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martes, 14 de febrero de 2023

SI ACASO TE ENAMORAS...

 



ALGUNOS ENCANTAMIENTOS…

(en el día de los enamorados)

 

DÉJAME

 

Déjame mirarte.

Déjame

ser un enamorado silencioso

de tu linda cara,

de tu bello pelo,

de tu hermoso cuerpo...

 

No me saludes,

ni siquiera me mires

si no quieres,

cada día,

cuando te veo pasar,

cuando te cruzas

en mi camino...

 

No me importa sufrir

tu silencio,

acaso tu indiferencia...

Pero déjame,

por favor, déjame

seguir viéndote

cada mañana;

déjame

mirarte emocionado

mujer preciosa.

 

Déjame ser

tu enamorado silencioso.

 

Y si me miras,

si me sonríes,

si me dices..., si

te decides a decirme

el “buenos días”...

yo soy, esa jornada,

el ser más feliz

que puede haber...

 

¿De qué depende?

No sé por qué motivo

unas veces me ves...

y otras me ignoras,

al cruzarte conmigo

en el camino.

Yo te miro...

Y soy feliz.

Tú ya sabes,

no necesito oír tu voz

para gozar contigo.

Pero déjame

¡seguir mirándote

toda la vida!

 

  

POR LA MAÑANA

Por no perderme

ni un detalle

de toda la belleza

que luces,

cada mañana,

cuando veo que vienes…,

presto mi atención,

vehemente,

por verte mejor, mujer preciosa.

 

De querer mirarte

tan fijamente,

se me nubla la mirada…,

súbitamente,

y ya no le veo

como quisiera;

pues acabo viéndote

como entre nieblas,

como si fueses en una nube…

 

Y yo me pregunto:

¿será que, cada día,

por la mañana,

bajan los ángeles

(tú, entre ellos)

para alegrar la vista

de los mortales?

 

 TU TRENZA


Esa trenza tuya

(ya canosa, casi gris)

me hace trasladarme al Cielo

que sé que se hace presente,

felizmente,

al verte pasar por esta calle

en la que contigo me cruzo,

cada día.

 

Al ver tu trenza

(que es triunfo

de la belleza y la armonía

atadas y aunadas…;

como se hace la vida,

consiguiendo juntar, pacientemente,

lo que no amenaza el viento

ni ordena el descuido)

se despierta (desde lo más hondo

de mi sentimiento)

mi tanta alegría.

 

Yo me enamoro un poco más

al verte y verte

y notar que me sonríes

mientras mueves la cabeza,

para que yo bien disfrute

de la alta belleza

de tu trenza.

 

Yo te agradezco

una y mil veces

que quieras tú demostrarme,

aún sin palabra alguna,

el deseo que siempre tienes

de agradarme plenamente…,

pues sabes (bien lo sabes,

estoy seguro) lo mucho

que a mí me gusta

verte con esa trenza linda

que atestigua,

certeramente, mujer,

que has vivido

décadas de entrega;

seguro que cargadas

de alegrías, pero también

de sufrimientos que,

no por ello, le han quitado

la sonrisa a tus lindos ojos

que van, casi grises…,

haciendo juego con

tu trenza.

 

 OJOS DE CARAMELO

 

Ojos de caramelo, al yo verte,

me ha parecido que tienes.

Ojos de caramelo, profundos,

tan dulces como el azúcar.

 

Ojos de caramelo, tan vivos,

que dicen, como un suspiro:

la vida es toda muy hermosa

aunque, tal vez, muchos días

está repleta de sombras,

de dolores, de amarguras

y soledades muy negras.

 

Ojos de caramelo es preciso

tener… en la vida

para endulzar, felizmente,

ese millón de horas

que, acaso, aún tenemos

que avanzar de la andadura.

 

Ojos de caramelo tú tienes

para llenar de optimismo

todas las cosas que miras.

 

Enséñame, chica linda,

a llenar las tristes horas

del color de los tus ojos,

¡ojos de miel-caramelo…!

 

 

LAZADAS

 

Tus quince lazadas

de trenza negra

para mí son nudos…

que al alma mía

la atan al rumbo

del tu caminar.

 

Cuando te veo,

cada jornada,

venir tan linda…,

con la esa trenza

que bien siempre atas

con gracia y garbo,

pierdo ya fuerza

que me sería precisa

para seguir el curso

de mi andadura.

Y, sin pensarlo, ya

sigo tus pasos

(evitando abrumarte),

pero siembre, así,

yo tanto disfruto

viendo tu trenza.

 

 

 
ENVIDIAS

 

De la mañana,

el sol naciente

que entra por tu ventana.

 

De la primavera,

el clavel

que atas al cabello.

 

Del campo,

la brisa que te acaricia

al atardecer.

