio.

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  3. Qué bonito texto, lleno de amor a la naturaleza y al prójimo.

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  4. El relato me ha encantado, creo que es como la vida misma.
    Todo tiene un nacer y un morir.
    Hay que dejarlo ir.
    Lo recordaremos todos los que lo hemos querido

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  5. Todo tiene un principio y un final y a veces, ese final cuenta mucho aceptarlo. No va a costar mucho pasar por allí y no verlo, todo sea por el bien del templo y sobre todo el bien de las personas.

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  6. Bonita la historia y como todo en la vida todo tiene su principio y su final y ya le ha llegado su hora aunque duela, pero antes esta la seguridad de los vecinos.

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  7. Precioso cuento REAL....

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  8. Veo a mi niña andar entre sus raíces.
    Gracias FICUS

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  9. Me parece un cuento efectívamente. El ficus NO es peligroso, está falto de cuidados. Los que lo defendemos sabemos lo que decimos, muchos son expertos de reconocido prestigio que se han puesto a disposición del párroco y el Ayto sus técnicos de forma gratuita. Parques y Jardines ha dicho igualmente que, CON LOS DEBIDOS CUIDADOS, el ficus no tiene por qué ser talado.
    Si se cayera un ladrillo de la iglesia la demolerías ?, dirías que está enferma e indignada por lo que quieren rehabilitarla y sanarla ?.

    Ningún árbol es peligroso, lo son los que no lo cuidan debidamente y son perversos los que recurren a cuentos asustaviejas para quitarse de sus cabezas problemas que no entienden.

    El ficus debe sanarse y cuidarse, en manos de expertos. Cedan la plazuela, l devuélvanla al Ayto y que se encarguen los que saben de su matenimiento y cuidado.

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    1. Perfecto. No se puede expresar mejor !!!
      Es hiriente esta apología de la eutanasia...

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  10. Carlos Manuel Martín Nogués14 de agosto de 2022, 11:22

    Este escrito, aunque en forma de metáfora, es un claro alegato en defensa de la eutanasia, y tengo entendido que la Iglesia Católica está en contra.

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  11. Demagogia pura la de este señor o señora?
    Creo que está suficientemente fundanmentado que el árbol , muy a pesar de todos, incluidos los frailes, ha de ser talado por seguridad de vecinos, los viandantes y la seguridad de la estructura del templo, que se está viendo afectada.
    También las viviendas colindantes.
    Si entra en las redes. Vera los artículos que se han publicado al respecto.
    Infórmese y opine después

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  12. Los informes no dicen que haya que talarlo, sino que se puede conservar con cuidados. Los indignados somos los vecinos porque se pida la tala en nuestro nombre. El problema es que la iglesia no quiere asumir el gasto, pero si la privatización de la plaza, verdad? No hable en nombre del árbol ni de los vecinos, que gritamos fuerte: NO A LA TALA, NO AL ARBORICIDIO. Matamos a todos los enfermos? Si a la eutanasia?

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