CARMEN Y EL JARDÍN
DE LOS CATORCE ÁRBOLES
El amor llega... ¡tantas veces! sin que se le esté buscando, sin esperarlo expresamente... y llega cualquier día, en cualquier lugar del mundo...
Es como un regalo más que la vida nos ofrece y, si lo queremos, podemos tomarlo.
Carmen, así, sin buscarlo ni predeterminarlo, se enamoró de Kalil, un joven extranjero, justo cuando menos lo esperaba. En general, a ella le gustaban los hombres de otra raza; por mucho que sus amigas siempre le hablaban de los mil problemas y complicaciones que podría acarrearle tener una relación con una persona de otra nacionalidad y de otra cultura. Siempre le decían que esta sociedad en la que vivimos, tan temerosa de lo nuevo, tan cerrada y “tenebrista”, tendría muchos problemas para su integración, que le surgirían cientos de problemas a la hora de conseguir empleo, dificultades en sus relaciones con familiares y amistades, y luego en la educación de sus posibles hijos; por no decir nada del mutuo entendimiento, a la hora de compaginar la visión de la vida en general...
Sobre todo esto último, le tenía bastante preocupada a Carmen.
Una mañana, amaneció pensando en estas cosas. Cogió su bicicleta y se fue al parque, buscando un espacio para pensar relajadamente...
En un rincón del parque, encontró un jardín en el que, había una fuente y unos bancos; sobre uno de ellos, dejó apoyada su bicicleta. El lugar estaba rodeado de diferentes árboles de distinta clase... Carmen estuvo un rato mirándolos: una acacia, de espectacular belleza; un lindo cerezo, todo un símbolo de que ya está aquí la primavera; un castaño, un avellano y un nogal, tan atractivos, como provocadores al deseo de comer sus frutos; un robusto fresno, un ligero abedul; un arce, de apariencia tan armónica; un ciruelo, un manzano, un naranjo, de frutas tan apetitosas; y, por fin, tan estilizados: un enorme ciprés, un pino y también una palmera. Catorce seres vivos, de los que ella quería y esperaba recibir un mensaje... ¡todos diferentes, originarios y procedentes de tantos lugares...!
Sin hacerle mucho caso a la razón, sentada al borde de la fuente, habló en voz alta a los árboles, diciéndoles:
- Oh, árboles decidme cómo, si vosotros podéis convivir en armonía, habladme, decidme cómo lo hacéis..., porque ¡mirad que sois diferentes!
Entonces, sin saber si era o no verdad, pero a ella le pareció escuchar sus voces y cómo, uno a uno le fueron diciendo sus razones de ser y existir...
Así, escuchó del nogal:
- Mi misión es transmitir capacidad de concentración, acércate a mí y lo percibirás.
Luego, le dijo el avellano:
- Yo aporto una cierta electricidad erótica, despierto las ganas de disfrutar de la vida...
Enseguida intervino el cerezo:
- Si te acercas a mí, incluso sólo con mirarme, te transmitiré optimismo, algo tan necesario para conseguir ser feliz.
La acacia le dijo:
- Yo aporto el mejor aroma al ambiente, pero también fomento el equilibrio...
Continuó hablándole el Fresno:
- Necesitas ser fuerte, como yo: a veces tendrás que hacerte la dura, ante algunas circunstancias desfavorables y ante ciertas personas, no menos complicadas.
El abedul le dijo:
- Tendrás que ser tú la primera en ser jovial y flexible, en tus relaciones; incluso con quienes no sepan serlo contigo y con esa persona a la que tú tanto quieres. Aporta, siempre, relajadamente lo que tú esperes de los demás...
Antes de que acabara, añadió el arce:
- Y favoreciendo tu actitud generosa, irás colaborando en armonizar las relaciones de tu entorno...
El ciruelo, con un tono energizante, dijo:
- Eres joven, tienes energía y vitalidad, no tengas miedo a la vida.
Enseguida, añadió el manzano:
- Ya sabes lo que es el amor, sabes relacionarte positivamente, y eres atractiva...
Luego el castaño:
- Cuando estés nerviosa, ven a descansar bajo mi copa, yo te transmitiré paz y sosiego. Olvídate de los traicioneros nervios.
Después, el pino, la animó de esta manera:
- La vida es muy larga, hay tiempo para todo..., no te agobies, mujer, que nada ni nadie lo merece...
El ciprés aportó su visión de la vida:
- Además la vida es algo más que lo que tienes bajo tus pies: de vez en cuando, mira a lo alto, de Arriba siempre te puede venir una fuerza interior que le dé sentido a todo lo que vives por acá abajo... Tú has nacido para trascender, tu vida es sólo un camino a Algo más.
Y lo mismo la palmera:
- Tú, como mujer, sabes que puedes ser fecunda y dar vida a otros seres; no te quedes en la mediocridad, busca la verdad, la perfección... La Vida es eterna, empieza pero no tiene final. Créetelo y vívelo.
Por fin escuchó la dulce voz del naranjo:
- Sé libre, no tengas miedo a la responsabilidad de un compromiso. Tú puedes, sé consciente de ello: si quieres puedes... ¿Quieres? Pues, venga, atrévete. Toda vida es un reto, un reto al que tienes que enfrentarte y ganar.
Se hizo un gran silencio en el jardín...
Carmen se fue acercando, uno a uno a los distintos árboles y les fue abrazando; sin prisas, como queriendo memorizar cada palabra que había oído, que estaba segura de haber escuchado de todos y cada uno de ellos...
Se sentía serena, segura, feliz. Miraba a aquellos árboles y notaba paz. Era como que comprendía que sí era posible lo que ella buscaba: aquellos catorce árboles, eran todos diferentes, todos estaban compartiendo el mismo espacio en armonía...
Ya se le hacía algo tarde y decidió regresar. Suspiró profundamente y dijo:
- Gracias.
Volviendo, montada en bicicleta, se encontró con Kalil.
Nada más verlo, el vibrante sentimiento de amor vivo que sentía, le hizo brotar las siguientes palabras:
- Porque yo a ti te quiero,
porque tú a mí me quieres;
hoy tenemos un pacto
que declararnos eterno.
A lo que Kalil, un poco desconcertado, pero desde luego muy emocionado, le contestó:
- No tengo otra cosa que querer
que lo que quieres tú,
no tengo más tarea que hacer
que esperar tu compañía;
pues lo eres todo para mí.
La gente pasaba y los miraba: era evidente que no todo el mundo los miraba con los mismos ojos comprensivos, pero tanto ella como él, se sentían felices de estar soñando despiertos..., la mejor manera de creer en la esperanza.
Entonces, llegó una paloma blanca y se posó sobre el manillar de la bicicleta. La miraron y se rieron ruidosamente. La paloma, asustada, volvió a emprender el vuelo...
Sabían que no les sería fácil llevara cabo sus proyectos; pero... si los árboles pueden ¿por qué no iban a hacerlo ellos, siendo más racionales, teniendo más posibilidades de elegir libremente sus destinos?
José-María Fedriani
José-María Fedriani
(Del libro "DESDE EL ALFÉIZAR")
Entiendo que cada uno puede ser feliz si quiere, problemas hay siempre, pero piensa y elige ya. Todo sera lo ficil o facil que tu quieras, veras Carmen imaginate te toca la loteria, millones, y segun TU cabeza puedes ser muy feliz o muy desgraciada, es el destino no el amigo de al al lado. SIEMPRE SE TU
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