R E G A L A M O S . . . ¿ Q U É ?
No sé porqué (muchas veces lo he pensado) la mayoría de la gente regala cosas (a otros) que ellas o ellos quisieran que les regalaran; pero que quien recibe ese regalo, la mayoría de las veces, resulta que eso no tiene nada que ver con lo que le gustaría que le regalaran y que, acaso, no es más que un estorbo...
Hay gente práctica que, luego, vuelve a regalarlo, deshaciéndose de lo que no le sirve y le ocupa espacio (con lo cual, a veces, se puede dar el caso de que un “regalo”, dé tantas vueltas que pueda regresar a la primera persona que lo regaló); pero en otras tantas ocasiones, lo guarda... por siempre..., como por respeto o delicadeza para quien se lo regaló, o hasta por que no diga que es alguien desagradecido, en el caso de que le venga a visitar y note la ausencia (por ejemplo).
Pero, así, tantas veces, la cortesía se convierte en hipocresía; el “cumplimiento en “cumplo” y “miento”. Y lo peor de todo es que hasta podemos estar dando una imagen nuestra, a los otros, que es falsa. Pues “esos” no son nuestros gustos ni, quizá, nuestra manera de vivir. Al “agradecer” lo que se nos regala que no va con nuestra personalidad, sin manifestar lo que sentimos..., estamos engañando a la otra persona, haciéndole creer lo que no es... Debemos actuar asertivamente, ciertamente, siempre sin molestar a la otra persona, pero sin decir que “nos ha gustado mucho” cuando no es verdad.
Ahora que se acerca una época muy propicia para regalar ¡muchas cosas!, yo propongo que no lo hagamos “sin ton ni son”; sino que, a la hora de hacer un reconocimiento de nuestro cariño a otras personas, lo primero que hagamos sea: ponernos en su lugar.
Desde luego estoy pensando que nuestros regalos van dirigido a personas que apreciamos, que nos unen lazos; porque regalar a desconocidos, a gente con la que no tenemos relación real, ¿para qué?, ¿qué sentido tiene ofrecerle un presente navideño?, ¿sólo por que ahora toca?. Pues si lo que hacemos es “regalar” para presumir de lo “buena gente” que somos, eso no es sino hacernos publicidad (no merece ni las gracias); y si lo hacemos esperando su respuesta, eso es sólo una “inversión”, no un regalo.
En realidad, si con nuestro regalo lo que queremos, de verdad, es hacer una demostración de afecto y cariño, no es tan difícil: es pararnos un poco y considerar qué le puede agradar a esa otra persona. Y si no tenemos ni idea..., dediquemos un poco de nuestro tiempo a conocerla. O si no ¿de qué va esa amistad...?
Quizás eso ya sea un regalo, tal vez el mejor regalo: estrechar lazos de amor y amistad.
Y también, y es algo que siempre (digo siempre; pero si no es siempre, será casi siempre) esa persona amiga, si nos aprecia, si sabe que la valoramos en lo que es y ella hace lo mismo que nosotros... ¿por qué no aprovechar la Navidad para hacernos regalos hechos inmateriales o hechos con nuestras manos... como un reencuentro de amistad, una canción o un poema, una “PowerPoin” o un pequeño álbum con fotografías de vivencias comunes (llenas de buenos recuerdos), quizá un abrazo profundo (de esos que nos hacen estremecer)?, ¿tenemos algo más valioso y emocionante que regalar?
Felices fiestas.
Y, por mi parte, recibid mi abrazo (abierto a quien me lea).
José-María Fedriani
Gracias por tu abrazo, te lo reenvio. Cuabta razon tienes,Esos regalos que no se pagan con dinero, jamas se olvidan. Los otros tienen muchas craindicaciones. feliz salida y entrada de año
ResponderEliminarSoy de las que piensan mucho en la persona del regalo, la idea, por supuesto, es agradar. Lo mejor es pensarlo bien y tantear un poco, si se puede.
ResponderEliminarSaludos
Muy interesante y muy práctica tu reflexión.
ResponderEliminar¡cuanta tontería alrededor de los regalos navideños!.
Pensaré profundamente en lo que he leido y actuaré en consecuencia.
Un saludo