La vida es un regalo:
es el regalo.
Y es... definitivo
¡y eterno!.
Nos llega... a la vez
que llegamos a ella.
Nadie
nos la puede arrebatar del todo.
Ni siquiera nosotros.
Porque la vida
nos sobrepasa,
nos supera,
nos trasciende.
Aunque quisieran,
aunque lo quisiéramos
nosotros mismos,
no podemos acabar con ella.
Porque si hemos nacido,
si hemos entrado
al Don de la Vida,
estaremos ya en ella
¡para siempre!
Se nos da gratuita,
y gratuita es.
Pero su valor es
incalculable, inmedible, indefinible...
¡es infinito!
Quienes nos conocen,
siempre tendrán
un recuerdo nuestro;
quienes nos aman,
harán un hueco en sus corazones
para cobijarnos y nos abrigarán
con su cariño mientras vivan;
quienes aprendan algo de nosotros,
nos llevarán en sus mentes
a lo largo de los años
y nos entregarán
como herencia genética
a sus hijos y a los hijos
y nietos de sus hijos...
La Vida siempre
es comienzo, nunca fin.
Sé feliz
por haber llegado,
por estar en la Vida.
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