SENTIDO COMÚN Y FUTURO COMÚN
Al ser humano, al “homo sapiens”, pareciera que
(demasiadas veces) tiene dificultades para razonar. Sobre todo para hacerlo con
“sentido común”. Quizá que, como decía el viejo profesor Don Eugenio, «el
sentido común es el menos común de los sentidos».
Y, cada día, vemos tal cantidad de barbaridades
que nos puede llevar a concluir que, en muchas ocasiones, los animales son más
“razonables” que a la gran mayoría de quienes se nos tiene por
“racionales”.
Tantas veces, a mí me da la impresión de que hoy
se va extendiendo, como una mancha de aceite en el mar la “cultura” de la
“incultura” (para mucha de esa gente “contra-cultura”).
Es increíble que, en muchas de nuestras ciudades
del “mundo civilizado” (desde luego también se dan algunas magníficas y dignas
excepciones) nos encontramos, por todas partes, manifestaciones de que aquello
que siempre se ha considerado “correcto” ya no lo es, ya “no va”. Lo feo, lo roto, lo desorganizado, lo
grosero, lo incívico, la mala educación, el rufianismo, lo desastroso… es lo
que ahora está “de moda”.
A mí no me puede caber en la cabeza (quizá sea
signo de que voy para viejo y mi mente rezagada y acaso trasnochada, enredada
en el pasado) que el “progreso” signifique destrucción de lo que, durante
siglos, ha sido civilización.
Y, respecto de civilización, que es más que el
puro desarrollo y progreso material; pues ha de incluir todo un conjunto de
costumbres y saberes, de progreso en lo cultural, social y político
(distintivos propios de las sociedades avanzadas)… ¡me parece tan atroz (viendo
lo que vemos, casi a diario) que la búsqueda de la concordia, que el deseo de
entendernos para mutuamente ayudarnos, los unos a los otros, ahora sea lo que una
gran mayoría de gente ni se plantea ni quiere!
Dividir, romper, destrozar hermosas
construcciones y obras de arte, degradar valores tradicionales, maldecir las
instituciones, marginar la verdadera educación, ir “contra todo”…
Faltando el respeto a cualquier orden
establecido, no sabiendo estimar ni lo ajeno ni lo público (que no es propio de
nadie porque es de todos). Cuestión fundamental de cualquier sociedad
civilizada: si no sabemos defender “lo público” ¿qué se puede pedir respecto de
lo ajeno?
Consecuentemente, producto de los miedos, del
temor a perder lo que valoramos, surgen los muros, las barreras, las fronteras…
Pues ¿qué es la “propiedad privada” sino un resorte del miedo? De la
desconfianza, del temor a no tener lo suficiente cuando surja una necesidad…,
aparece la manera de “defenderse” de los otros; pues si todo se considerara
“bien de la colectividad” no existiría el problema (digo yo).
Aprovecho para decir que yo, por principio, odio
los muros, las rejas, los fosos, los enfrentamientos (¿intransigencias?) con el
único propósito de hacerse daño unos a otros (creando divisiones). Por ello, he
llegado a pensar que el mayor error de la Historia de la Humanidad ha sido el
inventar las fronteras. Pues si todos formamos parte de la Gran Familia Humana
¿a qué vienen tantos miedos y desconfianzas?
Muy cierto. Poco sentido común y poca conciencia de lo colectivo.
ResponderEliminarParece que no nos enteramos de que todos somos COMPAÑEROS de la vida.
ResponderEliminarno hay que perder la fe
ResponderEliminarlos que ya hemos vivido su tiempo al menos metalizarnos en el camino correcto+alentar a otors...
eso es lo que debe prevalecer.