Sobre la arena
tostada
tras de haber
sido acariciada
por la límpida
agua oceánica
cientos y
miles de turisbañistas
esperan al
calor del sol
que ya en
pleno otoño
y que, aún
cuando llegue el invierno,
adorna la gran
playa atlántica.
Hoy no brilla
mucho el sol.
A ratos sí. A ratos
no.
Se siente el
calor en la brisa
pero sus rayos
sólo pueden
verse, allá
en el mismo
Teide,
asomándose entre las nubes grises.
La montaña está
compuesta
de no sé
cuantos colores. Incluso
más de los que
tiene el arco iris.
La arena está
caliente.
El mar rasga
sus ímpetus de océano
en el rompeolas,
un poco más
adentro
de donde
llegan
los visitantes
más atletas.
Las nubes
pasan. Caen
unas pocas
gotas.
De nuevo,
brilla el sol.
Las casitas
blancas, en la montaña;
los hoteles y
bungalowes
en el paseo…
lucen
ahora mejor.
Unos juegan a
la pelota.
Otros saltan
en la lona.
Otros practican
remo.
Los más, se
bañan.
A lo lejos,
una motora
que cruza el
mar
más sutil que
las mismas gaviotas.
Jóvenes chavalas
lucen
su piel
morena:
su cuerpo
joven dorado
por el sol y
la brisa marinera.
Mientras las
olas, orilleando,
vestidas de
espuma blanca,
juegan a
hacerse encajes
en la arena.
Luego,
llega la
tarde.
La marea se
hace baja.
Aparecen algunas
rocas
donde antes sólo
se veía agua azul
y acaso verde.
El sol,
se esconde
entre la montaña
y las nubes.
Hay nubes
blancas, rojas, amarillas.
El cielo se ve
azul, verde,
gris y hasta
color de plata.
La playa se ha
quedado vacía
de agua y de
gentes.
Allá más
lejos,
donde el rompeolas,
el agua se alborota
jubilosa.
El sol nos
despide
con sus últimos
rayos,
con su última
sonrisa de la tarde.
Ya, casi es
de noche.
El silencio se
hace total
en la playa.
Sobre la arena.
Algunas parejas
pasean
diciéndose cosas:
cosas
que acaso
nunca olvidarán.
La tarde es
hermosa. Alegremente
hermosa, como
una jovencita
dieciochoañera.
Un poco más,
y ya es de
noche.
El rumor del
agua, es aún
más intenso.
Brillan algunas
luces.
Las casitas de
la subcosta
se reflejan en
el mar;
también la de
algunos hoteles.
La noche pide
una oración:
hay tantos
seres
que nunca
podrán gozar
de este placer
que yo ahora ¡tengo
en mis manos!...
(JMF – “HORAS”)
Um poema muito belo como uma tela do concreto e fotos muito bonitas.
ResponderEliminarGostei muito.
xx
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMuy bonitas fotos. Son tuyas.
ResponderEliminarQuisiera que fueran... El poema es mío, las fotos buscadas.
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