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jueves, 19 de marzo de 2020

A PROPÓSITO DEL COVID-19


Hubo una vez una fiesta de virus en un laboratorio farmacéutico…, pues una pareja de virus había decidido que querían unirse y hacer un viaje de luna de miel por todo el mundo…






Como regalo de boda, sus compañeras más detallistas, les regalaron unas espléndidas coronas, no doradas pero sí con los colores básicos del arco-iris.



A este evento se asomaron los ángeles de la guarda de muchas personas de la sanidad que, por tratar con toda clase de enfermos, habían sido contagiadas con incontables virus…


En la fiesta hablaron todos, hubo mucho barullo, risas, besos, abrazos y hasta empujones; tal vez motivado porque (quien más y quien menos) había tomado algunas copas de más… Aunque el ambiente, en general gozaba de una cautivadora y loca alegría.




De pronto se hizo un silencio en la sala. Pareciera que había llegado un soplo de frescura…


Entonces, se escuchó una voz angelical que peroró así:
-¡Hemos de hacer algo para que el mundo reconozca la labor de tantas y tantos médicos y del prolífico personal de enfermería que están expuestos cada día a infectarse de un microbio dañino, al cumplir su deber atender diariamente a quienes padecen alguna enfermedad…




Otro ángel añadió:
- También va siendo hora de que le gente sea más consciente de que el mundo no puede seguir así, poniendo fronteras dónde no existían, levantando murallas dónde debiera haber puertas, inventando divisiones para fomentar guerras y así tener excusas para vender más armas de destrucción; o despertando miedos donde sólo debiera haber precauciones…






Y otro manifestó:
- O creando nuevas “necesidades”, hasta provocar la global locura del consumismo, la loca carrera del “desarrollismo” que no lleva a ninguna parte más que a agotar los recursos del planeta…, siendo el egoísmo desmedido, tan generalizado, lo que marca el ritmo de la vida.




Entre otras voces, se escuchó una que dijo: 
- Sí, va siendo hora de despertar a tanto ser humano que duerme en una  inconsciente tranquilidad que les impide ver lo que está pasando en el mundo: hay que abrirles los ojos para que vean esas realidades que no quieren ver, llamarlos para que sean más solidarios, empujarlos a que se pongan a colaborar en una sociedad fraterna, y que les llegue una luz de amanecer que les haga pensar en los demás, en cambiar ciertos hábitos de consumo y re-considerar sus muchas necesidades absurdas…




Y, con el permiso de los ángeles, toda aquella legión de virus que estaba bailando, dejó sus tubos de ensayo y se lanzó a recorrer el mundo… ¡empezando por algunos de los países más culpables, más provocadores de la insolidaridad y el consumismo, pero sabiendo que ya va siendo hora de que ¡todo cambie en nuestro planeta Tierra! 


                                      


Porque el futuro o es futuro de paz, de verdadera amistad, de fraterno amor solidario… o camina a su fatal destrucción; porque había que hacer pensar, ¡a todo el mundo!, que el gran cambio era necesario, hasta imprescindible.




A partir de ahí, fue que iría quedando clara una idea clave: siempre es mejor confiar que temer, siempre es mejor hacer renacer la Vida y la Esperanza. 




Si el empeño es querer y ocuparnos en ello, el futuro mejor irá siendo una realidad… Es más: ¡existe ya!




3 comentarios:

  1. Espero que cuando esto pase sirva para la reflexión, y saquemos, por lo menos, algo positivo.
    Saludos

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  2. Ojalá. El problema es la mala memoria de esta generación...

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  3. Una buena versión de la que nos vino encima. Deseando que estes bién, cuidate mucho.

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