Hubo una vez
una fiesta de virus en un laboratorio farmacéutico…, pues una pareja de virus
había decidido que querían unirse y hacer un viaje de luna de miel por todo el
mundo…
Como regalo
de boda, sus compañeras más detallistas, les regalaron unas espléndidas coronas,
no doradas pero sí con los colores básicos del arco-iris.
A este
evento se asomaron los ángeles de la guarda de muchas personas de la sanidad
que, por tratar con toda clase de enfermos, habían sido contagiadas con incontables
virus…
En la fiesta
hablaron todos, hubo mucho barullo, risas, besos, abrazos y hasta empujones;
tal vez motivado porque (quien más y quien menos) había tomado algunas copas de
más… Aunque el ambiente, en general gozaba de una cautivadora y loca alegría.
De pronto se
hizo un silencio en la sala. Pareciera que había llegado un soplo de frescura…
Entonces, se
escuchó una voz angelical que peroró así:
-¡Hemos de
hacer algo para que el mundo reconozca la labor de tantas y tantos médicos y del
prolífico personal de enfermería que están expuestos cada día a infectarse de
un microbio dañino, al cumplir su deber atender diariamente a quienes padecen
alguna enfermedad…
Otro ángel
añadió:
- También va
siendo hora de que le gente sea más consciente de que el mundo no puede seguir
así, poniendo fronteras dónde no existían, levantando murallas dónde debiera
haber puertas, inventando divisiones para fomentar guerras y así tener excusas
para vender más armas de destrucción; o despertando miedos donde sólo debiera
haber precauciones…
Y otro
manifestó:
- O creando
nuevas “necesidades”, hasta provocar la global locura del consumismo, la loca
carrera del “desarrollismo” que no lleva a ninguna parte más que a agotar los
recursos del planeta…, siendo el egoísmo desmedido, tan generalizado, lo que
marca el ritmo de la vida.
Entre otras
voces, se escuchó una que dijo:
- Sí, va
siendo hora de despertar a tanto ser humano que duerme en una inconsciente tranquilidad que les impide ver
lo que está pasando en el mundo: hay que abrirles los ojos para que vean esas
realidades que no quieren ver, llamarlos para que sean más solidarios,
empujarlos a que se pongan a colaborar en una sociedad fraterna, y que les
llegue una luz de amanecer que les haga pensar en los demás, en cambiar ciertos
hábitos de consumo y re-considerar sus muchas necesidades absurdas…
Y, con el
permiso de los ángeles, toda aquella legión de virus que estaba bailando, dejó
sus tubos de ensayo y se lanzó a recorrer el mundo… ¡empezando por algunos de los
países más culpables, más provocadores de la insolidaridad y el consumismo,
pero sabiendo que ya va siendo hora de que ¡todo cambie en nuestro planeta
Tierra!
Porque el futuro o es futuro de paz, de verdadera amistad, de fraterno
amor solidario… o camina a su fatal destrucción; porque había que hacer pensar,
¡a todo el mundo!, que el gran cambio era necesario, hasta imprescindible.
A partir de
ahí, fue que iría quedando clara una idea clave: siempre es mejor confiar que
temer, siempre es mejor hacer renacer la Vida y la Esperanza.
Si el empeño es
querer y ocuparnos en ello, el futuro mejor irá siendo una realidad… Es más:
¡existe ya!
Espero que cuando esto pase sirva para la reflexión, y saquemos, por lo menos, algo positivo.
ResponderEliminarSaludos
Ojalá. El problema es la mala memoria de esta generación...
ResponderEliminarUna buena versión de la que nos vino encima. Deseando que estes bién, cuidate mucho.
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