Dos veces al año nos llega el bello balance de los equinoccios:
primavera y otoño. El de primavera marca
la transición del invierno a la primavera); y el de otoño, la del verano al
otoño. En ambas transiciones, la tierra y el sol se acomodan de cierta manera, logrando que la luz solar se distribuya de forma mucho más pareja a través del globo terráqueo.
Las
estaciones comienzan, como ya se sabe, en el instante en que se produce el
hecho de que la Tierra pasa por una determinada posición de su órbita alrededor
del Sol. Lo marca el equinoccio, que es esa situación en la que se da que el
día y la noche pasan a tener la misma duración y que el Sol sale exactamente
por el Este y se pone por el Oeste (cuestión que, a medida que vaya avanzando el otoño, el sol irá
saliendo más por el sureste).
Estas transiciones ocurren porque, en esta posición, tanto el polo norte
como el sur quedan a la misma distancia del sol, y la luz solar se distribuye a
forma de espejo hacia ambos hemisferios. Y, consecuentemente, tanto el día como
la noche consiguen, aproximadamente, una misma duración a través de toda la
tierra.
Por esto, es natural que nuestros cuerpos (después del premio-castigo del largo
y cálido verano, donde los rayos del sol nos han “calentado” por demasiadas horas),
estén con ganas de darle la bienvenida a las bondades de este temporero balance…
Con el otoño, la Tierra se enfría por el
alejamiento del Sol y eso, unido al acortamiento de los días, provoca bastantes
cambios meteorológicos que, querámoslo o no, nos van a afectar.
A este lado del planeta tierra, el equinoccio de otoño ocurre todos los
años entre el 21 y 23 de septiembre. Este año 2014, el 23 de septiembre es el día que el otoño toma el relevo
al verano para convertirse (durante 89 días y 20 horas) en el protagonista de
un calendario astronómico caracterizado por días más cortos. Esto, lógicamente,
en el Hemisferio Norte; mientras que, paralelamente, en el mismo momento nace la
primavera en el Hemisferio Sur, para terminar el 21 de diciembre, cuando sea a
su vez relevada por el invierno.
Bueno,
vamos a lo que nos interesa personalmente:
A parte de lo geográfico, astronómico o meteorológico, el otoño cambia
otras cosas en nuestras vidas…
La visión, el paisaje que se nos presenta ante nuestros ojos, tiene
mucho encanto: esos “coloreamientos” tan maravillosos de amarillos anaranjados,
de rojos dorados, de verdes plateados, de marrones azulados…
Y ese espectáculo, transitorio pero con vocación de eternidad, a poco que seamos un poco sensibles, nos entra los por los poros y nos hace sentir que algo está sucediendo en medio del espacio y el tiempo donde nos encontramos.
Y ese espectáculo, transitorio pero con vocación de eternidad, a poco que seamos un poco sensibles, nos entra los por los poros y nos hace sentir que algo está sucediendo en medio del espacio y el tiempo donde nos encontramos.
El otoño, más que ninguna otra estación del año, es un muy adecuado momento
de balance y transformación en todos los sentidos. Quizá podríamos decir que es
la ocasión perfecta para comenzar a repensarnos algunas o bastantes cosas…
Si bien la primavera es la época del año que más nos despierta los
sentidos, con su climatología y colorido cargado de perfumes, no es menos
cierto que el otoño es tan hermoso... que merece la pena que nos paremos, siquiera unos
minutos cada día, a analizar algunos de sus encantos: desde sus adornados cielos
hasta el olor a la tierra mojada, sin olvidar esos paisajes magníficos de los que
podemos gozar, cotidianamente, en cualquier paseo o avenida arbolada.
Por esto, el otoño nos invita a cambiar algunas otras cosas en nuestras
vidas…
El otoño nos empuja a ser más interioristas, más reflexivos, más dados a
pararnos a mirar nuestro interior… A pensar en lo que ha sido y hemos hecho en
la época estival y recordar a esas personas que hemos conocido y que merecería
la pena no dejar en el olvido, a plantearnos que si cuidamos estas nuevas
relaciones que vimos nacer en vacaciones, tal vez hayamos obtenido el tesoro de
una amistad duradera.
Pero también el cambio de temperatura, la llegada de las lluvias, la
disminución de horas de sol…, son como una invitación al compartir, al
consensuar, al programar juntos posibles actividades a desarrollar… y (con lo
que a mí me gusta charlar), ¡dan ganas de hablar!
Y, de alguna manera, todo esto nos hace descubrirnos como personas que
hemos necesitamos interiorizar en nuestro adentro, hasta descubrir quienes verdaderamente
somos, pero que también somos sido creadas para vivir en sociedad.
El otoño, ¡todo un regalo que
podemos obviar o hacer algo nuestro!
Olá! Muito bom o blog, as fotos são lindíssimas. Adoro o Outono :)
ResponderEliminarObrigada por me seguir, já sigo de volta. Uma boa semana para ti :)
"Saúde & Beleza - Health & Beauty"
Hola, el otoño para mí es una edtación llena de magia, posee un encanto especial.Me inspira para escribir y me trae intensos momentos.
ResponderEliminarQue tengas un estupendo cambio de estación.
Un abrazo
Rosa