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viernes, 14 de febrero de 2020

SIN FRONTERAS


EL  BESO

Me desperté con la sensación de haber sido besada intensamente… Mi boca aún sentía el sabor de un dulce beso que, soñando o real, había recibido, con la mejor sensación de cariño… que hacía tanto tiempo había estado necesitando.

 
  

Aquella agradable emoción me fue llevando a protagonizar el leve gozo de haberse sentido deseada ¡y hasta besada! por alguien.

No sabía… Entendí, enseguida, que sólo era un sueño…



Pero ¿qué es lo que había soñado?, ¿con…? Aquel beso… estaba lleno de un sabor que me resultaba tan familiar…

No podía ser… Aunque ¿y por qué no?

En realidad, lo pensé, él me dejó…, así, de aquella manera. Cuando yo le besé por última vez (en el hospital) sus labios ya estaban fríos y mi beso no obtuvo respuesta.

Ese día está, sigue, muy presente en mi vida. Creo que nunca será un recuerdo nostálgico; pues es memoria que sigue viva en mí:

Ese día él no trabajaba, se lo había pedido libre. Yo estaba en mi estudio, terminando un proyecto que debía entregar pronto. Quedó en venir a verme, para salir un rato y desayunar juntos, pues hacía dos años que estábamos saliendo y acordamos que podíamos celebrarlo empezando el día compartiendo un trozo de tarta…



Pero cuando se disponía a cruzar la calle, un loco con una furgoneta de transporte, se abalanzó, arrollándolo y dándose a la fuga rápidamente. Aquel golpe lo dejó inconsciente y herido de muerte. Cuando llegó la ambulancia, ya era tarde. También cuando yo llegué era tarde…

Hasta ese momento yo había resistido, pero después de aquel beso, ya no lo pude remediar y mi corazón reventó, convirtiéndose en un mar de lágrimas.



En el bolsillo llevaba un sobre azul turquesa, mi color preferido, con un poema-declaración (yo, de tanto leerlo, ya me lo sé de memoria) en que me decía:

Mónica, vida mía:

Llegará un día en que todas las cosas estarán bien.
Será ese día en que llegará la armonía a la vida;
el día en que tú y yo demos el paso
de cogernos de la mano, ya para siempre
y hagamos, de nuestras dos vidas, una sola vida…
y ya no tenga yo que pedir permisos a nadie
para poder escaparme del trabajo y estar junto a ti;
porque, cada día, desde el amanecer,
estaremos juntos.

Y llamaremos a la vida a unos hijos,
para que sean felices con nosotros
y sabrán derramar gotas de luz y alegría
por donde quiera que vayan;
porque habrán descubierto, de sus padres,
que la vida es un gozo permanente y eterno,
que merece vivirse con ilusión y esperanza,
porque nada es tan grande
como saberse amado, día a día, por gente
que te quiere de verdad,
como tú y yo hacemos ahora.

Pongamos ya una fecha a nuestro enlace.
Me es urgente, pues yo te quiero como a nadie, jamás, yo he querido
y estoy tan seguro y plenamente convencido
de que no hay nada mejor que podamos hacer, ahora que casarnos ya y andar la vida
unidos en todo y para siempre.

Hagamos juntos, te lo ruego, el camino de la vida.
Sin que nada ni nadie nos rompa la ilusión
de hacer, por mucho tiempo,
posible la común entrega del amor
que es compartirlo todo, sin considerar
que nada de lo por vivir
ya es nuestro de antemano; pues cada momento
es, será, un presente y nada puede atar
la entrega cotidiana
que nace y crece y, acaso, muere…
como las mariposas,
como el aire, como el sol; cada instante,
siempre en presente.
Sin pedirnos la exclusividad del cariño,
que es imposible,
pero, además, nuestros corazones
nunca deben cerrarse para amar
a otros seres vivos que necesiten
de nuestro apoyo…

Aunados, eso sí, siempre,  en todo, sin reservas.
Pero sin imposiciones,
pues amar es entrega siempre libre, perenne:
nunca es cumplimiento, por deber
o por norma establecida.

Porque, aunque yo te he entregado ya mi corazón,
sé que nunca tendré el derecho (ni lo quiero)
de apropiarme de tu ser y tu vida;
pues tú eres un ser libre y así has de serlo siempre.
Seré tu compañero, serás mi compañera
pero nunca yo te pediré que seas mi propiedad;
pues, de algún amanera, por encima de todo,
sólo si somos libres, podremos
entregarnos enteramente
al darnos mutuamente, el amor,
cada día, enteramente.

Pero, aún así, yo quiero que cuentes
con mi promesa de serte fiel por siempre.
Que seas consciente y sepas
que, impertérrito, cabalmente y sin reservas,
yo siempre voy a amarte,
superando cualquier contratiempo
que nos pueda suceder, en tu vida o en la mía.
Porque ya no sé hacer otra cosa en la vida
que quererte y amarte, que desear darme todo
para que tú seas feliz…, aún más que yo,
si es posible;
ya que me resulta difícil alcanzar mayor dicha
que la que yo he logrado, y sigo y seguiré teniendo,
desde que te conocí… y, cada día, al yo verte.
El regalo que tengo, aún con sólo pensarte…
y sentir tu mirada,
de disfrutar tu sonrisa y tu voz y tus gestos
y hasta de tu silencio.

Cuenta, Mónica, con mi amor incondicional, radical.
Cuenta con él, si te hace bien; 
pero si te ata, déjalo;
no pienses en mi compromiso hacia ti
si es que ello te ata.
Quiero que sepas que mi opción de amarte
es desde la libertad,
aceptando que nada nos debemos previamente…
Mi regalo para ti, hoy, que es mi entrega,
es y será siempre en presente.
Porque nadie, ni nada, me obliga a quererte
más que ni anhelo de hacer de ti, hoy, mañana,
en cada momento,
la mujer más feliz, eternamente feliz,
de toda la tierra.

Si te digo “vida mía” no es porque yo considere
que soy tu dueño, que tú me perteneces; 
sino porque mi vida
no es nada, porque mi alma no está llena de vida
si no es sabiendo que tú existes y me dejas
que te ame cada instante.
Y eso es lo que llena mi ser del “sentir vida”.
Y yo hoy, feliz, con mi corazón abierto,
lo reconozco y te doy las gracias.
Tu Luis.

La muerte de un ser querido siempre es una experiencia dura de asumir, aunque sea algo que se está previendo y hasta esperando… Pero es que cuando, como me había pasado a mí, Luis se marchó tan inesperadamente que, todavía, hasta esta mañana, yo no me había podido hacer a la idea.

Y sí, ahora es diferente: sin poder explicármelo con la razón, y aunque me toméis por loca, os lo voy a decir: tengo la certeza de que Luis ha venido, ha estado aquí, esta mañana, y ha venido a besarme el día de mi cumpleaños.



Eso, ahora, me hace comprender que él está bien y además me reitera mi profundo sentimiento de que él me sigue amando…, como tantas veces me prometía: para siempre, hasta después de la muerte…, eternamente.

José-María Fedriani (en “ALGO MÁS”)



2 comentarios:

  1. ¡Qué romántica y triste historia! Si se piensa bien pone la piel de gallina. Es tremendo perder a un ser querido de esa manera. Debe ser muy muy difícil de superar. Pero yo siempre he pensado que el amor es más poderoso que la misma muerte, y hasta cuando ésta separa a dos personas que se quieren, éstas siguen unidas por un hilo invisible de cariño inmenso que no se puede romper.
    Feliz día

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