EL SENTIDO DE NUESTROS NOMBRES
Los nombres
propios son sustantivos que
se usan para mencionar a personas o lugares con un nombre singular.
Hacen referencia al efecto de “dar nombre”,
o sea de designar o determinar con una o varias palabras algo o alguien de
manera única e irrepetible.
La Biblia sostiene que habiendo formado el
Creador de la Tierra a todos los animales del campo y a todas las aves del
cielo, los llevó ante el hombre para que les diera un nombre, aceptando que
fuera Adán quien diera nombre a la plural realidad de los seres vivos. Y, para
que no cayera en la omnipotencia, le asignó a la mujer, a Eva, la tarea de
nombrarlo a él (quizás porque, sin la ayuda femenina, el varón no fuese capaz
de definirse propiamente).
Tener un nombre, humaniza. Lo creado, de
alguna manera, no existe mientras no pueda ser nombrado. El nombre es,
ciertamente, un signo de identidad.
Por eso, un nombre propio no suele ser
elegido simplemente al azar. Cuando los padres confieren un nombre a cada uno
de sus hijos e hijas, lo hacen de manera consciente. Esa personita, de la que
se espera que sea querida por mucha gente, se la quiere feliz cuando escuche
que es llamada, cuando sea reconocida entre las personas amigas. Van a ser dos
o tres sílabas entrañables que le harán sentirse él o ella, nombre con el cual
se va a identificar, palabra o palabra que, al oírlas pronunciar, volverá la
cara; porque es: su nombre.
Pero es que, de alguna manera, los nombres
marcan la personalidad y la vida de las personas. Nunca será igual una mujer a
la que llamaron Leocadia o Aspasia que si se llama Carmen o María, ni un varón
al que sus congéneres le confirieron el nombre de Macrobio o Filadelfo, en vez
de Antonio o Manuel. Ni si “estrena” nombre en su familia o es el que ya
llevaron su madre o padre, abuela o abuelo.
Quizá seamos quienes somos, por todo lo que
nos confiere nuestro nombre; en la misma medida en que cada quien tiene su
particular ADN.
Existen pueblos, como los aborígenes
australianos (de los que da clara explicación Marlo Morgan en su libro “Las
Voces del Desierto”), que consideran que una persona ha de tener tantos nombres
en su vida como las edades o momentos que atraviesa; que por cada suceso
importante que vive, o por cada función social que cumple, se merece una nueva
nominación (así “Mujer de los Juegos”, o “amigo de loa Grandes Animales” hará,
para ellos, siempre evidente de quien están tratando).
El origen de los nombres que se da a las
personas, puede derivar de varias circunstancias, como una cualidad física
(Blanca, Linda, Bella), de las circunstancias del nacimiento (Segundo, Nonato),
por un reconocimiento y don (Víctor, Laura), por una cualidad o virtud
(Esperanza, Irene, Amor), etc.
Los nombres propios (conocidos como “de
pila”, por ser establecidos en el momento del bautismo, en español tienen tres
orígenes históricos principales:
1. Los nombres hebreos vienen casi siempre del Antiguo Testamento (Daniel, David, José,
Sara, Raquel, Rebeca). También existen nombres de origen arameo (Tomás, María, Marta).
2. Los nombres germánicos se refieren en ocasiones a la guerra (Alberto,
Álvaro, Eduardo, Gerardo, Luis, etc.)
3. Los nombres griegos y latinos provienen en ocasiones de la mitología
greco-romana. Muchos pertenecen a las tradiciones cristianas primitivas
(Alejandro, Andrés, Cristóbal, Felipe, Mónica, etc.) o romanos (Antonio, César,
Fabio, Marcos, Pablo, Diana, Laura, etc.)
En muchos países de América latina existe un número
significativo de nombres procedentes de las culturas que sobrevivieron la
expansión planetaria de la civilización europea. Tales como Lolbé (camino de
flores), Pacha (tierra), Nahuel (jaguar), Sacha (árbol), Sannicté
(flor blanca), Pacha (tierra), Xóchitl (flor), etc.
Personalmente pienso es que bonito saber sobre nuestro
nombre pues, seguramente, cuanto más sepamos de su origen porqué nos lo
pusieron nuestros padres, etc., más nos podremos identificar con él y,
posiblemente, hasta nos resultará más gratificante ostentarlo. El nombre propio define a una persona, mi nombre me define a mí. Tu
nombre te define a ti.
SIGNIFICADO DE NOMBRES
Si quieres saber sobre tu nombre, búscalo. Hay muchos
libros en los que encontrarás cuanto deseas. De todos modos yo, también tengo
mis cuadernos con información de muchos nombres…
Como camino fácil, abajo incluyo una dirección de
internet que me parece bastante completa:
Gracias por la reseña y por el link donde podemos encontrar información sobre el origen de los nombres. Siempre es un placer pasar por aquí.
ResponderEliminarUn saludo José María.
excelente entrada
ResponderEliminarMuy interesante entrada, siempre me ha gustado saber sobre el origen de los nombres,un placer visitarte,un abrazo.J.R.
ResponderEliminarMe ha encantado saber de donde proceden algunos nombres. Me ha parecido todo muy interesante.
ResponderEliminarSaludos
Los nombres hebreos vienen casi siempre del Antiguo Testamento (Daniel, David, José, Sara, Raquel, Rebeca). También existen nombres de origen arameo (Tomás, María, Marta)... Y estos del antiguo egipcio, lengua de los faraones... por ejemplo SARA es la hija de Ra, Maria, de Miriam es la amada de Amon... hay muchos, Isidoro e Isidro, de Isis y Horus...
ResponderEliminarMas cosas interesantes en:
http://ipotesis.blogspot.com.es/