La vida siempre la recibimos gratuitamente. Los humanos y todos los seres vivos: nace un arbolito, nace un pajarillo, nace un perrito, nace un potrillo. Y cuanto más consciente es quien nace de llegar a la vida, más razones habrá de tener para alegrarse con ese regalo del llegar a ser.
Ahora celebramos ¿el equinoccio de invierno? También, pero no exactamente. La vida
está presente siempre en medio de la inmensidad del Universo creado.
En estos días en que, una muchedumbre de personas de toda clase de
edad, creencias e incluso muy diversas culturas se paran a celebrar la Navidad.
Para la Comunidad Cristiana es el gran día para celebrar que el Hijo de Dios se
encarna y, con ello, todos los seres humanos entramos a formar parte de la
Familia de Dios, pues nos convertimos en hijas e hijos del Padre-Dios. Pero es
que la fiesta (es algo manifiesto y patente en millones de puntos de la
geografía) no queda reducida a los creyentes.
Y: ¿Qué celebramos? Lo
primero, celebramos un NACIMIENTO: el nacimiento de una criatura que, según la
historia, nació aproximadamente hace 2.020 años y que, de alguna manera se ha
convertido, para tantos habitantes del planeta Tierra, en un icono o símbolo de la alegría que nos
motiva normalmente el nacimiento de un hijo, de una criatura.
¡Qué importante es nacer!
Pero es que, seamos conscientes o no, cuando está naciendo un
ser ¡se está produciendo un canto a la Vida!
Algo nuevo que comienza, algo que nos ha de llenar de esperanza y, muy seguramente, nos invitará y enseñará a amar. También de confianza en que la vida continúa, que (a pesar de todos los pesares) ¡hay futuro! Futuro para ese ser humano (o del árbol o la golondrina o el caballo…) que viene a la existencia; pero, también, para toda la humanidad.
Pues, cada
quien, es una riqueza que aportará su SER a todos.
Por eso, hoy quiero decir a cuantas personas se asomen a leer
este post: ¡MUCHAS FELICIDADES!
Pero la vida no vale nada si no hacemos de ella algo provechoso. Muy posiblemente es verdad lo que decía Rabindranath Tagore: LA VIDA SE NOS DA Y LA MERECEMOS DÁNDOLA.
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