A bailar,
a bailar, a bailar...
Se dice
que la semana de la feria es la más esperada por la ciudadanía de Sevilla.
Durante los días que dura, todo se viste de colores, se engalanan las casetas y
se baila, se come y se pasea a caballo. Entre otras cosas, a la capital
andaluza esos días se va a ver y que te vean. Porque es un espectáculo único en
el que todo el mundo cumple el doble papel de actuar y de observar.
Aunque habría que
decir que si, rebuscando en la historia, nos vamos a los que fueron los inicios,
esta realidad no tiene nada que ver con aquellos encuentros de feriantes para
comprar y vender ganado; una idea promovida por unos comerciantes: José María de Ybarra (vasco), Narciso Bonaplata (catalán) y, seguramente también, algún gallego..., que solicitaron permiso y pudo ser puesta en
pié en 1846, con espacios adecuados para el comercio y también para descansar, beber
y comer algo entre trato y trato.
Hoy hay poco comercio específico, sí muchas relaciones… que, de alguna manera, pueden ser ocasiones únicas para establecer interesantes contactos que sean puertas abiertas a miles de futuras posibles negociaciones.
Hoy hay poco comercio específico, sí muchas relaciones… que, de alguna manera, pueden ser ocasiones únicas para establecer interesantes contactos que sean puertas abiertas a miles de futuras posibles negociaciones.
Y, sobre todo, una fiesta que es universal y sí atrae a turistas del todo el mundo que buscando esa Sevilla que tiene un color especial…, viene a dejar sus dineros, a la par que disfrutar de los encantos de Sevilla cuando más brilla… y no solamente por la portada del ferial alumbrada con miles de bombillas, también por el sol de abril sobre monumentos, jardines, árboles, rostros...
Durante la
feria, la noche se vive con intensidad; durante el día el paseo es
incomparablemente hermoso, por ¡tantas cosas!
FERIA
Luces.
Gritos.
Música
y palabras.
Triunfo
del color
y la alegría.
La peina.
La copa
de oloroso.
La mirada.
La sonrisa.
Un silencio.
El traje
de gitana.
La jaca
jerezana.
La amazona
linda.
Los coches
engalanados.
Un palmoteo,
una garganta
salpicando palabras
y un baile
de sevillanas.
Macetas
floridas.
Arcos de guirnaldas
y de luces:
de farolillos
polícromos
y lámparas
de colores.
En la noche
hay
tanta luz
como de día.
Es
la feria.
Bullicio.
Color.
Luz.
Alegría.
Vino.
Juventud
y amor.
La fuente,
juego de agua y luz.
El paseo,
interminable.
El saludo
y el piropo.
La mirada
y la palabra.
La sonrisa
y el abrazo.
La primavera
y el olor
a flores,
a vino bueno
y a fragancia
de mujer.
¡Que maravilla de post! Junto a las bellas imágenes has dejado un magnifico poema en el cual has descrito muy bien todos los encantos de la feria sevillana. Viviendo en Córdoba me perdí el verla y disfrutar de su alegría.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un reportaje realmente precioso, reflejas en él toda la alegría y vistosidad
ResponderEliminarque se debe vivir en esos días.
Un abrazo!