Si supiéramos vivir…,
verdaderamente, creo que, cada día, desde el amanecer, estaríamos dando gracias
por el único y precioso don de nacer (renacer) esa nueva jornada…
“Ser o no ser”, decía el
dramaturgo y poeta Shakespeare. “Es la cuestión”.
Aunque se puede ir por la
vida haciendo mil (y más) cosas y no encontrar…; no encontrarse a sí mismo
nunca.
La existencia es más que
estar en el mundo, vegetando, comiendo, bebiendo, trabajando para tener un
sustento, cubrir las necesidades vitales y poco más.
Muchas veces, se nos puede
pasar la vida, sin más. No llegar a la existencia: vivir sin existir, sin ser.
Y es triste, muy triste,
cumplir los años, pasar las hojas de la agenda personal sin llenar de sentido
cada página de nuestra historia: días vacíos de contenido, espacios de tiempo
que no son nada…
No es gratificante, como si
fuésemos relojes, cambiar de año… sin cambiar nada. La existencia humana tiene
que ser un recorrido (“currículum vitae” que decían los romanos) que nos lleve
a ir avanzando como personas día a día, semana a semana, mes a mes, año a año.
En este punto de mi reflexión
compartida, yo siento la necesidad de pararme y hacerme unas preguntas interiores…
Antes de que sea más tarde,
no quiero dejar de, mirando mi interior, preguntarme:
¿Cuál es, cuál ha sido la
razón de mi existencia? ¿Para qué he vivido, para qué…, a qué causa debo
entregar lo que me queda de camino hasta llegar a la Meta final…?
Porque, si de algo no he sido
del todo consciente…, pero sí que ya es hora de que lo sea es: de que toda vida
tiene un sentido, una razón de ser.
Todos los seres humanos hemos
venido al mundo, a la esta existencia, para algo. Y esa empresa es un cometido
personal que o lo hacemos cada uno de nosotros o ya nadie lo hará… Será deber
incumplido, misión no realizada. Una falta que dejará un hueco sin cubrir en el
mosaico global de la humanidad.
Yo no quiero que la pieza de
mi vida quede en blanco; que sea como un espacio vacío... en esa obra maestra
que ha de ser completada entre todas y todos quienes conformamos el género
humano.
Bendita sea la obra bien
hecha y completada íntegramente, con la completa colaboración de tantos; en la
que todos hemos sido co-creadores con el Iniciador de la Historia.
La vida es eterna en cada
minuto. Y sumando minutos… ¡hacemos la historia de la humanidad!, que, reunida,
es toda eterna.
Por fin, porque creo que hay
que dar reconocimiento a quien se lo merece, yo doy gracias (y lo hago con
gozo) al Dios de la Vida, todos los días de mi existencia, por el regalo único
de poder yo disfrutar de este don grande que es estar vivo. Y también a cuantas
personas han coincidido con mí en este maravilloso recorrido y me han aportado
¡tantas cosas!, para (con ello) llegar a ser quien soy.
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