 

De la mar,

el azul

que te acoge en sus aguas.

 

De la calle ciudadana,

el suelo

que pisas al caminar.

 

De las ramas de los naranjos

las ganas

de acercarse, siempre, a ti.

 

Del otoño,

la lluvia

que besa tu frente.

 

De la noche,

las estrellas

que brillan como los ojos tuyos.

 

 

Envidias...

a todo tengo:

envidias de acercarme,

envidias de tocarte,

envidias de besarte,

envidias de hacerte

y saberte feliz.

 

 

COMO FLECHAS DE FUEGO

 

Clavas tu mirada en la mía.

Y es mi regalo inmenso:

tu mirada me hace

despertar a la esperanza.

 

Tus ojos de iris gris-azulados

se me han clavado

en lo más hondo

de mis pupilas pacientes   

que, como centro de una diana,

espera tus suaves flechas

llenas de fuego y luz.

 

No me hiere,

pues viene con tu sonrisa;

y es (para mí)

como la semilla que el jardinero

hunde en la tierra,

con la plena confianza

de que dará sus frutos.

 

Tu herida luminosa me viene

a despertar la esperanza:

acaso, quizás, algún día…

 

 

TODA BLANCA

 

Viniste

toda blanca,

como la espuma del mar,

como la sal,

como el azúcar de caña,

como la cal de las blancas casas

de mi pueblo,

como el algodón nuevo

o como el lino,

como las esas nubes de verano

que aún visten el color

de la primavera.

 

Que Dios me perdone,

pero es injusto

que exista tanta belleza

y que mis ojos no puedan

disfrutarla cada día.

 

Tú, cual orquídea blanca,

paloma de paz,

o alma de infantil criatura,

así: eterna pureza,

¡toda blanca…!

  

CUANDO TE VEO

 

Cuando yo te veo

siento en mis adentros

algo que está muy vivo.

Tal vez es deseo

o, quizás, es amor.

 

No sé lo que siento

cuando yo te veo,

pero sé que siento

que mi cuerpo vibra

y la presión me sube

toda la viveza

que existe en mi ser...

¡con sólo mirarte!

 

Como en primavera

crecen los rosales

y llenan de aromas

y de cien colores

todos los jardines…

¡yo noto el deseo

que, así, crece en mí,

cuando yo te veo.

Y siento aún más ganas

de quererte a ti.

 

Tal vez el deseo…

¡también sea amor! 

 

 

DULZURA MELOSA

 

Como la miel

es tu mirada,

es la sonrisa de tu boca.

Como la miel

es tu abrazo

y son tus besos.

Como la miel

son tus palabras dulces.

Y el color de tu pelo

es como la miel.

Como también lo es

el perfume que desprende.

Siempre tierna

y siempre agradable

es tu manera de ser,

como la miel…

Siempre dispuesta

a ofrecer dulzura

y a quitar amarguras

a quien te encuentra.

 

A veces pienso…

¿qué hubiera sido de mí

si no te hubiese conocido…

si ¡tan importante

has llegado a ser

ya en mi vida!?

 

A veces pienso…

¡qué tristes serían

mis sueños,

mis esperas,

mis proyectos…

sin poder soñar,

ni esperar,

ni proyectar nada

sin ti,

mujer dulce

como la miel!

 


POCO A POCO

 

Poco

a

poco:

muy

poco

a

poco,

me

estoy

sintiendo

des

cen

trado...

por ti.

 

¿Qué

puedo yo

hacer, ahora,

sino

pensar

y soñar

contigo...?

 

Dime:

¿Qué

puedo

ser...

para ti?

                 

 

UN ÁRBOL

 

Me gustaría ser un árbol

sembrado en tu jardín;

para darte sombra

mientras echas tu siesta,

en los días de calor;

para darte una fruta fresca,

cada vez que tengas sed;

para alegrar tu vista

con mi verde-frescor,

cuando asomes a tu ventana;

para que puedas abrazarme y notar

que te cargas de energía,

cuando, alguna vez, mi amor,

sientas la soledad.

 

DESPACIO…

 

En el camino del amor…, a veces

hay que aminorar la marcha,

avanzando despacio,

sin prisas, ¡sin pausas!

 

No todas las cosas que se piensan

son realizables.

Mas, de lo posible y lo imposible,

puedo asegurarte

que yo ya sé que siempre

¡te voy a querer!

 

Tú provocas en mi ser

algo que yo nunca antes sentí.

¿Será amor, será pasión?

Pero ya nada puedo hacer

para dejar que, de esta manera,

tan deprisa y fuertemente

me late ahora el corazón.

Déjame sentir que tú estás viva.

Déjate sentir que yo estoy vivo por ti.

  

 


 

 

   Tomados del libro “Encantamientos y salpicaduras

   galantes” de José-María Fedriani

 


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