NO MÁS TERRORISMOS
Es terrorífico hasta imaginar
que una persona, por una absurda majadería sin sentido de otra, pueda quedarse
sin el divino don de la vida. Es algo que parece hasta increíble: porque
alguien está loco, porque alguien piensa, lo quiere..., o ni siquiera piensa,
ni razona, quita a otro lo más valioso, la vida... Y es algo irreversible,
irreparable, definitivo. Eso no tiene perdón.
Por eso, los terroristas,
aunque pudiesen (supuestamente) “tener razón” alguna vez, pues la pierden. Se
quedan en ser sólo fanáticos descerebrados, que ya no merecen el nombre de
seres humanos.
Pero también es verdad que,
por la misma razón, por la de quitar la vida a tantísimos inocentes (son, cada
día más de 30.000 los niños que mueren de hambre...), todos quienes estamos
viviendo en esta parte del mundo dónde nos sobra de todo, dónde la riqueza y el
excesivo bienestar (la opulencia) es nuestro distintivo... estamos también
haciendo nuestro terrorismo; aunque sea inconscientemente.
Perdón por estas palabras tan
fuertes (que, por cierto a mí también me tocan). Pero... ¿por qué no nos lo
pensamos de verdad, nos hacemos conscientes de ello?
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