¿DÓNDE
LA MAGIA...
DE LOS REYES MAGOS?
Hoy, en tantos
lugares de nuestra geografía, salen cabalgatas con los Tres Magos de Oriente…
Desde hace ya bastantes años
tengo mis dudas de si la “Cabalgata de los Reyes Magos” es algo adecuado para
la “gente menuda” que acude, año tras año para ver a “sus majestades”,
responsables de mantener la ilusión de que, a pesar de todos los pesares, todo
el mundo tiene derecho a recibir algún regalo extraordinario…
Yo soy de
esa “gente rara” que no disfruta con el espectáculo. Y, a veces, lo siento,
porque me pierdo una ocasión para reír y gozar con algo que alegra a mucha
población.
Mis circunstancias
fueron distintas y no puedo entender lo que otras personas sienten cuando
escuchan el bullicio de la cabalgata.
Mis padres
no nos llevaron de niño (ni a mí ni a mis hermanos) a ver la cabalgata; ya que,
después de la dura experiencia tenida con nuestro hermano mayor que, en la
primera ocasión que fue a ver a los Magos, se le acercó un cabezudo y fue tal
la impresión que tuvieron que llevar al nene al médico, de urgencia, a ver qué
es lo que le ocurría, dado que llego a tener una alta fiebre. ¡Un verdadero
susto para el pequeño Fedriani y no menor para su madre!
Así que
aquello quedó en ser la primera y la última vez para Eugenito y los que vinimos
luego.
Cuando yo
vi, por primera vez la cabalgata, creo que fue después de saber muy bien
quienes nos compraban los “regalos de reyes” y, seguramente fuimos “los hermanos
mayores” sin que ninguna persona adulta tuviese que llevarnos o acompañarnos a
verlos.
Y la verdad,
creo recordar, desde entonces, me pareció un espectáculo absurdo y hasta mamarrachento.
Impropio para los más pequeños y ridículo para los mayores.
Así es que,
desde mi perspectiva, he de decir que (aunque, por muy diversas circunstancias,
a mí me ha tocado vestirme bastantes veces de “rey mago”) siempre me ha
parecido un muy triste espectáculo ese de unos señores disfrazados de reyes,
cuando en realidad sólo son unos “impostores” de una realeza que no les
corresponde.
Parto de la base de que yo
quiero verlo con la mirada de lo razonable y no de lo sentimental.
Quizás si, de niño, yo lo hubiese
pasado bien recogiendo caramelos y pensando que aquellos señores me iban a
llenar la casa de regalos…
Sinceramente, no sé si, ahora
estaría escribiendo otra cosa bien distinta.
Pero, de todos modos, ¿a qué
viene, año tras año (aún suponiendo que estamos “en crisis”), ese gasto inmenso
en carrozas de cartón piedra, en ropajes tan inútiles como trasnochados, en toneladas
y toneladas de caramelos que la mayoría nadie saboreará nunca…; y todo montado
sobre una “historia sagrada”, que nunca tuvo por qué ser históricamente real y en
la que casi nadie se para a reflexionar en su significado profundo, como es el
hecho de que el Mensaje del Niño Jesús, al que fueron a adorar, haya más de 20
siglos, es para todas las gentes, para todos los seres humanos, de toda las
partes, razas y culturas del mundo?
Pero bueno, al margen de estas
reflexiones mías, volviendo al punto inicial de mi exposición, sobre mis dudas
de si “este montaje” de la Cabalgata es algo adecuado para esas “personitas” a las
que se supone que va dirigido es espectáculo.
Y hay, fundamentalmente, dos
razones por las que yo pienso y planeo esto:
Primero: porque tanto ruido, tanta
bulla, tanto griterío… puede asustar a cualquier menor de edad, a menos que sea
un fuera de serie.
Y esto no es ninguna tontería
pues, el año pasado, en estas fechas, no me consta que se hiriera a ningún
niño, cosa que no me extrañaría lo más mínimo; pero sí puedo dar fe de que sí
que un golpe imprevisto, de un caramelo lanzado desde una carroza, rompió las
lentes a aquella abuela (señora muy conocida mía) que estando observando la
cabalgata, acompañando a unos pequeños.
