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jueves, 24 de diciembre de 2015

NOCHES-BUENAS...


¡CELEBREMOS!

Cada año, llega esta fecha-icono en la que la gran mayoría de gente se reúne, en torno a una mesa festiva, para celebrar… ¿qué?

Para algunas personas, significativamente, la noche de la nochebuena es la celebración (el cumpleaños) de aquel Niño que se cree que nació en Belén, al que históricamente se le conoce como Jesús de Nazaret.

Y es un “cumpleaños” no ajeno; pues, para quienes creen (creemos) que Jesús es Hijo de Dios, tiene mucha importancia.

Este acontecimiento único, en el que al hacerse hombre el Hijo de Dios, al encarnarse en la naturaleza humana, nos llevó a toda la raza humana a convertirnos en hijas e hijos del Padre Dios.



La nochebuena es la víspera de la Navidad, es la conmemoración de  la llegada de la Salvación.

Pero esta creencia, esta trascendental creencia, es algo asumido por sólo una pequeña parte de quienes nos reunimos, cada 24 de diciembre, para comer y beber, cantar y brindar…, alrededor de una mesa.

Así, no todas las familias que se reúnen para “celebrar” este acontecimiento histórico que sucedió (salvando los errores de cálculo hoy conocidos) aproximadamente hace 2.015 años, viven, conscientemente, esta creencia (tantas veces más cultural-sociológica-popular que profunda y personal).

Y entonces ¿qué es lo que, mayoritariamente, se celebra por estos días, aquí como en otros muchos países (de nuestra sociedad más occidental y también más orientales), en nuestras calles, en nuestras instituciones, en nuestros centros comerciales, nuestros hogares…?



¿Es, simplemente, la fiesta del consumo y del derroche?, ¿es la ocasión  única para comprar y regalar, para despilfarrar comprando todo tipo de alimentos y manjares (hasta en demasía) que, a lo largo de todo el año, acaso nunca asoman a nuestras mesas cotidianas?

¿O, tal vez, nos paramos a pensar que si todo el mundo quisiera… ¡el mundo podría ser mejor!?

Si queremos, podemos. Y si podemos, debemos. Ya es hora de ¡celebrar que la Paz, el Amor, la Esperanza y la Alegría son posibles!, de creernos y comprometernos porque hasta la Libertad y la Justicia son alcanzables.




Eso es CELEBRAR LA NAVIDAD. Es NAcer a la VIDA Diferente.

Y todo el mundo puede colaborar con ello, aunque sea con pequeños gestos.

Quienes quieren y pueden (creyentes y no creyentes, buscadores de la verdad y pasotas, agnósticos y ateos…) se encontrarán estos días, para compartir una horas con su familia y amistades.

Unos y otros, se sienten impelidos a entrar en la tradicional costumbre de celebrar algo único, aún sin saber…



Bueno, históricamente se sabe que, desde la más remota antigüedad, se celebraba la fiesta del nacimiento del sol: para los romanos era el sol invencible (asociado a Apolo); para los germanos y escandinavos, era el del sol naciente, la lluvia y la fertilidad; los aztecas celebraban la llegada del dios sol, mientras para los incas era la fiesta del renacimiento de Inti. Efemérides que siempre eran por estas mismas fechas. El sol siempre alienta a la vida vegetal natural que empieza a rebrotar…



Por otro lado, el día de Navidad resulta una fecha mágica: pues el 25 es 2+5=7 y el 12 es 1+2=3; y, a su vez 7+3=10, que es lo mismo que 1.

Actualmente hay quienes, reclamando una “cultura laica” frente a una de “cristiandad” seguramente bastante trasnochada, reivindican que lo que es de celebrar en estos días no sea la Navidad (importante fiesta del cristianismo), sino el Solsticio de invierno (en el Hemisferio Norte) o el de verano (en el Sur).


Bueno, quizás que haya a quienes les parece una ridiculez, una tremenda tontería, pues todo el mundo (dentro de nuestro ámbito de nuestra civilización occidental, con bases de cultura greco-romana y cristiana) sabe que “las navidades” son esas fiestas tremendamente entrañables, que siempre nos trasladan a nuestros recuerdos de la infancia, a tantas vivencias cargadas de afectividad, unidas a nuestras raíces familiares… Mientras que, eso otro de los solsticios no es asunto tan claro.  

Aunque, pienso yo, no hay que dejar de reconocer que, como tantas cosas que se han dado a lo largo de la Historia de la Humanidad, que la llenan de irónicas bromas, esto no deja de tener también su gracia; pues lo que hizo la Iglesia (en el siglo III) no fue más que “cristianizar” otra fiesta anterior idólatra, al establecer la Natividad del Señor Jesús en una fecha en la que, entonces, se celebraba la ancestral costumbre pagana de adorar al sol…



Seguramente el mundo seguirá cambiando. Y muchas costumbres establecidas, antes o después irán cambiando. Ojalá que siempre sepamos guardar lo mejor de todas las herencias que, generación tras generación, recibimos todos cuando llegamos a la vida.   

Respecto a la Navidad, bien estará que nos quedemos con celebrarla como un canto a la Vida, sabiendo que la vida es el regalo con el que contamos; que es el camino que, a cada quien, nos lleva a la felicidad. Y que, certeramente, la clave para llegar a ser felices es aprehender a saber amar y a sentir que alguien nos ama.



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9 comentarios:

  1. Lindo e interesante post. Gracias por dejárnoslo leer. Y feliz Navidad, poeta.

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  2. Buena entrada José María.
    Ojalá la Navidad se manifestará todos los días de nuestra vida con las buenas obras.
    Un gran abrazo

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    1. Gracias Cecilia Codina, gran poetisa desde la vida religiosa. Feliz Navidad.

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  3. Bien dicho. Y sí, es verdad: el Hijo de Dios se hace hombre, en realidad no nació, sino que se encarnó. Lo que celebramos es la llegada del Niño Dios a la Tierra, su querer hacerse hombre. No es nacimiento de Dios, que vive desde la Eternidad.

    Felicidades.

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  4. Me encantó llegar a tu casa esta Navidad Jose Maria. leer y disfrutar tu reflexión, te felicito
    Un abrazo y espero que hayas pasado una feliz Noche buena y dia de Navidad
    Un abrazo
    Carmen

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  5. Olá, José Maria, felicitações para um ano de 2016. Que seja de saúde, paz e prosperidade.
    Abraços, Sandra May.

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  6. Gràcies per seguir el meu blog, Jose-Maria.
    Aquesta entrada m'ha agradat molt. La humanitat encara és molt lluny de celebrar un Nadal com Déu mana, hi ha massa misèria al món.

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