Vistas de página en total

sábado, 18 de agosto de 2018

POLÉMICA VIRAL


SÍMBOLOS  Y  MEMORIA

A mí particularmente, no me hace ningún problema que se quiten símbolos religiosos de la vida pública; pero parece ser que en San Fernando (Cádiz), hay una parte importante de la ciudadanía que sí se ha pronunciado en contra de la supresión del mosaico que lleva presidiendo la vida ciudadana hace ya casi ochenta años (o lo que es lo mismo, la vida de todo el vecindario). El Sagrado Corazón, es algo histórico que  lleva presidiendo la vida ciudadana (y es considerado más un símbolo de concordia, de paz, de bien y principios morales para todos).



Claro que, en la actualidad, somos un país a-confesional, perfecto. Sociedad a-confesional, no sociedad laica, desde luego. Ello supone respeto a todo tipo de creencias. ¿Hay que privilegiar a alguna sobre las otras, respecto a otras? Quizá haya motivos. Pero ¿por qué se siguen permitiendo profesiones de Semana Santa o romerías que obstaculizan el desenvolvimiento normal de las ciudades?

Al mismo tiempo, ¿tiene sentido mantener ciertas cosas que ya no simbolizan lo que significaron hace décadas?



Es dudoso lo de “corregir la historia”. Creo que, siempre que se pueda, se debe respetar la historia, que no se deben desmantelar los recuerdos de un pueblo. O (por ejemplo) ¿le quitamos la espada a San Fernando en el escudo de Sevilla, alegando que es un “escudo franquista”?

Difícil será explicarle a nuestros nietos muchas cosas, si quietamos todo resquicio de lo que fueron los acontecimientos históricos que ellos no vivieron. Aunque ahora no lo compartamos.




Ciertamente lo de manifestar públicamente la “unión” de lo civil y lo religioso…, puede que no sea correcto. Hace tiempo que dejamos atrás el “nacional catolicismo”. Pero creo que antes de prohibir lo que se podrían considerar “monumentos” u “obras de arte” del ayer, habría que poner límites a ciertas “devociones populares” que impiden la vida normal en muchas poblaciones…

Pero creo que el tema es otro: ahora lo que impera es no respetar la auténtica “memoria histórica”, sino deshacer la parte de la historia que no gusta a unos cuantos. Sí, se trata de borrar el pasado, como si a toda la sociedad le hubiese afectado un atroz alzhéimer.



Vale, pero ¿esto se ha hecho a petición de la ciudadanía (por “consenso” popular) o por un acuerdo entre cuatro para apuntarse un tanto en pro de conseguir algunos votos y, de camino, demostrar que ellos tienen más poder que nadie? Y, si no es así: ¿por qué hacer las cosas intentando ocultarlas a la luz pública? ¿Buscando que nadie se entere…?



miércoles, 8 de agosto de 2018

¿MIEDO AL AMOR?





AMAR...
CON  FRONTERAS

A veces, los humanos, ponemos límites a nuestro amar. Es como si nos empeñásemos en “amar con fronteras”.


Seguramente es por miedo (una vez más, podemos afirmar que el miedo nos condena a la desconfianza). Es como sí, al abrir nuestro corazón al amar…, tuviésemos miedo a darnos tanto que nos fuésemos a quedar sin algo que es “tan nuestro” que nos lo queremos “reservar” para sólo personas muy escogidas.


Quienes, a lo largo de la vida, vamos aprendiendo a amar (amar de verdad) sabemos que esto es una tarea ardua, no fácil; pues exige mucha entrega, renunciamientos. Tantas veces, sufrir por el bien de otra persona. Este aprendizaje nos invita, una y otra vez, a darnos más cuando menos nos apetece (porque sentimos que la respuesta es nula). No es nada fácil.



Y las experiencias dolorosas, nos pueden llevar a no querer amar demasiado… y (acaso es de humanos, tiene mucha lógica) queremos respuestas, contrapartidas de reconocimiento por nuestro esfuerzo.


Como si el amar fuera una transacción comercial, una negociación; en la que siempre tuviese que haber una contrapartida.


Por eso, quizás (seguramente), confundimos el amor con el querer. Conceptos que casi nunca se corresponden, pues “querer” significa deseo, posesión, búsqueda de una satisfacción propia; mientras que “amar” es entrega…, sin esperar nada a cambio, es dilección, es don gratuito abierto a quienes más lo necesitan.



La conclusión es: que cuando nos proponemos amar… (que es lo mejor que podemos hacer en la vida) hemos de saber que amor es entrega, siempre generosa; de la que sólo podemos esperar una respuesta: la de ver que, quienes fueron amados, aprendan también a amar de la misma manera que (no sin esfuerzo) nosotros ya lo hacemos.



              ¿Sí… o si?    

lunes, 6 de agosto de 2018

LA OTRA CARA DE LA REALIDAD

¿MIRAR PARA ADELANTE?
Mi madre decía que, “cuando nos llega un motivo de sufrimiento, lo mejor es mirar para atrás; no para adelante.”


Dicho de otro modo: pararnos a observar que hay personas que lo están pasando peor que lo que, en nuestro caso, estamos sufriendo. Seguro que, siempre, habrá alguien en peor situación. 


No mirar a quienes lo pasan mejor, sino peor; y eso nos hará ¡hasta optimistas! (no tiene por qué ser “consuelo de tontos”).


Si miramos siempre a los que están muy bien acomodados, puede que se nos despierte el sentimiento de la envidia. Y eso no es bueno, pues sólo puede llevar a amargarnos o al resentimiento (acaso el peor de todos los sentimientos que puede albergar el corazón humano).


Lo cual no quiere decir que esa sea nuestra norma de vida. Nunca hemos de renunciar a mirar al porvenir con ilusión. La mejor arma contra el pesimismo es el optimismo. Y eso quiere decir que la clave está en avanzar. Porque, sobre todo (es algo que nunca debemos olvidar): rendirse ¡nunca!