RAZONES…
Hace
unos años, unas personas que se dedicaban al mundo de la venta en red y a dar
cursos de mercadotecnia, me sugirieron que escribiese relatos e historias que
sirvieran como material de apoyo a personas que, como ellos, se dedicasen a
preparar, orientar, patrocinar y entusiasmar a otra gente que quisiera
introducirse en el arte de comerciar.
Más
recientemente me he encontrado con, hombres y mujeres, quienes me han pedido
que, por favor, publique algo sobre las técnicas que yo utilizo a la hora de
“conquistarme” al personal para que me atienda y crea que merece la pena
atender mis sugerencias de adquirir aquello que yo le ofrezco.
Por
eso, pretendo que este libro sea un “activador” potente para tantas personas
que quieren conocer esas “leyes” que son básicas para lograr todo eso que se
pretende lograr; aquí lo ofrezco avalado por cuanto yo ya he experimentado, en
talleres que he impartido y también cuando “me he puesto” a vender.
Y aclaro:
Hace unas décadas, quien más y
quien menos (si nos referimos a la llamada “clase media”), soñaba y buscaba
ganar unas oposiciones o lograr un empleo para toda la vida. Y, así, tener “las
espaldas cubiertas” o, lo que es lo mismo: la tranquilidad de que ya no tenía
que preocuparse más por el tema laboral y poder tener la mente libre para
pensar en otras cosas (no en cómo obtener el sustento) o hasta para dedicar
algún tiempo a practicar un hobby o a tareas de voluntariado.
A otros niveles, la “clase
obrera”, la mayoría de las veces recibía el conocimiento o aprendizaje de un
oficio de sus progenitores. Y eso era, en una mayoría de ocasiones, a lo que se
iban a dedicar, también de por vida (campesino, albañil, artesano o peluquero;
igual que modista, espigadora o segadora, cocinera, elaboradora de jabón,
etc.), igual que fueron su padre o madre.
Quienes tuvieron la fortuna
de nacer en una “familia rica” (con títulos nobiliarios o con bienes
mobiliarios e inmobiliarios), sus preocupaciones posibles han sido mínimas (al
menos por ahora); pues el oro sigue siendo valorado, en todo el mundo, como
“algo” con valor “seguro”. Y, por el momento, nadie lo cuestiona… aunque, ¡vaya
si lleva siglos siendo considerado el valor supremo!, aceptado por los
gobiernos y las potencias económicas del todo el mundo.
Pero bueno, como,
seguramente, no es el caso de quienes me leen, no me voy a dirigir a esta
“clase” privilegiada.
Volviendo a quienes tienen
que trabajar para conseguir la paga, el salario o el sueldo que les de la
dignidad de poder vivir gracias a ello, voy a intentar dar unas “pistas” que
entusiasmen a tantas personas que no ven ni su momento presente ni el futuro
inmediato con las perspectivas de que todo vaya tan bien como quisiéramos.
Pero hoy es diferente: la
sociedad ha cambiado y también la mentalidad de las nuevas generaciones. Poca
es la gente que piensa en alcanzar ese puesto de trabajo fijo, para permanecer
haciendo lo mismo y durante toda su vida activa…
Cuestión peliaguda, por otra
parte, porque ni los Estados ni la fuerza empresarial (capitalistas y
empresarios) están por ofrecer eso: lo más que se oferta es un trabajo por
tiempo indefinido (que, como bien significa la palabra, es que no está definida
su duración).
Seguramente, en la base de
todo están los intereses del Capital (y sus dueños) que quieren siempre más
rendimiento con el mínimo riesgo. Y a eso se les llama “leyes económicas”.
Pero como los dueños del
Capital tienen sus “medios” para cambiar las mentalidades, pues ¡lo hacen!…,
aunque tan sutilmente que, mucha gente ni se dé cuenta de ello.
Las cosas también han
cambiado, según lo que estudiábamos cuando éramos jóvenes, respecto de las tres
fuerzas productoras necesarias para lograr riqueza (las riquezas de la
naturaleza, los conocimientos y medios técnicos y el trabajo humano); pues
cuando el capital se establece como “poder supremo”, acapara la propiedad
privada sobre los medios e, incluso, sobre las personas; al hacer depender el
trabajo productivo de un sueldo o salario.
Y, también, podríamos decir
que hasta para plantear una “crisis” cuando conviene manipular a quienes
dependen de los ingresos logrados con su esfuerzo productivo… ¡dónde sea!
Desde que Rockefeller,
mediante su astucia, dedicación y sus pocos escrúpulos, tomó las riendas del mundo empresarial y de
medio mundo, el Capital es el “becerro de oro” al que todo el “sistema
neo-liberal-capitalista” adora y sirve pleitesía.
¿Qué hacer ante esto?
El mundo del trabajo ha
cambiado, tan brutalmente que ya nada es como era. Y el barco de la solidaridad
se hunde (lo dicen los mass media, la gente se lo cree) y, ante “ese peligro”,
cada quien lo primero que hace es buscar resortes para no ahogarse: ¿a dónde
podemos agarrarnos para sobrevivir?
Bueno, no vale rendirse:
miremos las cosas de una manera positiva: aún no es el fin del mundo, también
hay “brotes de esperanza”.
Miremos con atención: ¿qué
tenemos?, ¿dónde están los “brotes verdes”?
Creo que, esencialmente, en
las iniciativas propias. El futuro está ¡en nuestras manos!
Como es fácil de comprobar, este
nuevo texto, que propongo como inspirador e invitación a la creatividad, no es
un libro de historia y, por tanto, no ha de ser considerado, en ningún aspecto,
como “ciencia cierta” (comprobada científicamente); sino como instrumento o
“herramienta de trabajo” que pueda ser utilizada por quienes busquen mejorar en
sus vidas.
Tampoco puedo decir aquello
de “cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia”, porque sí que hay
algunas (o bastantes) coincidencias con historias sí vividas o que están
sucediendo actualmente, que acaso son reconocidas por quienes lo lean.
Este
libro puede leerse como quien lee una novela y sigue, uno tras otro, sus
capítulos; pero también puede ser utilizado como medio para animar reuniones y
charlas, en grupos dedicados a la venta, para talleres con personas que buscan
trabajar por su cuenta, para jóvenes que andan con la gran duda de no saber
para dónde tirar, después de haberse preparado académicamente y no encontrar un
empleo digno, etc.
Si
alguien lee este libro de corrido, podrá comprobar que incluso hay historias
que coinciden en lo mismo, pero no me ha importado dejarlas, pues pienso que
existen “fórmulas” o “herramientas de trabajo” que pueden ser utilizadas en
ambientes diferentes y, por lo mismo, puede ser adecuado plantearlas desde uno
y otro enfoque.
Ojalá
que sea del agrado de quienes lo lean. Es lo que espero.
JMF
Estoy segura de que tendrá mucho éxito, porque suena muy interesante y es un momento idóneo para lanzarlo al mercado, para que cada uno de los lectores encuentre la mejor alternativa para hacer frente a la falta de oportunidades a través de otros.
ResponderEliminar¡Mil felicidades! y un abrazo.
Muchas gracias, Sara.
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