Ir a playa
es siempre una aventura
y siempre es positiva;
aunque sea largo el camino
o nos entre arena en los zapatos.
Porque es abrirse al sol
y al contacto real
con el aire, el agua
y la brisa del mar.
Y también es, desde luego,
aceptar ser
lo que se es:
aprehender a amar
el propio cuerpo
y hasta reconocer
que hay belleza
en cuanto no está acorde
con los cánones ya clásicos
de la estética o el arte.
Mirando al mar, enseguida
vemos que, sorprendentemente,
no hay dos olas iguales;
ni tampoco, siquiera,
el rítmico movimiento de las olas
llega, nunca, a ser rutina,
ni el mecánico sonido
de unos golpes provocados.
Es, quizás, como el latido,
ritmo vital de un corazón;
nunca la respuesta tecnocrática
a una programada fórmula matemática
que alguien pensó
e impuso sin más.
Mirando al nuestro propio
y a los otros cuerpos,
es hermoso descubrir
que lo más hermoso está
en lo plural
de todo lo que es tan natural.
¡Tanto coleto diferente!
en todo, y todos hermosos:
senos exuberantes y carnosos,
pechos pequeños, tetas diminutas;
unos vientres planos y otros obesos;
sexos peludos o pubis depilados
que hacen imaginar
locas pasiones no frenadas,
entregas totales para carnal placer
y también tiernos deseos amorosos
y afectos delicadamente íntimos,
regalados sin más prisa
que ser grata complacencia...
Variedad plural, así mismo,
en las espaldas y las nalgas:
hombros robustos
que inspiran segura fortaleza
y también redondos y suaves
que trasladan mi mente
a un baño de sensual masaje
o a un sutil abrazo
acompañando el ritmo armónico
de una dulce melodía...
esos culos hermosos
que evocan las costas del Caribe
o aquellos otros que se notan
trabajados, labrados hasta domados
de educación física y deporte.
La playa...
¡qué conjunto tan completo
de placeres
en relación con todos
los que son nuestros sentidos
despiertos a colores, olores,
sabores, caricias, rumores y sonidos.
Es tremenda la ofrenda
que nos hace, cada vez
que elegimos vivir una jornada
o, acaso, dedicar un rato...
para, descanzando nuestros piés
y quitándonos el ropaje
de andar por las urbanas calles
que nos llevan a los tantos
quehaceres cotidianos,
meternos en ese espacio único
de arena y sol,
de agua y brisa...
que es ¡la playa!
(en ADN)
HOLA,BUENAS NOCHES,HE LEIDO,HE VISTO LA COMBINACION DE LAS PINTURAS CON LO ESCRITO Y REALMENTE LO FELICITO,LASTIMA ESTAR TAN LEJOS SINO LE ESTRECHARIA SU MANO Y ME SENTIRIA ORGULLOSA! GRACIAS POR COMPARTIRLO! SALUDOS!
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