La niña gordita (que debía
haber comido espinacas antes de montarse a la carroza) lanzaba caramelos (de
los duros, de esos que creo que están prohibidos para este tipo de eventos)
como si de una guerra de las galaxias se tratara. Sí, caramelos bien duros
lanzados con fuerza… ¡son muy peligrosos!
Para que luego (lamentablemente)
nadie se hiciera responsable del daño; pues aunque dicen nuestras autoridades que
existe un seguro para cubrir los daños en estos accidentes, pero luego, todo
son inconvenientes hasta hacer que la posible persona damnificada se desespere
y deje de reclamar lo que le corresponde; porque la responsabilidad se diluye,
porque los testigos (que suelen ser familiares o amigos no se consideran
válidos), porque la compañía aseguradora busca mil maneras de escaquearse… ¿Para
qué, entonces, unas normativas?, ¿para qué un seguro?
No me cabe la menor duda de
que lo que nos toca es pedir, a quienes sean capaces de “hacer magia” que nos
manden un poco más de sensatez, si no cordura, para que hagamos lo que hagamos
sea, siempre, pensando en el bien de sus destinatarios y no en el lucimiento de
unos pocos, sin pensar si verdaderamente es un auténtico regalo.
Pero sí, sea como sea, sin
dejar morir esa niña o niño que llevamos dentro, ¡mantengamos siempre viva la
ilusión!
Al leer tu publicación te puedo decir que creo que somos muchos los que pensamos como tú ¿ por qué tanta película y tanto gasto innecesario ? Pero la magia es como la ilusión de mentiras. Desde mi papel de madre y abuela puedo contarte que nada mejor que la sonrisa de un niño cuando cree en la Magia ...
ResponderEliminarVale realmente hacer una película ridícula para ver la sonrisa de un niño? ¿qué ocurre cuando sucede lo contrario y no hay magia?
Quizás opine con el mismo sentido de reflexión que has hecho tú.
Sin duda , vivimos en en un mundo donde las ideas y opiniones se centrifugan en vertientes diferentes donde nos tenemos que inventar nuestra propia ilusión. Saludos
Como siempre, es un placer leerte. comparto todo lo que dices. Un beso y feliz año.
ResponderEliminarLas ilusiones es fácil perderles a poco que salgas la inocencia, sea bienvenido todo aquello que nos haga soñar por un momento. Estoy en contra de que se tiren regalos o caramelos, crea decepción en los que no lo logran, tumultos que pueden ser peligrosos, y daños no esperados. Totalmente de acuerdo en la perdida de la intención, la adoración a Dios.
ResponderEliminarOK, yo también pienso que esta manera de mantener la ilusión a nuestra nueva generación no es la más adecuada y que seguro que hay muchos intereses creados, no siempre transparentes.
ResponderEliminarRespecto a los magos, creo que sí hay garantías suficientes para poder asegurar que estos personajes existieron y buscaron al Salvador para adorarlo, pero lo que no se sabe es cuántos fueron. Lo que las escrituras sagradas quieren significar es que acudieron de los distintos Continentes entonces conocidos. Seguramente hoy serían más de cinco y probablemente no todos serían hombres, pues ¿acaso no hay bastantes mujeres que se dedican a la astrología y a la magia?
Y sí, a todos nos toca mantener viva la ilusión de nuestros hijos y nietos, de nuestros pequeños alumnos, de ¡todos los niños y niñas del mundo!
Lo que tú cuentas de los Reyes Magos, nosotros lo vivimos con Santa Claus en Navidad o como le decimos familiarmente "Viejito Pascuero". Todos los años es lo mismo, gran cantidad de inversión para mantener viva la magia, y sabes una cosa, es hermoso ver la alegría de esas caritas pequeñas cuando reciben un regalo. Opino que si es necesario un poco de gasto para que sonría un solo niño, bien invertido está.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz inicio de año.
Desejo a você e sua família um maravilhoso ano de 2015. Paz e sucesso!
ResponderEliminarSandra May